“Que me lo den en vida”.

El mandato de ley para que no se designen con nombres de personas vivas estructuras gubernamentales ha sido históricamente esquivado por los políticos de turno, que saben que es más conveniente congraciarse con los vivos que con los muertos o que piensan que no debe esperarse por un fallecimiento para resaltar la obra de alguien.

El cantante Chayanne tiene en su natal San Lorenzo un tramo de autopista que es conocida popularmente con su nombre; mientras vivía, el baloncelista Pachín Vicens gozaba de los juegos de los Leones de Ponce en el coliseo que lleva su nombre; un enorme mural de Mario 'Quijote' Morales adorna el coliseo de Guaynabo bautizado en su honor; y Rubén Rodríguez aún jugaba como delantero con los Vaqueros de Bayamón cuando se inauguraron las instalaciones que exaltan su trayectoria.

El campo político, por supuesto, no se queda atrás: carreteras y edificios fueron designados con el nombre de don Luis A. Ferré antes de que falleciera el ex gobernador y, recientemente, el Municipio de Dorado presentó el Pabellón Rafael Hernández Colón.

Para seguir esa tendencia, el Municipio de Guánica se aprestaba a nombrar hoy -antes de que un interdicto preliminar lo prohibiera- su remodelado centro de operaciones gubernamentales como la casa alcaldía Sila M. Calderón.

La demanda que detuvo la designación alega que la decisión del Municipio de Guánica y su alcalde popular Martín Vargas Morales está en “clara contravención a lo dispuesto” en la ley de 1961 que creó la Comisión Denominadora de Estructuras y Vías Públicas, estatuto que deja “establecido que bajo ningún concepto se podrá poner el nombre de una persona que esté viva” a un edificio público.

Pero, varios alcaldes opinaron que la ley debe ser derogada bajo el argumento de que los reconocimientos póstumos no tienen tanto valor como los que se hacen en vida.

Además, quienes han sido reconocidos en vida por su entrega mediante el nombramiento de instalaciones públicas en su honor aseguran que provoca una sensación inigualable.

“Yo no cabía dentro de mí cuando eso pasó”, dijo el ex baloncelista Rubén Rodríguez sobre la inauguración, en 1988, de la ahora famosa cancha en Bayamón. “Por todos lados fue de mucha satisfacción y bien bonito que en vida se hiciera eso”, agregó.

El reglamento de la Comisión Denominadora sostiene que el propósito de prohibir que se les dé nombres de personas vivas a edificios públicos es “honrar la memoria de figuras ilustres otorgándoles sus nombres a las estructuras y vías públicas del Estado Libre Asociado”.

El alcance de la ley, sin embargo, es un misterio para prácticamente todo el mundo.

Se contradice el ICP

El Instituto de Cultura Puertorriqueña (ICP), al que pertenece la Comisión Denominadora, dijo mediante su portavoz, Isiana Natal, que no había injerencia del ICP en el caso de Guánica porque se trataba de una estructura hecha con fondos municipales y no federales o del Gobierno central.

Sin embargo, el director ejecutivo del ICP, José Luis Vega, le escribió a la representante penepé Jenniffer González dándole la razón en cuanto a que la ley “y nuestro reglamento son claros en su prohibición sobre las denominaciones a personas que no han fallecido”.

El alcalde popular de Dorado, Carlos López, explicó que no tuvo problema legal alguno al designar el Pabellón de su pueblo con el nombre del ex gobernador Hernández Colón porque la Asamblea Municipal lo autorizó y se trataba, precisamente, de una estructura que no era del Gobierno central ni había sido costeada con fondos federales o estatales.

El alcalde de San Lorenzo, José Román Abreu, aplaudió la decisión de su correligionario de Guánica al destacar la “gran trayectoria” de la ex gobernadora en el servicio público. Además, Román Abreu -que busca oficializar el nombre de Chayanne en la autopista de su pueblo- opinó que la ley que restringe el nombramiento de personas vivas a edificios debe derogarse porque “hay que reconocer la labor cuando están vivos. Cuando están muertos, ¿para qué?”