Reconocimiento a héroes anónimos

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 18 años.
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Cuando Luis Vega camina lo hace mirando hacia el cielo. Ésa es su naturaleza después de haberle dedicado 30 años de su vida a la Unidad de Rescate Aéreo.
Tan pronto su vista o su oído detecta un avión, queda en silencio para registrar qué nave es la que está cursando los cielos. Inmediatamente la reconoce, la mira detenidamente.
Chequea si los trenes de aterrizaje están afuera, si los motores están fallando o si hay algún fuego. Cuando detecta un fallo desde la tierra, sabe que en segundos sonará la alarma que tanto escuchó y que activará a la unidad completa.
“Yo me retiré en el 1999 y vivo en la ruta de aterrizaje de los aviones y todavía no pasa un avión por encima de mi residencia que yo no mire. Siempre miro y oigo para ver si tiene un motor fallándole o si veo fuego o humo. Yo hago una inspección completa de ese avión”, relató a PRIMERA HORA.
Vega se reunió con tres expertos en la Unidad de Rescate Aéreo en el área de la Base Aérea Muñiz. Ayer, fueron reconocidos estos héroes anónimos que hacen tanto tras bastidores.
Una sola pregunta fue suficiente para que estos cuatro ex jefes de Rescate recordaran las innumerables e imborrables experiencias que vivieron juntos.
Interrumpirlos era casi imposible, igual que el dejarlos de escuchar. Cuando uno terminaba de relatar una de las experiencias, el otro inmediatamente aportaba a la misma o comenzaba una nueva.
Roberto Clemente
Las carcajadas abundaron pero en momentos fueron interrumpidas por los gestos de dolor por algunas de las experiencias vividas, como el accidente aéreo del 31 de diciembre de 1972 en el que murió el estelar jugador de pelota puertorriqueño Roberto Clemente.
Fue este accidente el que marcó la vida de Vega. Siempre supo que fue una tragedia que se pudo haber evitado si la nave hubiera recibido el mantenimiento adecuado antes de salir a volar. Aún recuerda recibir familiares de los fallecidos.
“Yo era fanático de Roberto Clemente y ese accidente nunca debió haber sucedido”, dijo.
Fue también la emergencia aérea que más le impactó a Jesús Zapata, jefe de la Unidad de 1985 a 1999.
Juan Marrero, jefe de Rescate del aeropuerto Mercedita en Ponce, recuerda aún con nostalgia un accidente del 1978 en el que un bimotor se estrelló en Barrio Obrero al hacer contacto con el tendido eléctrico.
Murieron los 11 pasajeros que iban en la nave, más cuatro personas que se encontraban en la calle jugando dominó. “No murieron más personas porque para ese tiempo estaban dando una novela bien famosa, Cristina Bazán, y las mujeres ya habían recogido a sus hijos para ir a ver las novelas”, dijo Vega.
Estuvieron recogiendo partes humanas desde las 8:00 de la noche hasta las 6:00 de la mañana, relató.
“Ése fue uno de los accidentes que más me impactó debido a cómo quedaron los cuerpos de la tripulación. Esas cosas se quedan con uno”, rememoró Marrero.
José Rivera Falú, jefe interino de la Unidad de Rescate Aéreo, recuerda con asombro la explosión del 12 de enero de 1981 de nueve aviones de la Fuerza Aérea de la Guardia Nacional en la Base Muñiz. En aquel entonces era especialista de rescate aéreo. “Cuando yo llegué todavía estaban explotando los aviones... yo estaba impaciente por entrar”, dijo Rivera Falú, que a través del intercambio con PRIMERA HORA prefirió escuchar las anécdotas de sus tres ex jefes.
“Cuando unos salen, nosotros entramos. Para hacer esto, hay que llevarlo en la sangre”, añadió Rivera Falú con la voz entrecortada.
Valientes, pero...
Por años dedicaron su vida al servicio de los miles de viajeros que tiene el aeropuerto Luis Muñoz Marín. En las emergencias nunca les atacó el miedo, habían sido entrenados para enfrentar el peligro.
Sin embargo, cuando estos cuatro valientes se montan en un avión la historia es completamente distinta. Conocen el sonido del avión y el funcionamiento de cada una de sus partes. El más mínimo sonido fuera de lugar los pone en alerta.
Tan pronto entran a una aeronave, contario a muchos, leen el folleto que describe las especificaciones del avión y atienden detenidamente las instrucciones de la tripulación. Incluso, Zapata siempre se identifica como rescatista aéreo y solicita que se le asigne una salida de emergencia.