El rostro de Israel Collazo Torres se empapa en lágrimas cada vez que recuerda el fatídico suceso que cobró la vida a más de 200 personas en el barrio Mameyes de Ponce el 7 de octubre de 1985.

Pero igual no olvida cómo el gobernador Rafael Hernández Colón se transformó en esa mano amiga que les ayudó en todo lo que estuvo a su alcance.

“Él rápidamente se unió al área de desastre y estuvo allí con nosotros, mano a mano, rescatando cadáveres y poniendo a disposición todos los servicios del gobierno; desde el principio hasta el final. Su apoyo fue extraordinario porque él se identificó mucho con nosotros, con el dolor de nuestros familiares”, confesó Collazo Torres, líder comunitario de Nuevo Mameyes.

“Movió todo su gabinete a Mameyes, luego al coliseo donde fue el velatorio, al entierro y al refugio, cuando entonces organizó un comité para hacer las viviendas, elaboró el terreno donde ahora está Nuevo Mameyes, o sea, estuvo en cada fase. Mameyes está gracias a él, porque si no fuera por él, tuviéramos nosotros ubicados en distintos lugares, y eso no es así porque él quiso reunirnos a todos en un solo sitio que llamó comunidad Nuevo Mameyes”, recordó Collazo, quien al momento de la tragedia tenía unos 18 años.

Hoy, al despedirse del exmandatario, Collazo Torres agradece en nombre de su comunidad Nuevo Mameyes y de aquellos seres que ya no están, su abrazo cálido en momentos de dolor.

“Nos impactó mucho su muerte y nos identificamos, porque él sí que se portó bien con nosotros.  Y nosotros, los residentes de Nuevo Mameyes estamos bien agradecidos de que fue un gobernador como él que nos dio la mano 100%. Su partida nos afecta porque tuvimos un aliado, un guardián que veló por nosotros 24/7”, apuntó.