El pasaporte de los Estados Unidos experimenta una fuerte caída en el ranking mundial de este importante documento, que mide el acceso a otras naciones, al bajar hasta el grupo de la posición 21 en el Passport Index, por debajo de otras 52 naciones.

En años anteriores, el pasaporte estadounidense había ido bajando posiciones en ese ranking, pero esta vez el desplome ha sido marcado. Otros índices que preparan diversas instituciones -y que miden el acceso a otras naciones- también reflejan una baja en el valor de acceso de esta documentación de Estados Unidos.

Según el Index, actualmente el pasaporte estadounidense solo abre las puertas de entrada a 92 naciones, 43 de ellas con ciertos requisitos mínimos, como solicitar una visa o permiso provisional al llegar al país de destino. Sin embargo, 106 países exigen al portador de un pasaporte estadounidense tener un visado antes de entrar al país, o ni siquiera le permiten acceder por la situación de la pandemia del COVID-19, en la cual Estados Unidos es visto como un país de alto riesgo que no ha podido controlar la pandemia.

En contraste, el pasaporte de Nueva Zelanda, que encabeza la lista este año, permite la entrada a 129 naciones, 86 de ellas sin requisito alguno, mientras que solo 69 países le exigen visa.

Los pasaportes de, prácticamente, todas las naciones europeas, Japón, Corea del Sur, Australia, Canadá, Uruguay y Emiratos Árabes Unidos, todos garantizan más acceso a otros países en comparación al pasaporte estadounidense en estos momentos.

En el grupo 21, donde aparece Estados Unidos, le acompaña Malasia. El Index clasifica a los países en 75 grupos, quedando al final Iraq y Afganistán.

Actualmente, por razón del COVID-19, está en vigor una prohibición de entrada de viajeros con pasaporte estadounidense en casi toda Europa, así como muchos países de Asia, África, América y Oceanía, así como Australia y Nueva Zelanda.

¿Ojo por ojo?

Sin embargo, el declive en el poder de acceso que ofrece el pasaporte estadounidense no se reduce a la actual crisis del COVID-19. Según explicó el profesor Efraín Vázquez Vera, catedrático de relaciones internacionales de la Universidad de Puerto Rico, esta bajada viene ocurriendo desde los días posteriores al ataque terrorista del 11 de septiembre de 2001, cuando Estados Unidos comenzó a imponer más restricciones a los viajeros de otras naciones.

“El pasaporte estadounidense, en otros momentos, era de índice muy alto. Pero ya viene cayendo hace tiempo. Y no es solo por el COVID-19. Lo que ocurre es que muchos países se dejan llevar por la reciprocidad, es decir, lo que me haces a mí, te lo hago a ti también. Y desde los ataques terroristas del 11-S, Estados Unidos ha ido exigiendo más a otros países en términos de visado”, explicó el catedrático.

Sostuvo que, no solo se trata de que es cada vez más complicado sacar un visado para EE.UU., sino que “ahora incluso lo están pidiendo para tránsito”.

Tal práctica, indicó, hace más complicado que lugares como Puerto Rico puedan servir de punto de escala o tránsito para viajeros con rumbo a otras naciones de América, como lo ha hecho antes.

“Muchos países lo que han hecho es que imponen a los viajeros con pasaporte estadounidense requisitos similares a los que le imponen sus ciudadanos cuando van a Estados Unidos. Y es algo normal esa reciprocidad entre países. Antes podías ir a muchos lugares sin visa ni nada, pero con tanto requisito, pues eso ha llevado a mucha reciprocidad de otros países. Así que tiene ver más con el terrorismo, y que EE.UU. se ha puesto bien estricto”, argumentó.

Detalló que los niveles de esa reciprocidad son diferentes en cada nación. Por ejemplo, un estadounidense, al llegar a Argentina, le cobran para entrar lo que los ciudadanos argentinos pagan por el visado a EE.UU. En Brasil, además, le exigen visado y le cobran la misma cantidad que EE.UU. pide a sus ciudadanos. Brasil, incluso, luego de que EE.UU. impusiera la toma de fotos y huellas a los extranjeros que arribaban a su territorio, compró las máquinas para hacerle el mismo proceso solo a ciudadanos estadounidenses.

El profesor Vázquez Vera sostuvo que la baja en el valor de acceso del pasaporte estadounidense podría jugar algún papel, en combinación con otras consideración económicas y contributivas, en otro fenómeno que viene ocurriendo y que se ha disparado en este 2020, que es la cantidad de estadounidenses que están renunciando a la ciudadanía norteamericana.

Según reportan diversos medios, citando datos del Registro Federal, tan solo en la primera mitad de este año se registraron 5,816 renuncias de ciudadanía, con lo que superó la cifra para un año, que databa de 2016. Todos los estimados apuntan a que 2020 superará las 10,000 renuncias a la ciudadanía, y todo eso a pesar de que las oficinas que hacen los trámites han experimentado cierres por el COVID-19 y que a la gestión le han ido subiendo el costo en los últimos años -actualmente está en $2,350-, y que el renunciante tiene que pagar por completo cualquier deuda contributiva que tenga antes de completar el trámite. Décadas atrás, esas cifran rara vez superaban las 500 renuncias en un año.

“En los últimos años ha sido el período donde más se ha dado que ciudadanos norteamericanos renuncien a esa ciudadanía. Ha ocurrido con mucha gente de dinero, que se van a otras jurisdicciones, a países donde es más fácil adquirir ciudadanía, como Saint Kitts (San Cristóbal y Nieves) o Dominica, que tienen pasaportes con los que puedes entrar a un montón de países y a Europa sin restricciones. O el pasaporte de Malta, de Austria, que son miembros de la Unión Europea”, explicó.

Recordó que, además, hay muchas naciones, como Italia, Irlanda o Alemania, que si la persona tiene ascendentes de esa nación le pueden otorgar el pasaporte.

“Entonces hay muchos norteamericanos que renuncian al pasaporte y adquieren otro. Se da por el asunto de sangre (ascendencia), por asuntos de impuestos, por inversión en esos otros países”, agregó.

Inclusive, en algunas naciones, por diversas razones históricas, culturales, socioeconómicas, tener el pasaporte estadounidense puede “traer problemas, que te miren mal”, así que hay personas que prefieren usar otro.

Recordó que, si bien muchas naciones reconocen la doble ciudadanía, Estados Unidos no lo hace. Y todo ciudadano que vive en otro país, aunque tenga otra ciudadanía, tiene que reportar impuestos al (Servicio de Rentas Internas) IRS cada año, so pena de incurrir en delito. Ese requisito se ha vuelto una carga onerosa para muchos estadounidenses que viven en otras naciones e incluso hay instituciones financieras que rechazan proveer servicios a estadounidenses por evitar tener que someter documentos al IRS.

“Así que el COVID-19 es un asunto adicional a todo lo que venía sucediendo desde septiembre 11. Ahora se agrava por el manejo tan terrible que tenido Estados Unidos de la pandemia. Hoy ser ciudadano norteamericano y viajar se ha hecho más complicado, y no creo que vaya a cambiar en poco tiempo”, aseveró el profesor.

“Sé que para muchos en Puerto Rico, ese pasaporte americano es como el aire que respiran, pero esto es algo que está ocurriendo. Ya no puedes viajar como antes. A veces te cuesta viajar por ese pasaporte. Así que, si vamos a una cuestión de puro interés, fuera de patriotismo, el pasaporte americano ahora mismo no es el pasaporte más deseado”, finalizó.