Un fuerte abrazo unió 14 años después a los familiares de Odalys Cruz Maldonado –la niña que fue secuestrada el 12 de julio de 1998 del Hospital Ryder, en Humacao– con los personajes que ayudaron a resolver este caso, el cual sacudió el corazón del pueblo puertorriqueño y el regazo de una familia humilde de Yabucoa.

La nostalgia se apoderó del ambiente cuando el agente investigador Ramiro Nazario y el coronel a cargo de la pesquisa, José Luis Rivera, vieron a la niña, cuyo rapto mantuvo en vilo a las autoridades durante cuatro meses.

Enseguida, los personajes de este drama –incluidos los padres de Odalys, Miguel Cruz y Mayra Maldonado– dejaron la memoria correr y se fueron en un viaje retrospectivo para recordar en detalle cada episodio de esta historia de la vida real, que muy bien pudiera ser guión de un filme de Hollywood.

Odalys sabe lo que le pasó, pero nunca deja de interesarle conocer más sobre lo que ocurrió la tarde en que fue secuestrada por Arleen Silva Santiago, una mujer de 21 años y estudiante de criminología que fingió durante nueve meses estar embarazada y que calculadamente se la llevó del hospital en el que nació. La raptora –quien, previo a su dramatización, tuvo un aborto– engañó a los padres de la recién nacida diciéndoles que se llamaba “Janet Barros” y que ellos habían ganado un concurso para recibir pañales desechables durante un año. Sin embargo, para redimir el premio, debían tomarle primero unas fotografías. Fue en ese instante, mientras tomaban las supuestas fotos, que Arleen secuestró a la niña. En ese momento, también comenzó la angustia de unos desesperados padres que querían de vuelta a su bebita, la solidaridad de un pueblo que siempre los mantuvo en oración y el esfuerzo de la Policía de Puerto Rico por recuperar a la criatura.

“Sé que me robaron del hospital y que la mamá (de su secuestradora) fue la que la delató y que cuatro meses después me encontraron… y que (a Arleen) la metieron presa”, respondió la hoy adolescente y estudiante de noveno grado al abordarla sobre el tema mientras le echaba un vistazo al expediente de su caso, el cual es conservado por el agente Nazario.

En cambio, fue a través de un reencuentro organizado por Primera Hora en el Jardín Botánico de Caguas que la hermosa niña de larga cabellera y ojos expresivos escucharía, por primera vez, el relato en voces de quienes la rescataron.

El primero en capturar la atención de Odalys –quien lo escuchaba anonadada– fue Nazario, el agente del CIC de Humacao que se entregó “en alma y corazón” al caso, al extremo de que pasó muchas horas sin dormir tratando de juntar las piezas del rompecabezas que lo llevarían a la pequeña.


Nazario recuerda que la investigación fue la “más importante” de su carrera de 30 años en el cuerpo policiaco.

“Me involucré tanto que me puse en la situación de ellos como si fuera el papá de ella… casi no podía dormir. Recuerdo que, en una ocasión, una de las nenas (Keyla y Deyanira, las hermanas mayores de Odalys) me dijo: ‘¿Cuándo vas a traer a mi hermanita?’ Y yo empecé a llorar”, dijo con la voz entrecortada. “Y mírala dónde está y lo grande… ya mismo le dicen suegro al papá”, agregó.

Uno de los factores más importantes para resolver el caso de Odalys fue la colaboración del pueblo, que constantemente ofrecía confidencias.


Así lo recordó el coronel José Luis Rivera, quien para aquel entonces se desempeñaba como superintendente auxiliar en Investigaciones Criminales (SAIC), y quien también se emocionó mucho al hablar del secuestro. “Fueron meses laboriosos, arduos, nos entregamos al caso y aquí hablando con ustedes yo cierro los ojos y veo todo lo que hicimos”, dijo antes de explicar su participación en la pesquisa.

Rivera sostuvo que para facilitar la investigación se instaló un centro de operaciones y se solicitó ayuda al Negociado Federal de Investigaciones (FBI). “Recuerdo que todas las paredes del centro estaban forradas de la información que nos llegaba a través de las 12 y 15 confidencias que entraban a diario”, expresó al reconocer que la prensa mantuvo “el caso vivo”.

“Recuerdo como ahora que nos llegó la información de una casa en un campo de Caguas o Cidra. De una casa abandonada en que se alegaba que tenían a la nena. Pero uno de los agentes, que me voy a reservar el nombre, investigó, pero no fue profundo, fue superficial y eso nos atrasó unos días”, dijo en referencia a que fue, precisamente, en una casa ubicada en el barrio Beatriz, de Cidra, que recuperaron a la bebé.

Como en muchas investigaciones que no se resuelven de inmediato, Rivera Díaz tuvo instantes de frustración porque llegó un periodo que la pesquisa se paralizó. “Hubo un momento en particular que me sentaba en el centro de operación en una silla y le daba la vuelta mirando todas las paredes y me decía: ¿qué me falta, qué no hemos tocado?’. Entonces, hay un principio básico de investigación y es que vuelves a comenzar“, dijo quien siempre tuvo en mente a la niña y reaccionó con un “wow” al ver su rostro 14 años después.

El gran momento

Fue el 1 de noviembre de 1998, por la imprevista visita de una mujer al cuartel de Cidra, que la Policía pudo llegar al lugar donde estaba Odalys, quien estuvo desaparecida por 113 días.

Se trataba de la mamá de la secuestradora, Jazmín Santiago, quien había acudido a las autoridades para denunciar a su hija, Arleen, por haberle robado $3,000.

“Pero parece que ella, tratando de que la Policía actuara rápido, les dijo que tenía el presentimiento de que su hija tenía a la bebé robada que salía por televisión”, recordó Nazario sobre la mujer que les dijo a las autoridades que su hija se parecía a la del boceto publicado en los medios.

Entonces, la Policía acudió al barrio donde vivía Arleen y encontró a su compañero consensual, Jorge Roque, en compañía de la niña que resultó ser Odalys. También divisó a Arleen, quien huyó de la escena en otro auto. Finalmente, la mujer fue arrestada ese mismo día a las 7:00 de la noche. Simultáneamente, las autoridades hacían gestiones para localizar a los padres de la bebé y llevarlos al Cuartel General.

Fue casi al filo de la medianoche que Mayra y Miguel identificaron a la secuestradora –quien posteriormente fue condenada a 10 años de prisión– mediante una rueda de confrontación. “Recuerdo que yo estaba nerviosa y cabizbaja, con la estampita del Divino Niño en una mano. Cuando levanté la vista, la reconocí rápido. Eso fue un bálsamo para nosotros”, dijo Mayra al asegurar que nunca perdió la esperanza de ver a su hija nuevamente. “Yo decía que sólo un cadáver me haría pensar que no la encontraría”, sostuvo.

“El primero en cogerla fui yo cuando nos la entregó la esposa de (Pedro) Toledo, en aquel entonces superintendente de la Policía. Casi se la arrebaté de la mano y la abracé… Mayra se quedó en shock y no reaccionó”, expresó Miguel sobre el momento en que volvió a tener en sus brazos a la chiquilla.

Años después, y aunque ha escuchado su historia en varias ocasiones, Odalys no puede creer lo sucedido. “A veces digo ‘¿en verdad esto me pasó a mí? Parece una película”, dice la jovencita que frecuentemente es abordada por otros adolescentes sobre el particular.

“A veces hay gente que me envía mensajes en Facebook preguntando si soy yo la niña robada. Les digo que sí, y me preguntan si me siento rara, si lo superé. Pero sí, eso fue cuando yo era chiquita”, afirma la adolescente, que conserva en su habitación las cartitas que les enviaron a sus padres decenas de puertorriqueños.

“También le regalaron muchos juguetes, ropa y libros bíblicos que aún tenemos guardados”, dijo la madre de Odalys, quien se mostró bien agradecida con el cariño del pueblo y, en especial, del productor y animador Luisito Vigoreaux, quien casualmente también participó del reencuentro organizado por este diario. Y es que fue precisamente Luisito quien instó a muchos artistas del país para que ayudaran a la familia pues, para rematar, mientras buscaban a Odalys perdieron su hogar tras el paso del huracán Georges.

“No veía a Odalys desde que cumplió un añito e hicimos un party en su casa… ¡Está grandísima y hermosa! Ya tenemos que organizarle el quinceañero”, dijo el productor, quien se comprometió en hacer cumplir el sueño de la adolescente de tener un cumpleaños “de gitana o de belly dancing”.

“Tranquila, déjame eso a mí… hasta clases de baile te vamos a poner a coger”, dijo, provocando una mirada llena de ilusiones en Odalys.

Mientras, Miguel y Mayra aceptan que la crianza de la más pequeña de sus tres hijas ha estado enmarcada en la sobreprotección. “Acho, sí, no me dejan salir. Ahora mismo, el 7 de julio, el día antes de mi cumpleaños, hay una gira con mis amigos y no me quieren dejar ir”, reclamó la menor.

“Es que me da miedo… puedes salir conmigo o con tu tía”, le respondió la madre al recordar que su temor al pensar que alguna de sus hijas vuelva a ser víctima de secuestro es a tal grado que meses después de recuperar a la niña se encontraron en una tienda con una mujer muy parecida a Arleen y “cuando la miré, halé el puño rápido, y yo no soy agresiva. Entonces la señora me miró y me dijo: ‘Yo sé que me parezco, disculpe’”.

La familia reconoce que igual temor tuvieron cuando Arleen Silva fue liberada en el 2003, tras presentar buena conducta en la cárcel. “La nena estaba en Head Start y se tomaron precauciones. Pero yo me asusté tanto que me pasaba con las ventanas cerradas y estuve meses que no quería salir sola… pero gracias a Dios, nada pasó”, dijo Mayra.

Miguel, por su parte, expresó que hace alrededor de dos años un familiar de Arleen se le acercó y le notificó que la secuestradora tenía interés de hablar con la familia. “Yo le dije que no había problemas, pero que el encuentro tenía que darse en el cuartel de Yabucoa y con un guardia de testigo… pero no quiso”, expresó el progenitor al asegurar que no guarda rencor en su corazón contra la mujer que, según fuentes de Primera Hora, vive en el área este, se casó y asiste a un templo católico.