Llega la Navidad y no todo es alegría, jolgorio, compras, reuniones familiares, celebraciones religiosas, sino que también es época en que a muchos les sobreviene la tristeza   y también las ideas suicidas.

En lo que va de año, al 30 de noviembre, en Puerto Rico se registraron  276 muertes por suicido, de las que  236 fueron de varones y  40 fueron de mujeres.

El  pasado  2009, se terminó el año con 314 muertes.

Aunque la cifra es 38 menos que el pasado año, el mes de diciembre no ha concluido. 

 “La Navidad es época de compartir con la familia, pero a muchas personas se les han muerto familiares, no tienen dinero ni empleo, por lo que se deprimen”, dijo Lisa Miranda, directora de la  Comisión de Prevención de Suicidio.

“A muchas personas esta época los deprime, les da desesperanza. Se sienten tristes y muchas veces les pasa por su mente la idea de quitarse la vida”, agregó.

Es así que Miranda hizo un llamamiento a los ciudadanos en el Día de la Prevención de Alerta Contra el Suicidio  para que estén atentos a sus familiares, amigos y vecinos y si observan señales de depresión,  darles alternativas y ofrecerles ayuda.

“Hay que dejarles saber que hay alternativas a sus problemas y que todo tiene solución. Hay que encaminarlos a buscar la ayuda de expertos en conducta humana”, sostuvo.

Miranda explicó que como parte del Día de Prevención del Suicidio que se celebra hoy, se llevó a cabo un taller en Guayama de prevención de conducta suicida con  trabajadores sociales, orientadores de comunidad, enfermeras y  el Programa de Acción comunal de Puerto Rico.

“Por primera vez la Comisión de Prevención del Suicidio  ha revisado las guías para el desarrollo de un protocolo de Prevención y Manejo de Comportamiento Suicida en las agencias gubernamentales en Puerto Rico”, expuso.
El comportamiento a observer es variado y va desde intentos suicidas previos, desórdenes mentales, uso y abuso de drogas y alcohol,  comportamiento agresivo o pasivo, miedo a la separación, cambios en hábitos de dormir y comer, pérdida o ausencia de amigos o de algo importante y significativo en su vida.

También pueden expresar  una obsesión con la muerte (“Me quiero morir”),  baja autoestima, aislamiento, enfermedades físicas y terminales.

Puede ser el repartir objetos queridos o y también el hacer documentos.

“Una persona que diga me voy a suicidar, debemos  de tomarlo en serio y pensar  que el suicidio es prevenible”, advirtió Miranda.
Toda persona que se involucre en ayudar a un  potencial suicida debe ser  sensible a esta situación, recomendó.