La guerra entre el pollo congelado y nuestro kikirikí pica y se extiende, pero el de aquí lleva todas la de ganar.

Al menos en la calle es el más popular, el más querido y el más aclamado por todos. Lo buscan personas de todas las edades, de diversas grupos sociales y, algunos están dispuestos a pagar lo que sea por él.

¿Qué cuáles son sus fortalezas ante su competidor? Fácil. No es pellejú, es más sabrosito, jugoso, tierno y rápido para preparar. Sus puntos fuertes son el muslo y la cadera. Aunque la pechuga es también muy deliciosa.

Su mayor debilidad, por otra parte, parece ser su precio y el hecho de que dura mucho menos tiempo almacenado versus el congelado que dura, dura y dura por mucho tiempo en el congelador. Aun así el nuestro tiene más seguidores.

“A mí me gusta el de aquí. Los pollos congelados vienen de Estados Unidos y el fresco es de aquí. ¿Tú sabes las semanas que se echa un barco en venir a Puerto Rico para luego vaciarlo y que llegue a los supermercados?”, expresó David Calderón al sostener que a él no le importa el precio, siempre y cuando sea una carne de calidad.

Y, como él es el cocinero en su casa, prefiere el muslo y la cadera. “Se pasa menos trabajo cocinándolo”, dijo el residente de Río Piedras.

La aprobación de un proyecto de ley en el Senado fue lo que avivó una vez más el tema del pollo fresco versus el congelado. Específicamente la pieza legislativa aborda el issue de que cadenas de supermercados vendan como pollo fresco aquel que ha sido previamente congelado.

La pieza tipificaría como delito promover el pollo como carne fresca cuando ha sido previamente congelado y facultaría al Departamento de Agricultura para imponer multas.

Carmen Rodríguez indicó que siempre lo compra fresco. “Si no está fresco yo no lo compro, porque ese pollo congelado quién sabe desde cuándo está ahí”, señaló, al reconocer que paga más.

Sostuvo que cuando va a hacer algún plato, como pollo en fricasé o pollo asado, opta por ir a la plaza del mercado a comprar la carne. “Para yo comer un poquito de pollo, lo compro fresco. No me gusta comprarlo en los supermercados, porque me ha salido dañado”, alegó la mujer mientras se despejaba un ratito por el área del casco urbano de Río Piedras.

Josefina Delgado muy pocas veces hace la compra en su casa, pues de esos menesteres se encarga su hija, así que igualmente se tiene que adaptar a los gustos de ella, quien prefiere la pechuga congelada. “Ella es la que va siempre al supermercado y compra pollo congelado”, sostuvo.

Si hay alguien que sabe de las virtudes del pollo fresco ante el congelado es Vicenta Colón, quien prácticamente a diario cocina platillos cuyo ingrediente principal es el pollo, en la cafetería Oddett, en Río Piedras.

Ayer, el menú incluía el cuarto de pollo de muslo y cadera al horno. “Tiene más sabor y más calidad... compro pollo congelado solo en emergencias”, indicó la cocinera.

Lucy Ortiz tiene su paladar tan bien adiestrado que puede distinguir entre un pollo congelado y uno fresco. El primero, dijo, solo lo compra cuando la cosa está apretada económicamente, pero de ahí en fuera, nacarile. Para ella, las mejores piezas son la pechuga y el ala. “El fresco es de mejor calidad... la diferencia está en el sabor y la textura”, sostuvo.

Reina del Orbe también tiene su paladar muy bien acostumbrado. “Eso es como cuando tú te comes una china que está buena y otra que está a punto de dañarse, eso es automático”, dijo convencida.

Respecto al precio fue clara. “Lo barato sale caro. Es mejor uno pagarlo, aunque sea un poco más caro, pero de mejor calidad”, añadió Del Orbe, quien a la hora de comer prefiera la cadera. “Es la carne de mejor sabor y más blandita... además de que absorbe mejor el sazón”.

“Yo lo compro congelado a veces, cuando está en especial y no tengo”, dijo Olga Vázquez.

Mientras, Noelia García, no importa qué, siempre lo adquiere fresco.

Sin duda la opinión del pueblo parece estar inclinada hacia el pollo fresco, pero a la hora de la verdad en los supermercados y tiendas tipo almacén lo que abunda son los refrigeradores repletos de fundas de pollo congelado de todo tipo versus modestas áreas con el pollo de aquí.

De hecho, el reciente estudio Radiografía del Consumidor 2013 de la Cámara de Mercadeo, Industria y Distribución de Alimentos (MIDA) reveló que el 66% de los consumidores compra pollo congelado, especialmente por el ahorro económico que representa.