Las radicaciones de quiebra en Puerto Rico registraron un aumento de 6.4% entre enero y mayo de 2025 en comparación con el mismo periodo del año anterior, alcanzando un total de 2,502 casos.

Los datos, compartidos en un informe del Instituto de Estadísticas de Puerto Rico, reflejan que la fragilidad financiera persiste en varios sectores y regiones de la isla.

San Juan lidera la lista de municipios con mayor número de quiebras, con 217 radicaciones, seguido por Ponce con 140 y Carolina con 136.

También se detectaron aumentos significativos en pueblos más pequeños como Toa Alta, Aguada y Añasco. “Estos focos deben atenderse con estrategias locales de planificación y apoyo a comerciantes, especialmente desde la administración municipal”, advirtió la abogada y experta en transformación financiera, licenciada Zelma Dávila.

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Según el Resumen Estadístico de Quiebras de Puerto Rico, correspondiente a mayo de 2025, el comportamiento general del año muestra señales de desaceleración en comparación con el repunte observado en 2023 y 2024, pero no deja de ser preocupante. En mayo, por ejemplo, se reportaron 520 radicaciones, un alza más contenida del 4%.

No estamos viendo un descontrol, pero tampoco una recuperación profunda. Este equilibrio aparente esconde tensiones estructurales, particularmente en sectores que no lograron superar del todo los efectos de la pandemia”, explicó Dávila.

Entre los sectores comerciales más golpeados destacan los restaurantes, con 14 casos de quiebra, y los salones de belleza, con 9. También figuran talleres de mecánica y empresas de seguridad. En conjunto, estas industrias representan una porción significativa de los casi 289 millones de dólares en deuda acumulada reportada hasta mayo.

Las quiebras bajo el Capítulo 7, que implican liquidación de activos, han aumentado en 14.8%, con 876 casos reportados. Mientras, las del Capítulo 13 —que permiten la reestructuración de deuda— reflejan un crecimiento más leve de 2.8%, aunque siguen siendo la opción más común con un 63.9% del total.

“El comportamiento mixto que estamos viendo en estos datos nos recuerda que la fragilidad financiera persiste, aunque no de forma uniforme”, concluyó Dávila.