Ponce. El utuadeño Pedro A. Robert Cancel acude a diario a su área de trabajo como sargento del Complejo Correccional Las Cucharas en Ponce, mientras se prepara académicamente para convertirse en sacerdote de la iglesia católica.

Es que el otrora oficial de custodia retomó su llamado de juventud, tras enviudar de un matrimonio de 21 años y recibir una carta de aceptación del obispo Luis Miranda, de la Diócesis de Fajardo-Humacao.

En entrevista con Primera Hora desde el edificio Ponce Principal, el ahora seminarista contó los pormenores de su decisión, que también cuenta con el apoyo de la secretaria del Departamento de Corrección y Rehabilitación, Ana Escobar.

“¿Cómo que te vas pa’ cura? ¿Vas a seguir trabajando aquí?”, le preguntó un confinado al enterarse, pues asegura que son pocos los reos que conocen su vocación.

Sin embargo, muchos desconocen que Robert Cancel fue monaguillo desde los nueve años y participó de múltiples grupos católicos, pues en la década del 80 sintió un llamado al sacerdocio, aunque tenía una novia en ese tiempo.

De esa manera, el sargento correccional entró al Seminario Interdiocesano Madre de la Divina Providencia en la Ciudad Señorial, donde permaneció por unos cuatro años.

Pero al salir y completar un bachillerato en Filosofía e iniciar la maestría en Orientación y Consejería, decidió labrar su carrera profesional como asesor religioso en Hospicio La Guadalupe y consejero de desertores escolares en Peñuelas, entre otras, hasta que conoció a su compañera de vida, quien falleció hace casi tres años.

“Me casé el 12 de julio de 1996 con una mujer extraordinaria, Milagros García Rodríguez, del pueblo de Peñuelas; cuando ingresé a Corrección ya teníamos tres años de casados. Era una consejera escolar extraordinaria, una mujer, como decía la poesía de Julia de Burgos, ‘una jíbara entera’. Una mujer de una visión extraordinaria que me ayudó a madurar en muchos aspectos de mi vida; no tuvimos hijos”, recordó.

Cuenta que a los tres años de casados, su esposa fue operada de corazón abierto y luego tuvo un diagnóstico de cáncer cervical con metástasis en los huesos de la columna vertebral.

“Mi primo es sacerdote, el exreportero Orlando Lugo, me acompañó para administrarle los sacramentos”, relató sobre el fallecimiento de su esposa en la víspera del Día de Madres de 2018.

Mencionó que al enviudar se instaló como ministro de la eucaristía en la parroquia Santísimo Sacramento de la Playa de Ponce, hasta que nuevamente sintió el llamado al sacerdocio. Pero entonces, quiso discernir si su interés religioso era parte del duelo o si realmente estaba inclinado a continuar el camino que dejó unas tres décadas atrás.

Llega la inquietud

“Cuando me instalo como ministro de la eucaristía, me llegó la inquietud. Pero no quería decir que era una inquietud por el duelo, porque malinterpretarlo como duelo no sería lo correcto para mí”, resaltó.

“Después de hablarlo con varios amigos sacerdotes y con directores espirituales, decidí en octubre de 2020 someterle una carta de aceptación al nuevo obispo de Fajardo y Humacao, Luis Miranda”, agregó sobre la misiva, que compartió con la secretaria de la agencia durante una visita a la cárcel de Ponce.

Sobre sus estudios, el aún sargento correccional destacó que la iglesia le permitió quedarse en la Isla sin tener que trasladarse a España o Colombia como otros seminaristas.

“Es un proceso que llevo ahora de ser aceptado como seminarista, me hicieron un estudio completo de clases que había tomado y decidieron no enviarme a un seminario como tal, directamente a España o en Colombia, porque al ser una vocación tardía, decidieron que estudiara en la Pontificia Universidad Católica, que tomara los cursos y tuviera unos formadores por parte de la diócesis para completar lo que el papa Francisco quiere en la carta sobre cómo se deben preparar los sacerdotes en el siglo 21”, manifestó.

Así las cosas, Robert Cancel continúa en sus labores en el complejo penitenciario, mientras cursa tres de las clases, para entonces ser ordenado diácono y luego como sacerdote.

Sobre la reacción de sus compañeros de trabajo, el seminarista contó que “a veces no entienden el proceso y cómo una persona sea llamada al sacerdocio después de los 50 años”.

“Puedes sentir ese llamado y la iglesia corrobora ese llamado aceptándote y ordenándote. Ves diferente las cosas, tienes un sentido propio de servir, más allá de una profesión, una entrega total, primero por la salvación de uno y la salvación de las almas”, explicó.