Fue cuestión de segundos. Así de súbita fue la inundación de la casa de don Gilberto Amador y doña Milagros Solís Díaz por las lluvias torrenciales que trajo el huracán Fiona.

La única manera que lograron escapar de las turbulentas aguas -cuya fuerza viró la nevera “patas arriba”, destruyó sus pertenencias y ahogó su automóvil- fue montándose en una excavadora del municipio que los transportó al refugio en la escuela superior Ramón Quiñones Medina.

“Estaba en la casa, pensaba que no iba a suceder una lluvia tan fuerte. No me dio tiempo de sacar nada”, relató a Primera Hora el señor de 78 años al resaltar que su esposa y él residen en esa casa desde su matrimonio hace 50 años y fue la cuna que vio nacer a sus cuatro hijos e hija.

Empero, toda esta pérdida fue “innecesaria”, señaló la corredora de bienes raíces Giselle Ramírez, pues la pareja estaba consciente de la peligrosidad de permanecer en su hogar, al tiempo que ha sido proactiva en cumplir con los requisitos del Programa de Reconstrucción, Reparación o Reubicación (R3) para reubicarse a un lugar seguro.

Los vientos del huracán María derrumbaron en el 2017 una parte de la estructura de la residencia, ubicada en la urbanización Jaime C. Rodríguez, lo que los impulsó a buscar otro hogar. Aunque el seguro privado les otorgó $5,000 para reparar los daños, en el proceso de solicitar ayudas gubernamentales se les advirtió que no podían permanecer más allí. Y sí, hicieron la gestión.

Las aguas de lluvia inundaron la casa y ahogaron el vehículo de la pareja.
Las aguas de lluvia inundaron la casa y ahogaron el vehículo de la pareja. (Suministrada)

Los días se convirtieron en semanas, las semanas en meses y los meses en años, pero la pareja sigue en la espera de que se finalice el proceso de compraventa para dormir, finalmente, bajo un techo seguro y digno.

“Habíamos aplicado hace años. Tomaron fotos de las varillas del techo (y nos dijeron) que no estaba apta para vivir. Así pasó el tiempo y, cuando vimos la noticia que le iban a dar una casa a uno, yo corrí para allá. Ahí nos certificaron, me pidieron papel, papel, papel, papel, papel y hasta ahora (nada ha pasado)”, narró Amador.

Pese a cumplir con todos los requisitos que el programa les exige y tener en mano un vale de $160,000 para mudarse, ambos yabucoeños llevan desde mayo en espera de poder residir en su nuevo hogar que está ubicado en el barrio Playita y que con el paso de Fiona no tuvo ningún tipo de daño.

“Desde que me dieron un ‘voucher’ para que consiguiera una casa, pues conseguí la casa, pero todavía estoy esperando. La tasaron, pero estoy esperando todavía desde hace unos seis meses”, lamentó.

“No había necesidad de que llegara a eso”, puntualizó Ramírez, quien está vendiendo la casa para su cliente que se mudó a los Estados Unidos por condiciones de salud. “Realmente, lo que yo puede entender es que aquí existen tantas capas de burocracia que no están haciendo el proceso ágil. Le escribieron a don Gilberto que iban a intentar, lamentaron y nada, tenemos una promesa de que el cierre se haga pronto”, agregó.

Según Ramírez, la nueva casa ya ha sido tasada e inspeccionada, tiene la escritura, cuenta con la documentación de deudas y valores del Centro de Recaudación de Ingresos Municipales (CRIM), se instalaron los detectores de humo y se le dio un tratamiento de techo. Por más llamadas y correos electrónicos que haya enviado Ramírez al personal del R3, han sido escuetas y vagas las respuestas para explicar por qué los septuagenarios aún no han podido culminar el proceso de compraventa.

“Esta no es una compra por gusto. Esto es una compra por una emergencia. Esto es una compra porque tienes a unas personas que viven en una situación (peligrosa)”, tronó.

“La burocracia e ineficiencia del programa de R3 han sido responsables de la tragedia y pérdidas que esta familia tuvo ante el paso del huracán Fiona. La necesidad y urgencia está presente y la casa disponible. No existe razón alguna para que don Gilberto no se mude con la urgencia que lo amerita. No dudo que hayan más don Gilberto sin voz”, reiteró en declaraciones escritas.

El secretario del Departamento de la Vivienda, William Rodríguez Rodríguez, dijo a Primera Hora que desconocía semejante denuncia. Por lo contrario, atribuyó las dilataciones a situaciones de participantes que optan por viviendas nuevas en zonas inundables o que no hayan cumplido con algún requisito federal. También, indicó que algunas dilaciones se deben a sucesiones y, en ocasiones, es difícil entablar comunicación con los miembros de una sucesión, especialmente si viven en Estados Unidos.

“Pasan situaciones que no necesariamente son atribuibles al programa, pero que muchas veces las personas que están en el proceso -que pasa también en cualquier otro cierre- se frustran como parte del proceso, pero que realmente son atribuibles a situaciones que pasan como parte del proceso de compraventa”, apostilló.

Pero, el caso de esta pareja no es único. Familias con vales del programa R3 han denunciado que algunos corredores de bienes raíces rehúsan trabajar con el programa, traba que Rodríguez Rodríguez reconoció a este diario. Muchos de estos participantes, igualmente, no lograron mudarse de sus hogares previo al embate del huracán Fiona y también sufrieron pérdidas de sus pertenencias.

El funcionario aseguró que ha traído este asunto a la atención a los gremios de bienes raíces para orientar a los corredores a “eliminar cualquier duda o estigma que pueda existir como parte del trabajo que hacen los ‘realtors’ en Puerto Rico”.

Adelantó, además, que durante este mes se ofrecerá un simposio para corredores en el que se desmentirán conceptos erróneos, como la creencia de que venderle una casa a un participante de R3 provoca una tardía en pagos, que no se puede cobrar comisión en las ventas, no pueden hacer un cheque aparte para la comisión y que el proceso se tarda.

“(Que los corredores) no desaprovechen la oportunidad de poder colaborar y ayudar a todas estas familias, que es bien importante. No solamente es parte de su trabajo, y yo sé que van a generar ingresos como producto de esto, pero también están ayudando a cientos de familias que pasaron por una situación muchas veces traumáticas de perder su hogar, que ya de por sí un proceso de relocalización es un proceso difícil... salir de dónde vivían. Los invito a que los ayuden”, exhortó al también instar a los participantes que se sientan discriminados a enviar sus querellas a infocdbg@vivienda.pr.gov.

Por otro lado, el secretario reconoció que en Puerto Rico existe una escasez de vivienda accesible, situación que podría complicarle aún más a los damnificados del huracán Fiona en su proceso de recuperación.

Para subsanar esta realidad, Rodríguez Rodríguez afirmó que el departamento que dirige está “estimulando la construcción de vivienda nueva”, así como la consideración de rehabilitar y reutilizar espacios vacantes, los cuales comúnmente se conocen como estorbos públicos.

“Sabemos que es un tema complejo. No estamos descartando ninguna alternativa. (Pero) que sepa la gente que siempre la relocalización es el último de los recursos.

En el Departamento de la Vivienda, ninguno de nuestros programas existe para desplazar comunidades”, acotó al mencionar que la escasez de viviendas no es única de Puerto Rico.

Si desea ayudar a don Gilberto y a doña Milagros, puede comunicarse al 939-242-5550.