Par de cumpleañeros, una convocatoria con casi un mes de anticipación, una casa con piscina, una convocatoria por redes sociales, cerca de 1,500 jóvenes estimulados por la música, el alcohol, la fiesta... y la ansiedad de inmortalizar todo lo que ocurre a través de las redes sociales (otra vez).

En eso se puede resumir lo ocurrido el viernes pasado en una residencia de la urbanización Colinas de Bayamón, donde un “party de marquesina”-que se salió bastante de la marquesina- bautizado en las redes sociales con el hashtag #N7, creció a niveles insospechados – por lo menos, por los organizadores- y ahora acapara titulares con palabras como “algarete” y “fuera de control”.

A juzgar por los Vines circulados antes, durante y después de la fiesta, parece ser que el también denominado #GetDeBayamón, estuvo más “hardcoroso” de lo esperado. Y de inmediato, las imágenes de jóvenes que aparentan estar intoxicados o de dos chicas bailando en trajes de baño con sus traseros pegados a una ventana de cristal, llevan a más de uno a pensar que el país va en picada, quizá por el mismo inodoro que seguramente muchos de los más de 1,500 jóvenes que asistieron al party se abrazaron al día siguiente.

¿Qué podían hacer las autoridades en este caso? ¿A quién le toca intervenir con “semejante degenere” –como le han llegado a llamar algunos?

La Policía, a través de más de un representante, ha hecho saber hoy que en este caso, por tratarse de una fiesta en una residencia sobre la que no hubo querellas o sospechas de que se estuviera cometiendo delito alguno, no tenían jurisdicción.

“Observamos desde donde se nos permitió, porque eso es una fiesta privada en una residencia privada. Eso es el derecho de ley y ese es el derecho constitucional que tienen todos los residentes de su propiedad privada… Hay un derecho constitucional a la privacidad. Si nosotros no observamos una violación de ley, nosotros no podemos entrar a la residencia”, detalló el superintendente auxiliar de Operaciones de Campo, Orlando Meléndez,  en una entrevista radial (NotiUno).

Más tarde, el comandante Roberto Salvá, de la Superintendencia Auxiliar de Operaciones de Campo, reiteró en una conferencia de prensa en el Cuartel General que oficiales de la Policía de Bayamón expidieron una treintena de boletos de tránsito, pero no detectaron otras violaciones de ley en el lugar.

“Recuerda que es una actividad privada que se está llevando en una residencia. El hijo del dueño, Carlos Padilla Rivera, es el organizador de la actividad, convocó a unas amistades y algunos de los invitados, sin autorización, circularon una invitación abierta por las redes sociales”, agregó Salvá, quien reconoció que si había menores consumiento alcohol corresponde a otras agencias como el Departamento de la Familia intervenir..

De igual forma, José Daniel Echevarría, portavoz del Cuerpo de Bomberos, que tiene entre sus deberes regular la capacidad de establecimientos públicos, indicó: “nosotros no entramos en eso”.  “La Ley del Cuerpo de Bomberos no regula este tipo de actividad en residencias privadas”, destacó, en entrevista telefónica.

Probablemente, la gran diferencia entre este y cualquier otro evento de esta índole es que el mismo quedó documentado en las redes sociales por la generación del “selfie” –quizás- para poder recordar lo bien que la pasaron antes de borrar cinta. Fotografías y vídeos publicados en Twitter y Vine evidencian el ambiente similar al de Project X, película con la que el #N7 ha sido comparado.

Estrenada en el 2012, la trama Project X gira en torno a una fiesta de cumpleaños casera –organizada por tres amigos que querían darse a conocer en la escuela- a la que asisten más personas de las esperadas. Hasta ahí llegan las comparaciones entre #N7 y el filme, primero, porque el party boricua fue organizado por mayores de edad –independientemente de que a él hayan asistido menores, como se ha especulado-, y segundo porque la comedia cinematográfica sí se salió de control, con peleas, un carro sumergido en una piscina y hasta un loco armado de un lanzallamas, entre otras alteraciones a la paz que culminaron con varias patrullas de la policía.

Pocos la han comparado, quizás porque no lo recuerdan, con el caso de una cumpleañera alemana cuya convocatoria a su cumpleaños se le salió de control porque omitió un detalle importante: oprimir en la invitación al evento creado en Facebook el botón con el que se aseguraba de que solo le llegara a sus amigos cercanos. ¿El resultado? Unas 15,000 personas confirmaron su asistencia al evento y a pesar de que los padres de la chica que celebraría su cumpleaños número 16 decidieron cancelar el festejo, a la calle en Hamburgo donde vivía la familia se dieron cita cerca de 1,600 personas. El suceso provocó la movilización de la policía y probablemente un trauma a la olvidadiza cumpleañera.

Pero, al igual que en Project X, la diferencia principal con #N7 es que fue convocada por una menor de edad y que la gran mayoría de los que confirmaron su asistencia con mensajes como “We love you Thessa” no eran bienvenidos.

Ese no parece haber sido el caso del #N7, sobre el que ya algunos han asegurado en las redes sociales, que esperan que se repita aún mejor.  

Mientras, otros, han optado por vacilarse el fenómeno en las redes sociales.