Arecibo. Más de una veintena de palmas enaltecían la playa Caza y Pesca, del sector Islote, hasta este verano. 

Sobrevivieron el embate del huracán María, pero no pudieron con la furia de un activo océano Atlántico.

Las constantes marejadas que embistieron esta zona entre julio a septiembre pasado provocaron que se perdieran 111 pies de costa. Ahora, solo una palma maltrecha y con las raíces al aire queda allí inclinada hacia el agua. 

La peor parte, sin embargo, es que un área de la playa ha erosionado tanto que provocó grietas en la carretera PR-681. A unos cinco pies de esta vía, un risco se formó hacia el océano. Parte de un drenaje pluvial quedó descubierto. 

Según el director de la Oficina de Manejo de Costas y Cambios Climáticos del Departamento de Recursos Naturales y Ambiental (DRNA), Ernesto Díaz, esta es la playa que más arena ha perdido a causa del “proceso de erosión acelerado” experimentado en el último año en la Isla. 

Es que desde el paso del huracán María “nuestras costas no han tenido mucho descanso”, pues se han registrado marejadas constantes que debilitan la zona costera.

El meteorólogo Ernesto Rodríguez, oficial de ciencias y operaciones del Servicio Nacional de Meteorología (SNM), recordó que a principios de marzo, se registró “la marejada más intensa en los últimos 10 años” en la que la costa norte estuvo expuesta a olas rompientes de entre 25 a 30 pies por un periodo de hasta 72 horas. 

La otra marejada potente ocurrió entre el 27 al 30 de septiembre a causa del huracán Leslie. 

Este mes, para colmo de males, comenzó la temporada de marejadas de invierno, la cual se extenderá hasta abril de 2019. Popularmente, a estas se le conocen como “las marejadas de los muertos”.

La geóloga marina a cargo de la Red de Playas de Puerto Rico y del Caribe de la Escuela de Planificación de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Río Piedras, Maritza Barreto Orta, destacó haber “observado que muchas de las playas han cambiado por el huracán y no se han recuperado. Se supone que después del huracán, las playas comiencen un ciclo para volver a cómo eran antes, la arena se va y la arena regresa en seis, siete meses o un año, pero aquí las playas no se han recuperado”. 

La experta indicó que un estudio realizado por la Red de Playas detectó que para el 2010 el 60% de las playas se encontraban en un proceso de erosión de bajo a moderado. Ya entre el 2011 al 2017, previo a María, la situación variaba a severa. 

Después del ciclón no se ha medido el grado de impacto que han tenido las marejadas en los 799 pies lineales de costa y las 1,225 playas que tiene Puerto Rico, comentó la profesora. Sin embargo, la Red de Playas y el SNM completó recientemente un estudio, el cual está próximo a publicarse en una revista especializada, que revela el efecto que tuvo el huracán María. 

La zona más afectada, reveló Barreto Orta, fueron las costas entre Mayagüez y el oeste de San Juan, así como entre Ceiba y Santa Isabel. 

“En La Boca, en Barceloneta, había secciones de la playa con un ancho que medía entre 80 a 100 metros (alrededor de 300 pies) de ancho y después del huracán redujo de cinco a 10 metros (unos 30 pies)”, añadió la catedrática.

Sin embargo, en la costa entre San Juan y Ceiba, al igual que entre Juana Díaz a Cabo Rojo, el ancho de las playas creció. 

El mayor peligro de perder la arena de la costa es que la hace más propensa la zona a sufrir inundaciones costeras, comentó Barreto Orta. 

Díaz, por su parte, indicó que la situación también afecta la infraestructura pública, deja a animales en peligro de extinción sin un lugar para anidar, mientras que provoca daños en edificios y residencias privadas. 

Para este problema, el gobierno todavía no tiene una solución concreta. 

Este mes comenzaron dos estudios a cargo del DRNA y el Cuerpo de Ingenieros del Ejército de los Estados Unidos con el que se buscan establecer “estrategias efectivas de intervención”, informó el directivo del DRNA. 

Un estudio se concentra en la evaluación de los daños costeros entre El Morro y Boca de Cangrejos, en San Juan, y el otro será de todo Puerto Rico.

Durante una visita a la playa Caza y Pesca, las encargadas del proyecto en el Cuerpo de Ingenieros, Stacey Roth y Carolina Burnette, indicaron que tienen tres años y un presupuesto de $6 millones en conjunto para completar la evaluación. Luego, se tendría que esperar por una asignación de fondos de la agencia federal para ejecutar la solución que se proponga para las playas más afectadas. 

“Se evaluarán diferentes alternativas, que pueden incluir la restauración de arena y dunas en la playa, arrecifes artificiales, rompeolas o estructuras necesaria para reducir daños a infraestructura y proteger el medio ambiente de la zona”, explicó Burnette.