Satos rescatados de una playa

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 18 años.
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YABUCOA La playa Lucía de Puerto Rico atrae a un nuevo tipo de turistas: los amantes de los animales que vienen a rescatar a los perros callejeros del Caribe para llevarlos a Estados Unidos.
Cientos de caninos abandonados son recogidos en Puerto Rico y otras islas por visitantes voluntarios y trasladados a refugios en Estados Unidos, donde algunos de los “descastados” son apreciados como mascotas exóticas.
Es un esfuerzo costoso y apenas sustituto de los programas tradicionales de esterilización, que no se han impuesto con facilidad en la Isla y otras naciones caribeñas. Los críticos dicen que no sirve de mucho para reducir el problema de los perros callejeros y que sólo dificulta la matanza de perros no deseados en las perreras estadounidenses.
La Save a Sato Foundation -“sato” es el término puertorriqueño para el perro sin pedigrí- envía de 1,500 a 2,000 perros a refugios estadounidenses anualmente. Su cibersitio recluta voluntarios que viajan de la Isla a Boston, Hartford (Connecticut) o Newark (Nueva Jersey) para llevarse perros en vuelos comerciales. Varios refugios en la costa este de Estados Unidos tienen arreglos con la fundación y con otras agencias caribeñas de bienestar animal.
Christina Aquilino, de Mendon, Massachusetts, ha venido dos veces a Puerto Rico para llevarse perros abandonados después de haber adoptado uno en su ciudad, un terrier Jack-Russell al que le dio el nombre de Odie.
“Aunque hubiera un solo Odie en esa isla, me lo voy a traer aquí para darle mejor vida”, afirmó. “Es dinero bien gastado. Me conmueve hasta las lágrimas ver a esos perros abordar los aviones”.
Ha gastado más de $800 en pasajes aéreos y en cada uno de sus viajes se ha pasado menos de 24 horas en la Isla. Los perros suelen viajar en la bodega, pero Aquilino trajo con ella en la cabina a dos diminutos cuzcos parecidos a los Chihuahua.
Los encargados de los refugios en Estados Unidos dicen que hay una demanda real de pequeños perros callejeros de Puerto Rico y de las Bahamas.
Otros defensores de los animales dicen que los refugios estadounidenses deberían atender su propio excedente antes de recibir perros de otros países.
“No creemos que importar animales a Estados Unidos sea solución”, dijo Kelly O’Meara, de la Sociedad Humana Internacional en Washington. “Ya tenemos nuestra cuota de animales desamparados”.
Los turistas estadounidenses llaman frecuentemente a la Sociedad para preguntar cómo traer perros que hallan en el Caribe. La organización los desalienta de hacer eso y en cambio trabaja con otros países para que desarrollen sus propios problemas de bienestar animal, dijo O’Meara.
Otra preocupación es la proliferación de perreras a medida que algunos isleños notan los esfuerzos de recuperación y buscan ganar dinero con los estadounidenses, dijo Patti Strand, directora de la Alianza Nacional de Intereses Animales, una agencia con sede en Oregon.
En la playa, veintenas de perros vagan por un embarcadero abandonado sobreviviendo con restos de basura y bebiendo de charcos salinosos.
Las jaurías suscitan poca simpatía o atención del Gobierno de Puerto Rico.
“En las naciones del Caribe, las mascotas son una propiedad y no parte de la familia”, dijo Robin Brennen, de los Equipos de Asistencia Veterinaria de Estados Unidos, que asiste a los animales después de tragedias naturales. “El vínculo entre las personas y los animales no es tan sólido como en Estados Unidos”.
Los puertorriqueños se resisten generalmente a esterilizar sus mascotas y tampoco hay una ordenanza de registro, por lo cual los refugios de animales se ven atestados y obligados a matar a muchos de los perros que reciben, dijo Víctor Collazo, presidente de la Asociación de Veterinarios de la Isla.
“La verdad -y me avergüenza decirlo- es que la situación no ha mejorado nada”, dijo Collazo.
La organización Manos por Patas, con sede en la Florida, recluta veterinarios para ayudar a controlar los perros callejeros y, por otra parte, busca voluntarios para que los lleven a Estados Unidos.
El grupo ha contribuido a rescatar unos 175 perros en años recientes de la playa, dijo Ginny Cornett, bióloga de la Florida que visita Puerto Rico dos veces al año.
Los perros de adopción “que no son demasiado adorables” van a refugios donde no los matan, dijo. La mayoría de los callejeros están demasiado enfermos o son demasiado agresivos como para viajar, de modo que son esterilizados y puestos en libertad.