Se jubilaron y ahora cuidan de las abejas como si fueran sus “hijos”
Víctor Becerril y María Adames encontraron en la apicultura la mejor manera para invertir su tiempo libre y beneficiarse en su finca.

PUBLICIDAD
Fajardo. Víctor Becerril y su esposa María Adames se convirtieron en apicultores hace dos años, tras tomar clases en la Escuela de Apicultura del Este. La pareja buscaba algo que hacer tras su retiro.
En la actualidad, el matrimonio tiene 12 colmenas, a las que les dedican tiempo diario para su cuidado y que les dé buena miel. La que producen, la regalan a familiares y amigos.
“Es algo pequeño, porque estamos empezando”, indicó el hombre de 75 años.
Señaló que se motivó a iniciar en la profesión, porque “a mí siempre me ha gustado lo que es salvar las abejas… Hay gente que no tienen sentido y ven las abejas en las casas, (y) enseguida es ‘échele veneno o fuego’. Pero, si no tenemos abejas, no tenemos frutos. Porque de los frutos es las abejas, porque es la que poliniza toda la clase de frutos, flores, todo lo hace ella”.
Relacionadas
En estos inicios como apicultor, Becerril se ha dado cuenta que estar en este tipo de industria agrícola no es fácil. El principal problema que encontró es que “no hay ayuda” gubernamental.
Destacó que comprar las cajas especializadas para mantener las colmenas es costoso, pues cada una está en $180. Además, contó que tiene que recurrir a hacer las compras en otros países. Es que en Puerto Rico no se fabrican los artículos necesarios para la profesión.
No obstante, agradeció la ayuda que le han dado en la Escuela de Apicultura para emprender en esta etapa de su vida.
“Me retiré, me jubilé y me dije: ‘tengo que hacer algo, porque en casa no puedo estar encerrado’. Como tengo 10 cuerdas de terreno, me dedico a eso. Nada, a la agricultura y las plantas y árboles”, precisó.
En este proceso, fue que se interesó en ser apicultor. Buscaba que las abejas le ayudaran a tener más frutos. Dijo que ha logrado su cometido, pues sus árboles frutales siempre están “llenos”.
“Es un ‘hobby’”, llegó a decir. “Me ayuda a mantenerme bien, porque cuando uno se jubila, uno dice: ‘Ah, voy a estar en mi casa’. Y, en su casa qué hace, nada. Pues, por lo menos, yo me voy al campo, me paso todo el día con las abejas, chequeándolas, porque hay que cuidarlas, como cuando usted tiene un muchacho, un hijo. Tienes que mirar lo que necesita, y tienes que estar pendiente de ellas. Tienes que estar chequeándolas, que estén bien, que esté limpia la caja. Es bien bonito”.
Indicó que esta actividad le ha ayudado a distraerse, a estar tranquilo, ver la vida diferente y mantenerse activo, junto a su esposa.
Se ruó cuando recordó cómo su esposa María le habla a las abejas para que se porten bien y den mucha miel.
“Pasamos el día de lo más bien… Tienes una paz increíble cuando tú estás con las abejas”, aseguró.
Becerril reiteró que cada municipio necesita tener una Escuela de Apicultura como la que hay en Fajardo o en el barrio Bayaney, en Hatillo. Indicó que estas ayudarían a controlar los problemas con las colmenas. Pero, sobre todo provocarían que la actividad agrícola en la Isla sea más próspera.
“Si no hay abejas, no hay fruto, no hay nada. Tenemos que cuidar las abejas”, concluyó el adulto mayor.