La muerte por una reacción letal a las picaduras de abejas fue el final de una mañana en la que tres vecinos de Carolina fueron, machete en mano, a cortar los racimos de guineos que crecen de manera silvestre en unos terrenos baldíos en las inmediaciones de Villa Caridad.

José Romero Maysonet, Carlos Enrique García y Héctor de Jesús Rivera salieron en la mañana de ayer a buscar guineos, pero un panal de abejas no permitió que De Jesús Rivera, de 50 años, saliera con vida.

La zona boscosa, habitada en otro momento por familias que fueron desahuciadas por ser un área inundable, no está cercada, por lo que cualquiera puede tener libre acceso a su interior, que incluye un cuerpo de agua.

A las 11 de la mañana, los hombres ya se habían internado en la finca y antes del mediodía la Policía había sido avisada del ataque de las abejas.

“Allí crecen matas de guineos silvestres y los vecinos se meten por ahí a buscar cosas como ésas. Estaban cortando racimos. Lo que crece allí crece solo”, explicó el director general de Investigaciones Criminales, Juan Torres Torres.

Los individuos lograron cortar los racimos y, Romero Maysonet, de 43 años, empezó a colocar los guineos al pie del camino rural que da acceso a la finca.

“Tumbaron varios. Tenían como tres o cuatro racimos afuera y los que están adentro (García y De Jesús Rivera) tocaron ese panal de abeja, que estaba bajito”, declaró Torres Torres.

Los individuos intentaron huir del panal, pero García, de 65 años, cayó al piso.

“Ahí, de momento, cuando cae al piso, el otro (De Jesús Rivera) lo tapa con su cuerpo. Se le abalanza encima para cubrirlo con su cuerpo y ahí es que recibe las picaduras”, narró Torres Torres.

Según el sargento José Luis León, uno de los agentes que estuvo en la escena, probablemente la víctima, pensó que como tenía puesta una chaqueta gruesa tipo militar las abejas no traspasarían la tela.

“Según su padrastro, el occiso ya tenía historial de ser alérgico a ese tipo de picadas y, como fueron tantas, parece que no pudo respirar y quedó encima del cuerpo”, expresó el comandante, quien señaló que el cadáver quedó boca arriba cuando García lo retiró de su espalda.

Romero Maysonet no estuvo presente en el momento del ataque fatal pero, cuando intentó asistir a sus compañeros, “se encontró con una pared de abejas y retrocedió”.

“El de 65 años empujó el cuerpo del otro y salió hacia afuera. Los dos recibieron picadas pero no tan fuertes ni eran alérgicos. Según dice uno de los sobrevivientes, era bien espesa la manada de abejas”, expresó el comandante.

La revisión del cuerpo lleno de picadas, el relato de los sobrevivientes y la declaración del padrastro que informó que a la víctima le había ocurrido algo similar fueron suficientes para catalogar como un “incidente desgraciado” el desenlace fatal de una mañana en que la agenda era cortar unos guineos que no eran de nadie.

Con una picada basta

Aun cuando a mayor número de picadas, mayor es la toxicidad del veneno de las abejas, el alergista Fernando López Malpica explicó que si una persona tiene una reacción severa con una picada, es ésta suficiente para causar la muerte.

“Las personas alérgicas desarrollan un anticuerpo contra el veneno y (al ser picadas) se activan los mecanismos inflamatorios, se libera histamina en cantidades bien altas y el efecto puede ser inmediato”, señaló el también catedrático de la Escuela de Medicina.

“Esa liberación de histamina produce vasodilatación, se contraen las vías respiratorias, te baja la presión y te puedes morir en minutos”, abundó.

En el caso de personas que no sean alérgicas, el veneno de las abejas también les puede provocar la muerte si las picadas son excesivas “por la cantidad de veneno que inyectan cientos de abejas en un momento”.

“La abeja inyecta veneno, un veneno que está hecho para disuadir al agresor del panal, para proteger a la reina y defender a los miembros de la sociedad. Lo que se espera (con una picada) es una reacción local, una roncha y mucho dolor”, manifestó el médico.

En el caso de De Jesús, ayer no se había determinado cuántas picadas recibió, pero se presume que fueron decenas las abejas que respondieron al llamado de la colmena.

“Las abejas mueren por su panal”, aseguró el alergista.

Y Héctor de Jesús Rivera murió por salvar a un amigo.