Uno de los atractivos principales que posee el municipio de Arroyo se forja diariamente al calor del sol caribeño, en manos de pescadores.

Lo que para Arecibo es el cetí y para Maunabo son los jueyes, el marisco distintivo en Arroyo es el balajú, un pez alargado de casi 12 pulgadas con mandíbula inferior pronunciada y de color plateado, que se diferencia claramente del pez agujón (con características similares, pero de un tamaño inferior) y el cual es muy apreciado por los residentes del lugar.

“El balajú es riquísimo”, aseguró Edwin Guerrido García, quien lleva más de cuatro décadas como pescador. “Es una de las especies que más se pesca aquí y podría asegurar que es el preferido por los arroyanos”, informó.

Para su captura se utiliza la nasa tejida con espacios pequeños, preferiblemente de plástico traslúcido para que sea invisible hasta en horas del día. “Regularmente, la nasa común se tira en las tardes, casi cayendo el sol y al amanecer. A eso se le llama ‘pesca de prima’ y no me preguntes el por qué se le dice de esta manera, porque así es que se le conoce desde siempre. Se tira en la oscuridad para que el pez no la pueda ver. Si usas las de plástico transparente, tienes la ventaja que puedes tirarla de día, porque en el agua casi no se distingue”, detalló el pescador.

Sobre las artes de pesca, Guerrido García indicó que la nasa de profundidad, conocida en el lugar como “mallorquín”, se sumerge a 30 pies o más para la pesca de peces de mayor tamaño. “Esta nasa se distingue por tener tres mayas de diferentes tamaños; dos de ellas de espacios grandes para que el pez entre y una de espacios pequeños en el medio para que atrape al pez”, indicó.

Entre la variedad de mariscos presas de las nasas, Guerrido García dijo que “las personas de otros pueblos que vienen a las pescaderías de aquí buscan mucho el chillo, cartucho, carrucho, langostas y el pez loro. Este último es uno que las personas compran mucho”.

Es en Playa Cangrejo donde las tareas comienzan desde horas tempranas de la madrugada. La preparación de las nasas, hilos, trampas de profundidad y aparejos para la inmersión son algunas de las tareas diarias que allí realiza el grupo de pescadores que aprovechan cada minuto del día.

“Aquí se sale todos los días al mar; claro si las condiciones están buenas, porque hay que ver si el agua está turbia, pues no puedes bucear o si el mar está agitado, es difícil sacar la yola”, explicó.

Al reconocer que la competencia arrecia en el mercado de la captura de peces, Guerrido García indicó que “el pescador de experiencia es el que trae el marisco sin muchos inconvenientes. Ahora, el novato, el que no tiene la malicia, ése se ‘lambe’, porque la pesca se está tornando mucho más difícil en estos tiempos”, aseguró.

Edwin Guerrido indica que el balajú es “una de las especies que más se pesca aquí y podría asegurar que es el preferido por los arroyanos”.
Edwin Guerrido indica que el balajú es “una de las especies que más se pesca aquí y podría asegurar que es el preferido por los arroyanos”. (Isabel Ferré Sadurní)

“La situación donde tenemos que ir más lejos y más profundo para buscar los mariscos se debe a muchos factores. Hay quienes mencionan las situaciones naturales, tales como los terremotos, huracanes y cambios en la temperatura y corriente del mar, pero lo que entiendo es que se le ha dado bien duro a la pesca”, enfatizó al recomendar mayores controles para la captura de ciertas especies.

“Las vedas ayudan, pero entiendo que se deben aplicar a otras clases de peces. Se defiende mucho el mero cabrilla y al carrucho, por ejemplo, pero la explotación es diaria todo el año porque nuestro clima es propicio para que se haga pesca, sin necesidad de esperar por inviernos como en Estados Unidos y otros países”, señaló el pescador.

Edwin Guerrido García, pescador quien le suple a los restaurantes pesca fresca, como el balajú.
Edwin Guerrido García, pescador quien le suple a los restaurantes pesca fresca, como el balajú. (Isabel Ferré Sadurní)