Peñuelas.- “Bugalú” descansa nuevamente en paz.

Luego de varios días de espera e intranquilidad ayer se identificó el cadáver dentro del ataúd que se llevó la corriente del río la semana pasada en el cementerio de Peñuelas, en medio de las inundaciones provocadas por una onda tropical.

Ángel Miguel Cruz, mejor conocido como “Bugalú”, fue identificado por su viuda, María Luisa Velázquez, y por sus dos hijos varones, Ángel y Francisco.

No era cualquier muerto el que se salió de la tumba. Era “el hombre más alegre de Peñuelas”, cocinero de comedor escolar, esposo y padre ejemplar.

Desde tempranas horas de la mañana la familia esperaba en el Cementerio Municipal peñolano a que desenterraran el ataúd, que había sido sepultado en un área designada por la administración del camposanto hasta que pasaran las lluvias y se pudiera identificar de cuál tumba se salió.

Con los rostros llenos de nervios, caminando de lado a lado, y hablando sin parar de cómo era su padre, los hermanos Cruz Velázquez esperaban el momento de ver los restos de su progenitor, que falleció hace casi cuatro años.

En el cementerio sólo se presentó la familia. El íntimo momento familiar fue atestiguado únicamente por PRIMERA HORA y los empleados del camposanto.

La situación no estaba cómoda para la familia, pero luego de más de una hora de espera, tomaron fuerzas y se apoyaron unos a otros y lograron identificar el cadáver. Un simple movimiento de cabeza de Ángel fue suficiente para ver a la distancia que era su padre el que allí estaba. La viuda, por su parte, no pudo contener las lágrimas y la voz no le salía. Fue su correa de vaquero y su ropa lo que ayudó a reconocer el cuerpo.

La fortaleza de esta familia se la legó el mismo Bugalú, a quien sus hijos describieron como ejemplo de alegría. “El hombre más alegre que había en Peñuelas era él. Él siempre estaba riendo, nunca tuvimos problemas, él nunca peleó con nosotros”, aseguró Ángel.

Eso precisamente fue lo que les sirvió de soporte para pasar este doloroso proceso.

Bugalú tuvo una muerte temprana e inesperada a los 53 años. Una picada de mosquito se combinó con un padecimiento de venas varicosas que lo llevó al CDT peñolano, donde sufrió un infarto masivo y falleció.

“Eso pasó hace cuatro años, no queremos pasar por lo mismo; esto es alegría porque él va a estar en el sitio donde pertenece”, dijo Ángel.

Quería votar... o saludar a su esposa

Bugalú laboraba en comedores escolares y, según sus hijos, ésa era su pasión. “Eso era lo de él, cocinar. De hecho, nosotros le echamos unos cucharones dentro de la caja, unos dominós y unos dibujos de unas nenas que lo querían mucho”, contó Francisco.

Los jóvenes adoptaron el buen humor de su padre para bromear que tal vez se salió de la tumba porque quería votar, ya que murió en el 2004 después de ejercer el sufragio.

“Yo creo que era eso, él quería votar en estas elecciones”, dijo Francisco.

A lo mejor la “intención” del difunto no era votar, sino saludar a sus ex compañeros de trabajo o ver a su esposa. Resulta que el ataúd, tras salirse de la tumba impulsado por el agua, recorrió un tramo de la quebrada que atraviesa el cementerio y se detuvo gracias a unos arbustos justo detrás de la escuela donde laboró por mucho tiempo y en donde aún trabaja su viuda.

Luego de la identificación, la viuda y sus hijos dijeron estar satisfechos y tranquilos porque su ser querido nuevamente está en el lugar que le corresponde en el Cementerio Municipal, que ya se encuentra abierto y funcionando debidamente, tras recibir el visto bueno del Departamento de Salud.

“Nosotros ya habíamos aceptado la muerte de papi. El momento es triste, porque de tanta gente que hay se fue el de nosotros. Pero esto es cuestión de alegría, porque hay que ponerlo para atrás donde estaba”, señaló Angel, quien dijo que era “el más apegado a él”.

“Cuando él muere, a la semana yo soñé que no había muerto y me levanté con eso y me dije: voy para casa, que papi está allí. Cuando voy bajando caigo en cuenta de que él estaba muerto. Yo quiero volverlo a ver”, expresó.