Durante 36 años, el licenciado Rafael J. Solá ejerció la abogacía hasta que su carrera dio un giro inesperado, cuando el trujillano dejó su corbata y su maletín para colocarse el vestuario de su “alter ego”: “El abogado de las abejas”.

Así pasó a dedicar su vida a la defensa de esta especie que, aunque diminuta, juega un rol monumental en el ambiente.

“Esto es un mundo pasional. La profesión mía son las leyes y la abogacía, y mi pasión son las abejas. Pero, cuando unes profesión y pasión, ciertamente es más atrayente la pasión. Poco a poco vamos adentrándonos en el mundo de las abejas hasta que, eventualmente, cerramos la oficina de abogado, cambiamos el uniforme de gabán y corbata por el atuendo de apicultura para dedicarnos en cuerpo y alma a este ministerio de las abejas... Ahí es que nace lo de ‘El abogado de las abejas’”, explicó Solá en entrevista con Primera Hora.

Ese cambio de dirección, contó el experto, surgió de manera “espontánea”, gracias a la enseñanza del apicultor “Papo” Román y de los conocimientos que adquirió en la Escuela de Apicultura del Este.

Es así como desde el 2015, Solá y su esposa, Sonia Sánchez, dirigen la iniciativa “Salvemos las Abejas”, esfuerzo mediante el cual educan a la población con charlas y talleres, a la vez que cuidan de un apiario con alrededor de 10 colmenas en su pueblo Trujillo Alto. Todo esto con el deseo de promover la protección de esta especie.

“Lo que nosotros hacemos es expandir el conocimiento sobre la importancia de las abejas. Una de las facetas es enseñar que todo el mundo sea abogado de las abejas… No tienen que ser apicultores, con tú tener conocimiento de que hay que protegerlas, ya estás abogando por ellas”, señaló el licenciado Solá.

Precisamente, el ahora apicultor, no solo se enfocó en aprender acerca de estos polinizadores y saber cómo cuidar de ellos, sino que se dispuso a luchar por defender a estos insectos de la fumigación y a crear consciencia en su municipio de Trujillo Alto para que se proteja dicha especie.

“Antes de nosotros empezar, la práctica de ellos (municipio) era que si había una llamada de emergencia con abejas, ellos iban y las mataban. Entonces, hubo una crisis de alimentos a nivel mundial y hubo una voz de alarma de que las abejas estaban amenazadas y todos los países hicieron leyes para protegerlas, incluyendo Puerto Rico, donde se hizo un protocolo para que todas las situaciones de abejas que cayeran en Manejo de Emergencias, se canalizaran a través de un apicultor”, destacó.

El abogado de profesión cuida de un apiario con alrededor de 10 colmenas en su pueblo de Trujillo Alto.
El abogado de profesión cuida de un apiario con alrededor de 10 colmenas en su pueblo de Trujillo Alto. (XAVIER GARCIA)

“El segundo paso fue que se hicieron leyes específicas que prohíben la matanza de las abejas. Esa es la Ley 156 de Protección de los Polinizadores en Puerto Rico y se hizo la Ley 112 que declara la abeja patrimonio de Puerto Rico porque la gente tiene que saber que somos tan bendecidos de que nuestra abeja es única en el mundo”, resaltó el licenciado. Precisamente, la Ley 112 motivó a Solá a crear un proyecto para exportar la abeja reina local a otras partes del mundo.

“Se ha dicho que nuestra abeja puertorriqueña es la esperanza a nivel mundial para salvar la apicultura. Quisiéramos exportar nuestra reina a todos los lugares del mundo. Llevar a Puerto Rico representado por nuestra abeja. Así que hay mucho por hacer”, adelantó el experto.

Según Solá, la abeja puertorriqueña es única por dos cualidades. “Primero, porque es africanizada y eso quiere decir que se puede defender de las plagas que la aquejan”, dijo. Y, en segundo lugar, porque es “manejable”.

“Un apicultor las puede manejar sin recibir un ataque desmedido, como eran las abejas africanizadas en su origen. Siempre van a picar, pero es manejable”, dijo el apicultor, quien junto a su esposa ha realizado sobre 500 remociones de panales de abeja en su pueblo. Es así como, mientras crea su banco de abejas reina, Solá y Sánchez continúan educando a todo el que, como ellos, se interese por el diminuto, pero fascinante mundo de estos polinizadores.

La meta de la pareja es defender a estos insectos de todo lo que pueda afectar su valiosa labor, y poder destacar a su pueblo como la meca de la abeja puertorriqueña. “Lo que nosotros anhelamos como apicultores, como trujillanos, es que Trujillo Alto sea declarado Capital de la Abeja Puertorriqueña. Se han dado todos los pasos en esa dirección; evitar la fumigación con glifosato, aspiración de fumigación de mosquitos, tomar consciencia en la Oficina de Manejo de Emergencias de no matarlas, sino de referir los casos”, enumeró el apicultor, quien aprovechó para exhortar a todos a ser abogados de las abejas con acciones sencillas.

“Si quieres dar un pasito, siembra flores atractivas para las abejas. Si quieres hacer un poquito más, pues da charlas. Pero son gradaciones de compromiso que empieza desde lo más leve -que es no matarlas-, hasta tener un apiario, una colmenita. Eso sería lo ideal”, concluyó el experto.

A que no lo sabías…

  • La reina pone de 1,000 a 1,500 huevitos diarios.
  • Una colmena saludable puede tener entre 50 mil y 60 mil abejas.
  • La abeja que se desarrolla a nivel local tiene un genoma diferente a otras, destacando entre sus características su docilidad y la capacidad que tiene para defenderse por sí mismas de las plagas que las afectan, incluidos los ácaros.