Hace un año, los principales portavoces del Departamento de Salud minimizaron el riesgo que el COVID-19 representaba para Puerto Rico e, incluso, se escuchó decir al exsecretario de la agencia Rafael Rodríguez que a la Isla no llegaban vuelos directos de China, donde surgieron los primeros casos de coronavirus. Pero al otro lado de la historia, y de manera simultánea, había un grupo de científicos locales que aunaba esfuerzos para comunicar y explicar la gravedad de la crisis que se acercaba a pasos acelerados debido al nivel de propagación que tiene el novel coronavirus.

Y en ese escenario, en el que en muchas instancias el gobierno descansó en la respuesta federal para resolver asuntos -aun cuando tenía en frente a todo un ejército de científicos con sabiduría, ánimo de colaboración y estrategias en mente para salvar vidas-, se fue abriendo un camino para profesionales que alertaban a la ciudadanía a través de redes sociales y medios de comunicación.

Fueron héroes anónimos que desde sus trincheras hicieron una labor de importancia haciendo visible lo relevante que era actuar con rápidez para tener una respuesta eficaz contra la epidemia.

Y en retrospectiva, entre las grandes lecciones que han dejado los pasados 365 días está la importancia de las ciencias a la hora de sentarse a la mesa para diseñar políticas públicas y la prioridad que se le debe dar a la preparación de estrategias de salud pública para atender emergencias como lo es una pandemia, un huracán o un terremoto.

Así lo expresaron a Primera Hora un grupo de expertos, incluida la neurobióloga Mónica Feliú Mójer, directora de Comunicación y Divulgación Científica de la organización Ciencia Puerto Rico, quien destacó que los que conocen el desarrollo de los virus y su comportamiento, “llevaban años levantando bandera” sobre la posibilidad de que una pandemia como la que se experimenta a nivel mundial podía ocurrir en cualquier momento.

“En términos generales, la comunidad científica no estaba del todo sorprendida de que surgiera una pandemia debido a un coronavirus, pero, francamente, creo que muy pocas personas en el mundo y Puerto Rico pensaban que esto se iba a darse en estos momentos. Uno puede decir es posible, como cuando se dice que es probable que tengamos un terremoto significativo, pero la realidad es que no se sabe cuándo va a suceder. Y, entonces, creo que esta emergencia reflejó la naturaleza humana de que, aunque hay una amenaza inminente, siempre posponemos el prepararnos. Y ahí hay una de las grandes lecciones de esta pandemia: resaltó la importancia de ser proactivos y prepararse a nivel de respuesta de salud pública para emergencias de distintos tipos”, dijo Feliú Mójer.

Mencionó lo evidente que fue en los primeros meses de la emergencia la falta de estrategias que había a nivel de gobierno. “En parte, el caos se debió a una falta crónica de inversión que hay en la infraestructura de salud pública y de la ciencia en Puerto Rico. Y esto no solo se dio en la Isla, sino en Estados Unidos y a nivel global”, acotó.

La falta de liderazgo de figuras claves en el gobierno y en el Departamento de Salud también se puso al relieve.

“Antes que se detectaran los primeros casos de coronavirus vimos personas que se suponen que fueran líderes en salud pública, entre ellos al exsecretario de Salud (Rodríguez) y a la que era epidemióloga del estado (Carmen Deseda), cometiendo errores crasos. Y eso deja en evidencia que en Puerto Rico existe la necesidad de darle espacio a gente que tenga la preparación y el liderazgo, pero que también considere a la ciencia en la toma de decisiones”, sostuvo.

Agregó que en tiempos de crisis como la que representa una pandemia de una enfermedad desconocida a nivel mundial, la prioridad no deben ser los intereses políticos, sino la salud y bienestar del país.

“Para mí, Fabiola Cruz (epidemióloga) es un ejemplo vivo de eso que menciono. Fabiola ha logrado algo extraordinario como lo es montar un sistema de investigación de casos y rastreo de contactos que no existía en Puerto Rico. Fabiola es el ejemplo de todo lo que se puede lograr cuando una persona tiene visión, verticalidad, peritaje y la estrella que la guía es beneficiar al país sin importar si se ve bien o mal o si se alinea con intereses partidistas. Eso es bueno para el país”, manifestó.

Dijo que como Fabiola hubo otros muchísimos miembros de la comunidad científica que son parte de la red de CienciaPR, que mostraron preocupación y se hicieron disponibles cuando empezaron a observar que no se estaban tomando acciones apropiadas para ser proactivos atendiendo la pandemia.

“Nuestro rol todo este tiempo ha sido, además de educar e informar, fiscalizar y decir: ‘mira, esto es lo que dice la ciencia y no se está atendiendo... eso es erróneo’ “, subrayó.

Había una urgencia de levantar las voces expertas y hacerlas más visibles que nunca.

“Estamos viendo a un sinnúmero de expertos y expertas dando un paso al frente y tomando roles en escenarios que, por lo general, no los veíamos. Y los vemos participando cívicamente en redes sociales o medios tradicionales. Y para CienciaPR, como comunidad que lleva 15 años de existencia, siempre ha sido importante fomentar el avance de la ciencia en todos los ámbitos”, insistió.

Añadió que la pandemia hizo obvia la necesidad de que los científicos deben sentarse a la mesa a la hora de tomar decisiones de política pública y mencionó como ejemplo que se haya creado una Coalición Científica para que asesore al gobernador Pedro Pierluisi. La exgobernadora Wanda Vázquez también utilizó un grupo asesor de médicos para establecer ordenes ejecutivas relacionadas al coronavirus.

“Podemos debatir si se les está haciendo caso o no a los miembros de la Coalición, pero el hecho de que exista ese avance grandísimo para el país puede servir de catalítico para acelerar que científicos continúen presentes en esas mesas de toma de decisiones”, dijo al recordar que cuando se habla de ciencias se incluyen las relacionadas al ambiente, sociales, naturales, entre muchas otras.

“Muchos problemas urgentes en Puerto Rico se pudieran beneficiar de la ciencia para establecer políticas públicas en cuanto al cambio climático, la seguridad alimentaria, la inequidad y desigualdad”, puntualizó como ejemplo.

Por su parte, el doctor Marcos López Casillas, gerente de investigación del Puerto Rico Public Health Trust (PRPHT) y catedrático del Departamento de Química de la Universidad de Puerto Rico, recinto de Humacao, también hizo un viaje retrospectivo a las primeras semanas de la emergencia en la Isla, cuando aun toda la atención local estaba puesta en mitigar los daños ocasionados por los terremotos del suroeste.

“De momento teníamos una pandemia encima y las noticias de cómo la enfermedad avanzaba vertiginosamente en otros países y en jurisdicciones tan cercanas como Neuva York. Era impactante ver los vídeos que se compartían de gente hiperventilando y parecía que se iban a asfixiar. Creo que nadie puede decir que estaba preparado para la dimensión que tomó todo esto”, manifestó.

Recordó que para entonces, la comunidad científica de Puerto Rico comenzó a reunirse y en un principio no estuvo involucrado. Eventualmente, recibió un correo de los directivos de Ciencia Puerto Rico (Giovanna Guerrero y Daniel Colón Ramos) indicándole que estaban buscando recursos para acceder a laboratorios que se pudieran adentrar a realizar las pruebas de COVID-19. Para ese entonces, el proceso estaba limitado y las muestras que se recogían se enviaban para análisis a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC) en Atlanta. Simultáneamente, laboratorios privados como Toledo levantaron bandera de que podían procesar pruebas.

“Recuerdo que me dijeron que necesitaban ayudar a la Ponce Health Sciences University (PHSU), porque ellos querían empezar a hacer las pruebas, pero el problema era que no se encontraban los kits. Eventualmente, a través de los mismos científicos, se empezó a establecer oportunidades y nos reunimos con todos los laboratorios de referencia grandes que hay en la Isla para ver cómo podíamos empezar a ayudar desde la ciencia”, rememoró al indicar que a partir de esos espacios se fueron uniendo otros laboratorios que hasta el día de hoy procesan más análisis que el Departamento de Salud.

Posteriormente, se unió como gerente de investigación del PRPHT, donde el enfoque inicial era establecer estrategias para aumentar las pruebas moleculares en la Isla, pues el enfoque del gobierno para entonces estaba enfocado en las pruebas serológicas.

“Un problema grande que teníamos era que las pruebas serológicas estaban siendo mal utilizadas. Posteriormente, ahí mismo fue que salió a relucir las situaciones con las pruebas que se compraron a unas compañías que no tenían el expertise para este tipo de ventas y eso fue bien fuerte, porque muchas de ellas empezaron a circular en Puerto Rico”, detalló al agregar que para finales de mayo, el grupo dio a conocer públicamente que se habían realizado en el País 100,000 pruebas moleculares. “Ese número tan claro no lo tenía el Departamento de Salud”, añadió.

Manifestó que el grupo de científicos se reunía tres veces por semana para intercambiar datos y ofrecer recursos. “Aún seguimos la discusión, pero ahora nuestro enfoque son otros temas, como las variantes que están saliendo. La dinámica es cambiante en la discusión en mesa”, acotó.

El gran reto que tuvo la comunidad científica, a su entender, fue lograr trabajar con el Departamento de Salud.

“La agencia no trabaja con nadie y eso lo logramos con ese esfuerzo de colaboración que se dio gracias al doctor Lorenzo González, quien nos dio total apertura para trabajar. Lorenzo fue quien le dio la oportunidad a la ciencia en este proceso de la pandemia. Nosotros por meses pedíamos a Salud que nos permitiera ayudar. Los científicos podíamos hacerlo desde el principio y eso es algo que se veía en otros países y jurisdicciones. Esa apertura que se le dio a la comunidad científica es algo que debe quedarse, porque hemos demostrado que si nos unimos podemos lograr más”, opinó.

Mencionó como ejemplo que a través de la comunidad científica se dio paso al proyecto del Sistema Municipal de Investigación de Casos y Rastreo de Contactos de Puerto Rico (SMICRC) que dirige la epidemióloga Fabiola Cruz, así como el proyecto CASPER, el cual se hizo en colaboración con la Universidad de Ponce y el Fideicomiso de Salud Pública.

“También hemos visto cómo se ha dado en Ponce la oportunidad de trabajar con los CDC lo del estudio para identificar nuevas variantes del SARS- CoV-2 y, en nuestro caso, en el Puerto Rico Public Health Trust se han logrado ganar propuestas de investigaciones para analizar la situación de la pandemia a nivel local”, precisó.