Paciente terminal con cáncer sufre pesadilla varada en aereopuerto en Puerto Rico

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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Los médicos le dieron dos meses de vida por un cáncer terminal de seno. Pero la asistente de enfermería Donna Leclair, de 46 años de edad, aceptó un regalo de su familia para un viaje de crucero por el Caribe.
Con mucha dificultad pudo ver algunas islas caribeñas a bordo de una nave de la compañía Carnival. En lo que a todas luces sería su último viaje fuera de su estado de Nuevo Hampshire, la mujer compartió momentos gratos con su esposo Brett O'Brien, de 52, e hija, Amber Leclair, de 18, a pesar del cáncer que devora su cuerpo.
Pero el domingo por la noche, la estadounidense tuvo que dormir en el piso de la terminal JetBlue del aeropuerto internacional Luis Muñoz Marín en Isla Verde, Carolina, sobre algunas piezas de ropa que sus familiares extrajeron de sus maletas. La familia figuraba entre los miles de varados por las tormentas invernales que cerraron aeropuertos en Estados Unidos.
“Esto es increíble. Hemos ido varias veces a la caseta de información y nos siguen cancelando el vuelo. Le hemos explicado nuestra situación, pero no hemos recibido ninguna ayuda. Es como si no les importara”, sostuvo O'Brien, manejador de equipo pesado para una compañía de construcción.
Mediante una gestión de Primera Hora, ejecutivos de JetBlue intentaron acomodar a la familia en un vuelo a Boston. Pero el director ejecutivo de la Autoridad de Puertos, Alberto Escudero, gestionó un cuarto de hotel para la familia al advenir en conocimiento del estado delicado de la paciente. El funcionario visitó personalmente a la paciente para conocer de primera mano las vicisitudes que había atravesado desde que su primer vuelo fue cancelado el domingo por la noche.
“Por eso nosotros estamos aquí. No hay ninguna excusa, aunque le corresponde a cada aerolínea atender a sus pasajeros. Nosotros, en Puertos, estamos colaborando con ellos activamente”, sostuvo el funcionario.
Según estimados ofrecidos por Puertos, la cantidad de pasajeros varados se redujo de 1,800 a 1,500 entre el domingo y el lunes.
Aunque la mayoría de las aerolíneas confrontaron inconvenientes por el temporal en EE.UU., JetBlue sufrió la mayor cantidad de interrupciones, con unos 300 vuelos cancelados.
Gran parte de los aeropuertos de la costa este de Estados Unidos permanecían cerrados, aunque en la tarde se informó que reabrieron en Baltimore, Boston y Filadelfia.
Muchas de las cancelaciones de los vuelos estaban relacionados con el cierre de los aeropuertos John F. Kennedy de Nueva York y el Newark Liberty International de Nueva Jersey.
Ante el gran volumen de pasajeros varados, un portavoz de prensa de JetBlue, Mateo Lleras, indicó que la empresa ha confrontado problemas en sus terminales por las largas esperas.
“Esperamos que la situación se normalice durante las próximas horas”, sostuvo el portavoz, quien aseguró que la aerolínea no había tomado una decisión en torno a sufragar los gastos de alojamiento para los pasajeros.
La Autoridad de los Puertos colocó catres por la tarde en la terminal E del LMM, que aparentemente proveía el espacio necesario para alojar una alta cantidad de pasajeros.
Pero las historias de desesperación se habían convertido en el dominador común entre los pasajeros, muchos de los cuales acudieron al aeropuerto ante las largas esperas en la línea telefónica de JetBlue. Se encontraron con cientos de pasajeros que habían perdido su vuelo y que no podían abordar otra nave hasta el próximo 31 de diciembre.
Dos hermanos esperaban en fila para poder ver a su madre, que permanecía en estado comatoso en Allentown, una ciudad del condado Lehigh de Pennsylvania. “Ante la desesperación, no vemos ninguna otra alternativa. Algunos de mis familiares están en Estados Unidos y están buscando por Internet la manera para que mi hermano y yo podamos montarnos en un avión”, sostuvo Martínez.
Otros ciudadanos se mostraron desconcertados por la falta de información.
“He estado aquí todo el día y nadie nos dice lo que está pasando. Hay que esperar varias horas en línea para que alguien te diga que el vuelo está cancelado”, indicó el celador de líneas de la Autoridad de Energía Eléctrica, Fernando Pérez, quien intentaba viajar ayer a Nueva York junto con varios miembros de su familia inmediata.
La urgencia por reencontrarse con familiares con necesidades especiales también era otro elemento que unía a los pasajeros. Por ejemplo, Gloria Chávez, de 41, esperaba para ver a su hermana, una paciente de diabetes que había recibido amputaciones.
“La línea sigue muy lenta y mi hermanita está enferma”, dijo Chávez.