Le llaman virtuoso, genio, prodigio, superdotado. Pero el saxofonista puertorriqueño Edgar Abraham se describe como "un músico trabajador que tiene el compromiso de hacer buena música que llene el espíritu y la sensibilidad de la gente".

Y a eso precisamente es que va el viernes al Carnegie Hall en Nueva York: a encenderlo con su ritmo único de jazz latino, aderezado con un toque singular de música clásica y salpicado con el sabor del tambor caribeño.

"Vamos al Carnegie Hall a hacer nuestra contribución patriótica musical con un trío de jazz latinoamericano. Todo lo que vamos a interpretar es música original, en un concierto acústico a modo de recital", adelantó el también compositor y multiinstrumentalista en una entrevista con The Associated Press sobre el concierto "Edgar Abraham: Unique, A Musical Journey".

La presentación, en la sala Weill Recital Hall del emblemático teatro, dará inicio a una nueva etapa de internacionalización de su música "para llevarla a otros rincones del mundo", manifestó.

En el concierto, en el que estará acompañado por el percusionista Charlie Pizarro y el contrabajista Ariel Robles, el ganador de dos Grammy hará despliegue de su talento usando el saxofón que su padre, el violista clásico Edgard Marrero Cotté, le regaló cuando apenas tenía nueve años.

"Recuerdo como si hubiese sido ayer cuando él trajo ese saxofón a la casa. Yo abro el estuche y veo eso bien brilloso. Lo saco y lo empiezo a tocar y fue como anillo al dedo", contó sobre el instrumento que tiene la misma digitación de la flauta, que él ya dominaba para ese entonces.

Edgar Abraham comenzó a tocar violín a los tres años edad, a los nueve a estudiar saxofón y a los 12 a componer. A los 14 debutó como solista con la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico y a los 16 estudió bajo la tutela del saxofonista Eugene Rousseau en el Indian Head Arts Center en Wisconsin.

Hoy, a los 33, es un poliglota musical que habla el lenguaje de 16 instrumentos de viento, cuerdas y percusión, y es capaz de ponerlos a conversar al mismo tempo. Como cuando compuso, grabó y arregló, en un solo día, los siete temas de su producción "Oleo y Sol", para la cual tocó cada uno de los instrumentos.