Reina la religión yoruba en Cuba
Juan Marten Portuondo, alias “Guancho”, es sacerdote mayor del yoruba, es babalao, y como babalao tiene en esta religión afrocubana –la más importante de la isla– la facultad de atender los casos que supone son en extremo difíciles.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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Santiago de Cuba.- Es grande y poderoso porque tiene en sí a los santos, porque adivina, aconseja y “da solución” a los problemas de quienes llenos de tribulación, pero con fe, se le acercan.
Juan Marten Portuondo, alias “Guancho”, es sacerdote mayor del yoruba, es babalao, y como babalao tiene en esta religión afrocubana –la más importante de la isla– la facultad de atender los casos que supone son en extremo difíciles.
En la casa de Portuondo, en el Reparto Santa Rosa de Santiago de Cuba, se observan tres altares: uno que es dedicado a la santería, otro a la palería y el tercero al espiritismo.
Del techo cuelgan ratas disecadas, antiguos tambores batá. Hay dibujos en piedra de calaveras. Una cabeza de venado es lo que más destaca en este recinto de ocultismo.
El babalao atiende a una dama. A su lado, en el suelo, hay una imagen de Elegua, indispensable porque es la deidad “que abre los caminos”. Sentado sobre una pequeña estera, él tira sus conchas sobre el llamado tablero de Orula, las golpea suavemente e invoca a los orishas y a sus muertos ancestrales.
El babalao es metódico. Tira las conchas una y otra vez y sigilosamente, va apuntando los signos con los que habrá de adivinar el pasado y presente y futuro de esa persona que acude al templo en auxilio.
Portuondo identifica a Yemayá como el santo de las mujer y su muerto dice que una vez tuvo problemas en la piernas, a lo que, ella asiente.
Da también con el problema de la fémina –una crisis en el trabajo– y le aconseja que para resolverlo, le lleve a Yemayá flores al mar.
¿A través de la santería se puede hacer el mal?
En la santería existe el bien y el mal… Si te inclinas a lo positivo tendrás larga vida, tendrás pueblo y tendrás gente.
¿Usted le ha metido un muerto a alguien?
No es mi especialidad; pero si alguien se interpone en la vida de otro y esa persona tiene razones para que la dejen tranquila, si hay que arrear se arrea… Se quita (al otro) del medio, porque el que jura a Dios, jura al diablo. Es sencillo: es o tú o yo.
Esta religión afrocubana nació en este país como una manifestación de un discrimen altamente pecaminoso, el de la esclavitud. Nació del sincretismo entre la santería y la religión católica, por necesidad, porque el miedo de los esclavos vistió las deidades africanas con ropajes de los santos católicos.
Catolicismo y santería –expresa el babalao– siguen cogidos de la mano en Cuba.
“Yo no dejo de participar de las cosas la Iglesia”, señala, tras explicar que su religión es “afro” y “cubana” y si excluyera las características del catolicismo que la componen, perdería su esencia.
Las religiones afrocubanas nunca han perdido su fuerza en Cuba.
A inicios de la Revolución, “hubo ciertas dificultades”, según Portuondo, porque la religión entonces “no se entendía bien”, pero eso se superó.
“Yo cumplo con la sociedad. Soy un buen trabajador… y soy revolucionario”, dice.
Esta religión afrocubana, de acuerdo con el babalao, es una institución que aporta a la sociedad, inclusive llevando por los senderos correctos a los antisociales.
“Si esa persona no tuvo el amparo de una familia, si ha sido un desastre y tiene la vida deformada, aquí se puede rehabilitar”, aseguró.
En sus visitas a Cuba, ni el papa Benedicto XVI ni Juan Pablo II han querido reconocer la religión autóctona de la tierra de Martí.
La Iglesia católica –ni bajo la colonia ni ahora– justifican la práctica de combinar ritos, porque eso implicaría que en el fondo todas las religiones son iguales y la católica, por supuesto, se ha sustentado en el supuesto de que es la religión universal.
Juan Pablo II coronó a la Virgen de la Caridad del Cobre en 1998 y Benedicto XVI le regaló a la santa patrona una rosa de oro.
Ambos engalaron a la “Cachita” de todos los cubanos, a la Caridad, que en Cuba, también es Ochún.
Ochún y la Caridad, unidas como una para una buena parte de los cubanos.