Se filtra la intriga en el Vaticano
En el impenetrable hermetismo del Vaticano son pocas las personas con acceso a la información “reservada para el Papa”.

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 13 años.
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“Cría cuervos y te sacarán los ojos”, dice un refrán que parece haber llegado al Vaticano y que mantiene detenido al mayordomo del papa Benedicto XVI, quien, aunque anda tristísimo por la situación, está sereno y pudo disfrutar el Himno a la Alegría en el teatro La Scala, en Milán.
Cuervo, en referencia al ave astuta de la que se dice sabe robar y ocultar su botín, es el nombre que se ha adjudicado la persona –o personas, quizás– que en los últimos meses ha filtrado información confidencial al diario romano La Repubblica.
En el impenetrable hermetismo del Vaticano son pocas las personas con acceso a la información “reservada para el Papa”, así que no debe ser fácil, para la Santa Sede, admitir que entre los suyos hay alguno o algunos para quien la lealtad y los pactos no tienen ninguna importancia.
Como en una novela de intrigas, los ojos de la sospecha se deben haber posado en unos cuantos, pero al final los dedos apuntaron a sólo uno, al mayordomo de Ratzinger, un cuarentón de nombre Paolo Gabriele que, aunque encerrado, puede ir a misa en compañía de seguridad. La policía del Vaticano supuestamente encontró documentos reservados en la casa del empleado de Benedicto, cuyo domicilio, valga aclarar, está dentro de la Santa Sede.
Los documentos vaticanos filtrados a la prensa denuncian, entre otras cosas, una presunta corrupción en las finanzas y discordias internas por las gestiones de la Santa Sede para hacer más transparente sus operaciones financieras.
El asunto pareció agravarse con la publicación, a principios del mes pasado, de un libro que reproduce cartas confidenciales y memorandos de Benedicto.
Lo que se ha dicho es que los que están detrás de las filtraciones buscan desacreditar al cardenal Tarcisio Bertone, el secretario de Estado del Vaticano.
Con tal novela detectivesca se podría pensar que la confianza en la Iglesia se tambalea, pero el arzobispo de San Juan, monseñor Roberto González Nieves, no cree que eso ocurra aquí, sobre todo porque los fieles no son tan conscientes de la situación en Roma.
“Yo no tengo información de primera mano. Lo que yo sé es lo que he leído en la prensa y lo que ha salido en la prensa algo tendrá de verdad. De especulación, también tiene”, indicó al manifestar que la situación es bien lamentable.
Aunque dijo que es difícil hacer un discernimiento, admitió que en la interioridad de la burocracia de la Santa Sede hay una crisis, “a falta de otra palabra”.
¿Le parece que es una reproducción de lo que pasa en los gobiernos y que la gente puede perder la fe de la misma manera que se pierde la fe en las instituciones?
Perder la fe, no creo. Hay mucha sensibilidad hacia la imperfección humana, la vulnerabilidad humana. Y eso no es desde ahora, eso viene de los siglos. La parte nueva es la parte visible, que se ve a través de los medios de comunicación.
Los católicos, según el Arzobispo, tienen una consciencia de que son pecadores, pero también creen en la misericordia de Dios.
“Cuando tú haces un balance de la condición del ser humano de pecado con la infinita misericordia de Dios, se llega a un punto de compasión, de sensibilidad”, razonó en un intento por explicar por qué puede prevalecer, ante todo, la fe.
Pero puede desencantar...
Puede desencantar pero no necesariamente. Para la mayoría del pueblo de Dios la Iglesia es su parroquia, la Iglesia es el sacerdote de su barrio, la Iglesia es la fe que se vive en familia y no necesariamente esa burocracia que se vive tan lejana.
González Nieves hizo referencia a que las burocracias tienen “severas limitaciones” y no promueven “un enlace sentimental, emotivo”.
¿Usted entiende que los feligreses sólo se identifican con el espacio donde se congregan?
Se identifican más con esa red íntima, de Iglesia, en su experiencia, sea a nivel de parroquia, de diócesis, a nivel de su propio país. Pero con el papa, sí (se identifican).
Ante la detención del mayordomo y a tono con su rechazo a que se enmiende la Constitución para limitar el derecho a la fianza, el Arzobispo recordó que existe la presunción de inocencia, aún cuando fue la propia guardia vaticana la gestora de la detención de Paolo Gabriel.
“Yo no puedo decir que ese hombre es culpable. La vida es muy compleja, muy compleja”, dijo antes de añadir que eso es algo que ha aprendido con los años.