En el pasado, se limitaban a representar valores culturales, religiosos y espirituales de ciertas poblaciones del mundo. Las tribus lo utilizaban como marca de madurez o pertenencia en algunos casos.

Hoy, a pesar de que muchas culturas y poblaciones siguen con la práctica por las mismas razones, para muchos, especialmente en este lado del mundo, los piercings son simplemente una cuestión de moda.

Independientemente de cuáles sean las razones de cada persona para perforar, agujerear o traspasar su piel, la realidad es que persiste el rechazo y el señalamiento contra quienes utilizan su cuerpo para representar un gusto, estilo o, quizás, expresar un punto de vista.

Sin embargo, resulta, quizás, de mayor preocupación los riesgos a la salud que se pueden desarrollar de no seguir los cuidados indicados en la herida o, peor aún, de caer en las manos de un irresponsable.

La salud puede verse afectada al punto que usted podría contagiarse con enfermedades como la hepatitis C o con VIH, advirtió José R. González, profesor del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico.

El dermatólogo detalló que son las áreas cartilaginosas y mocosas, como el clítoris, las orejas y la lengua, las más propensas a desarrollar inflamaciones o algún tipo de infección viral o bacterial, entre otras.

Y es que hoy, cuando el proceso es realizado por una persona certificada y con los instrumentos adecuados y esterilizados, te puedes hacer un piercing prácticamente en cualquier parte de tu cuerpo: rostro, torso, brazos, orejas y partes íntimas.

“El cartílago no se regenera, una vez lo traumatizas, se queda ya permanentemente, se inflama y tarda mucho en sanar, puede tardar meses”, señaló el dermatólogo, quien aconsejó a las personas a analizar bien los pros y los contras de un piercing ante de sucumbir a la aguja.

“El paciente tiene que saber que muchos de estos piercings agresivos dejan cicatrices irreversibles y unas molestias que el paciente no está consciente que van a ocurrir en el momento”, expresó.

A esto se suma que es un procedimiento riesgoso que no está completamente regulado, por lo que algunos lo hacen clandestinamente, lo que incrementa los riesgos de infecciones. De hecho, estudios así lo sustentan.


Un análisis publicado recientemente por el centro de salud Mayo Clinic reveló que al menos 42 de cada 100 hombres que recurren a ponerse un piercing tienen alguna complicación. Mientras, otro realizado por la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid concluyó que el 72% de sus portadores sufre algún problema posterior a su colocación, como lo pueden ser infecciones y pérdida de sensibilidad.

Censurado

La práctica del piercing, así como la de tatuarse el cuerpo, son relacionadas por muchos con personas rebeldes, violadores de la ley o con problemas con el consumo de alcohol y sustancias controladas.

Un estudio, reciente destacó este aspecto al sostener que las personas con tatuajes y body piercings tienden a consumir más alcohol. Los comportamientos de riesgos incluyen, además, peleas y sexo sin protección. Expertos no coinciden.

“En nuestra sociedad, es cierto que hasta hace muy poco sólo lo practicaban ciertos grupos. Sin embargo, esto ha cambiado, se ha ido generalizando y ha penetrado en todas las esferas sociales”, señaló el sociólogo José Luis Méndez en referencia, tanto a la práctica del piercing como los tatuajes.

Para Méndez, quien también es catedrático, la mirada que actualmente se les da a estos sectores ha cambiado aunque sigue matizada por el rechazo. “Antes un acto como éste, fuera de unos ciertos grupos, era irse en contra de la corriente. Ahora se ve como una práctica de aceptación general”, dijo.

El experto en la conducta humana fue enfático en que el joven o adulto que opte por colocarse una pantalla en la oreja, nariz o cualquier otra parte de su cuerpo puede estar llevando un mensaje que bien podría ser de independencia, aceptación o criterio propio.

¿Qué es el “body piercing”?

El piercing es una perforación   en el cuerpo para insertar pendientes, aros u otros ornamentos. En la sociedad occidental, lo popularizó el movimiento punk en los años 70.

Riesgos

Infecciones
Reacciones alérgicas
Sangrados
Daño en los nervios
Queloides

¿Dónde se hacen?

Lóbulo de la oreja
Cartílago de la oreja 
Ceja
Aleta nasal
Lengua
Labio
Pezón
Ombligo
Genitales masculinos y femeninos.

¿De qué material están hechos?

El níquel es el que más problemas da. Pueden ser también de plata, hueso o madera.

Historia del “piercing”

Resulta imposible establecer en qu'e momento exacto apareció el anillado corporal.

En Roma, los miembros de la guardia del Cesar llevaban aros en los pezones como muestra de su virilidad y coraje, así como un accesorio de sus vestimentas. 

En la era victoriana las chicas de la alta sociedad  lo usaban para realzar el volumen de sus pezones y los hombres en su pene. Uno de los piercings más populares recibe el nombre de príncipe Alberto', quien fuera marido de la reina Victoria de Inglaterra, ya que, según crónicas de la época, llevaba un anillo en el pene que le permitía colocar  sus genitales a derecha o izquierda dentro de los estrechos pantalones de los uniformes de la época.

El ombligo anillado era un signo de la antigua realeza egipcia y prohibido a todos aquellos que no fuesen nobles.

En la India muchas mujeres son anilladas antes de que se casen. Se piensa que originalmente se hacía como signo de sumisión y devoción de la mujer hacia su marido.

Grupos étnicos de distintas partes del mundo, como en Papúa Nueva Guinea, Polinesia, África e India lo usan entre las dos fosas nasales. En un principio su función era defensiva, ya que daba un aspecto más feroz a quien lo llevaba. Actualmente, su fin es estético y permite a los distintos grupos tribales diferenciarse.

Desde la época de la inquisición y concretamente el concilio de Trento, algunas comunidades religiosas han usado el anillado genital como método de castidad y de expiación de la culpa. 

Los marinos y piratas acostumbraban a ponerse un aro en la oreja cada vez que cruzaban el Ecuador.

En la década de los años 70 el movimiento punk adoptó el piercing como medio de provocación y disconformidad. 

Durante el siglo XX quedó reducido a la simple perforación de los lóbulos de las orejas para colocar pendientes.

Fuente: www.dmedicina.com y http://culturaalterna.blogspot.com