El huracán María destruyó varios salones de la Leadership Christian Academy, en  Guaynabo, cuando arrancó parte de una pared del tercer piso de uno de los edificios de la institución, pero esto no impidió que decenas de estudiantes regresaran a clases esta semana.

Mientras trabajadores se encargaban de ir reconstruyendo las zonas devastadas, grupos de estudiantes tomaban clases en un merendero, bajo una carpa blanca a un costado del estacionamiento o en la cancha de la escuela.

“Aquí los estudiantes sienten que el colegio es de ellos y era importante para nosotros retomar las clases lo más pronto posible”, expresó el decano, René Balloveras.

Las clases iniciaron nuevamente el lunes en horario normal, incluso están ofreciendo los servicios de horario extendido hasta las 6:00 p.m. No obstante, la normalidad no ha regresado del todo. Los alumnos han llegado a clases vistiendo el uniforme de la clase de educación física o en ropa casual, ya se anunció que se darán clases durante algunos días feriados, el semestre se extenderá hasta el 22 de diciembre y los maestros reducirán la carga de tareas que se tendrían que llevar los alumnos a sus casas, indicó el decano.

Incluso, aunque la escuela ya cuenta con servicio de agua potable, hay personal apostado cerca de cada baño para velar por su limpieza y a cada estudiante se le pidió que llevara su propio desinfectante de manos (“hand sanitizer”), añadió Balloveras.

“Después que pasó el huracán, entre los maestros, los empleados, limpiamos esto. Hubo daños, pero vamos a trabajar con ellos, aquí el propietario no se ha sentado a esperar y ya consiguió bloques y los materiales para hacer los arreglos. Ahora lo que estamos es viendo cómo podemos ayudar, ayudar a nuestros empleados, nuestras familias, a las comunidades alrededor”, señaló.

A  pesar de los problemas de agua potable y electricidad que enfrenta buena parte del país, varias escuelas privadas alrededor de la isla ya retomaron el semestre escolar tras el embate del ciclón hace dos semanas. 

Para ello han tenido que hacer ajustes en sus horarios, sus reglas y hasta los currículos académicos, pero su objetivo es recibir de nuevo a sus alumnos y devolverles en parte la rutina que trastocó el fenómeno atmosférico, sostuvo el director de la Academia San José en Guaynabo, el padre Ricardo Hernández.

El colegio, ubicado a pasos de la PR-2 en el sector Caparra, no sufrió daños estructurales y con el servicio de agua potable reestablecido, inició las clases el lunes en un horario reducido de 7:00 a.m. a 1:20 p.m. Cuenta con un generador eléctrico para dar luz a las oficinas administrativas y con acceso limitado a internet a través de los teléfonos celulares de los empleados.

“Por suerte nosotros empezamos a hacer la transición hacia lo tecnológico hace poco, así que todavía tenemos pizarras, tiza, borradores y libros”, apuntó el director.

“Los estudiantes que no puedan asistir, se le dará trabajo para la casa, se harán los ajustes para que no se atrasen. Hasta con las maestras hicimos los arreglos, las que no puedan venir todos los días podrán venir dos o tres veces a la semana para que den todas sus clases. Se darán los acomodos necesarios para que nadie se perjudique”, destacó Hernández.

La cafetería escolar le ofrece almuerzos a los alumnos, aunque las opciones son limitadas y se utilizarán platos y cubiertos desechables mientras dure la emergencia. Asimismo, se han cerrado baños en la institución para poder mantener un control sobre la limpieza y el calendario escolar ya se extendió hasta el 21 de diciembre, aseguró el director.

La reapertura de estas instituciones educativas ha sido un alivio para los padres, muchos de los cuales ya han sido convocados para reincorporarse a sus empleos, señaló la directora del Colegio Nuestra Señora de Guadalupe en Puerto Nuevo, Genevieve Zayas. La directora destacó que esta primera semana la dedicarían al repaso de las destrezas que los estudiantes ya aprendieron y no será hasta la semana que viene que abarcarán material nuevo, de modo que haya oportunidad para que más familias se enteren que el colegio ya abrió.

“Los estudiantes necesitan desahogarse. Ayer (lunes) fue el día para que ellos hablaran de María, las clases estuvieron enfocadas en eso, hicieron ensayos... Para los nenes es importante reencontrarse con sus amigos, hablar, saber que todos pasaron por lo mismos”, indicó Zayas, quien destacó que el único daño que sufrió la institución fue que varios plafones del techo del comedor se cayeron.

A pesar del entusiasmo por el reinicio de clases, en los colegios permea la preocupación por los alumnos cuyas familias ya se han relocalizado fuera de la isla o cuyos padres optaron por enviarlos a  Estados Unidos.

“Tengo estudiantes que ya los mandaron fuera. Los padres me dijeron que se van ahora, pero vuelven en enero”, relató Zayas, quien indicó que ha orientado a los adultos sobre la necesidad de matricular a los menores en escuelas y traerle las notas para poderlos aceptar el próximo semestre.

Todas las instituciones educativas visitadas por este diario destacaron que trabajarán directamente con aquellas familias que enfrenten problemas económicos a causa de la emergencia. Asimismo, están disponibles para matricular estudiantes de otros colegios que no hayan podido reabrir.

“Buscaremos las opciones para que no saquen a los nenes de la escuela”, sostuvo Hernández.