La Catedral de San Juan fue ayer el punto de encuentro para la celebración de los 500 años de la fundación de la Iglesia católica en Puerto Rico y la bendición de una nueva estructura: el Altar de la patria.

La melodía imponente del órgano de la Catedral acompañó a un séquito de 40 hombres compuesto por seminaristas, sacerdotes y obispos, que acompañaron al arzobispo metropolitano de San Juan, Roberto González Nieves, al ábside interior de la Catedral –área semicircular en el fondo del altar– para comenzar la ceremonia de bendición, que incluyó un rezo de tercia y varias piezas musicales.

“El Altar de la patria en esta catedral es un monumento que celebra la raíz cristiana y católica de la identidad nacional puertorriqueña, en el lugar histórico donde el obispo Juan Alejo de Arizmendi le entregó su anillo episcopal a don Ramón Power y Giralt”, expresó González Nieves.

Para el Arzobispo, el monumento es “el lugar donde la fe se convierte en patria y en el vientre maternal de la nación puertorriqueña... En un lugar de encuentro con nuestra identidad”.

Mientras las palabras del Arzobispo parecían ser contundentes ante los oídos del clero, turistas aprovechaban el ambiente de la celebración para tomarse fotos dentro de la estructura. Hombres vestidos de blanco y accesorios rojos –como soldados del siglo 18– recibieron a las personas, que llenaron las bancas.

“El Altar de la patria se convierte en un llamado a la unidad entre las diferentes confesiones cristianas”, sostuvo González Nieves. “La patria, la nación y la identidad son dones indivisibles del amor de Dios”, añadió.

La ceremonia incluyó una corta dramatización de la entrega del anillo episcopal a Power y Giralt por parte de Juan Alejo Arizmendi y De la Torre, quien en 1803 fue nombrado el primer obispo puertorriqueño y sucesor de Alonso Manso, el primer obispo de San Juan y América.

Puerto Rico se declaró como provincia de España, con derecho a tener representante con voz y voto en el 1809. Entonces, Power y Giralt fue señalado como el diputado elegido para representar a la Isla ante las cortes españolas de Cádiz.

El tabernáculo, de estilo gótico y paredes de piedra amarilla, fue diseñado y ubicado en la parte trasera del ala izquierda del altar principal de la Catedral. Colinda con la calle Luna y el hotel El Convento.

Los galardones del diseño fueron dirigidos por el artista y escultor Adelino González y el arquitecto José Cardona Roig. También, el arzobispo reconoció la aportación de Remigia Caubet González, quien aportó la gigante imagen de Cristo crucificado.