El porciento de nacimientos en el hogar en Puerto Rico se triplicó entre 2017 a 2022, una tendencia que pone en evidencia un resurgir de la milenaria profesión de la partería y el interés de las mujeres por tener una experiencia humanizada durante la naturaleza sagrada del alumbramiento.

Datos provistos a Primera Hora por el Departamento de Salud -a través del Registro Demográfico- evidencian un alza en los partos efectuados en el hogar. Según la agencia, para el 2017 el 0.42% (103) de los 24,373 nacimientos registrados en la isla ocurrieron en el hogar. Cinco años después -para el 2022- esa cifra porcentual aumentó drásticamente, pues de los 19,144 nacimientos reportados el año pasado, el 1.26% (242) ocurrió en el hogar porque las embarazadas así lo decidieron y planificaron durante el periodo de gestación con sus parteras y doulas.

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Las estadísticas también recogen la data de aquellos partos que ocurrieron en el núcleo de un hogar, pero de manera accidental o no planificada y hay otros casos en los que no se pudo determinar la razón específica para que el nacimiento ocurriera fuera de un hospital.

Sin embargo, esos casos son ínfimos. Por ejemplo, en 2017 -año en que Puerto Rico sufrió la catástrofe del huracán María- se registraron 32 casos de mujeres que parieron en el hogar, aunque no lo tenían planificado de esa forma, mientras que otras siete mujeres tuvieron a sus bebés en otros escenarios fuera de clínicas. Para el 2022, se reporta que 21 gestantes alumbraron en el hogar de manera no planificada, mientras que cuatro lo hicieron en otras circunstancias fuera de un hospital.

La nutricionista y partera Diana Soler.
La nutricionista y partera Diana Soler. (Suministrada)

El alza en nacimientos en el hogar se reflejó también en Estados Unidos, donde se alcanzó el nivel más alto en décadas durante la pandemia, según un informe publicado por los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC).

La agencia federal estipuló, por ejemplo, que entre los casi 4 millones de nacimientos de 2021, unos 52,000 ocurrieron en el hogar. Eso es un aumento de 12% desde 2020.

La autora principal del informe, Elizabeth Gregory, dijo desconocer las razones del aumento, pero coincidió -al igual que en Puerto Rico- con las curvas más altas de contagio de COVID-19, con la falta de vacunas disponibles para esta enfermedad y cuando la población se rehusaba a visitar los hospitales por miedo a contagios.

Falta camino por recorrer

La historia ha demostrado que las parteras han sido piezas claves para las embarazadas durante los episodios de emergencia que ha atravesado la isla en los últimos cinco años -incluyendo huracanes, terremotos y pandemia- y aunque han intentado establecer una relación colaborativa con el gobierno y las instituciones hospitalarias, todas las gestiones han quedado en el limbo.

Así lo explicó la reconocida partera Rita Aparicio, al destacar que, aunque se han experimentado avances como la reciente firma que declara por ley al 5 de mayo como el Día de la Partera, aún falta camino por recorrer para que se reconozca la importancia de la ancestral función de la partería y su relevancia para que se reincorpore en los servicios de salud de la mujer.

La primera celebración en Puerto Rico se efectuará hoy, viernes, desde las 7:00 p.m. en la plaza pública de Río Grande bajo el lema “De la Historia al Presente de la Partería en Puerto Rico... desde la Evidencia a la Realidad”.

“El espíritu de la ley (que habilita el Día de la Partera en Puerto Rico) es educar y sensibilizar al público sobre la importancia de las parteras en el mundo. Esta es una celebración mundial y nos estamos uniendo a más de 70 naciones que ya lo habían declarado desde el 1991. Definitivamente, esto significa justicia para las comadronas auxiliares que no solamente conmemora a las parteras del presente, sino también a las del pasado como lo fue en Puerto Rico, Rully Delgado Mojica. Además, es una manera de dejar saber que las parteras siempre hemos existido y somos piezas claves para salvar vidas y así lo establecen varias organizaciones incluida la Organización Mundial de la Salud, donde han establecido que se necesita una partera por cada 10,000 habitantes. Nos ven como protectoras de la salud. Hay datos que establecen que 4.5 millones de vidas se hubieran salvado si tenían una partera”, estableció Aparicio, directora y fundadora de Doula Caribe y quien tiene más de 40 años de experiencia, incluyendo ayudar a la formación de doulas en países de Latinoamérica y Estados Unidos.

En Puerto Rico no se reconoce a las parteras profesionalmente, aunque para la década de1930 el Departamento de Salud estableció la Ley de comadrona auxiliar. Sin embargo, para el 1980 se eliminó la palabra partera y comadrona del estatuto. Aun así, la práctica ha sido constante hasta el presente y, según expertas como Aparicio, las aportaciones de estas profesionales han contribuido para disminuir cesáreas innecesarias y promover una experiencia de parto respetuosa para las madres y sus bebés no solo en el alumbramiento, sino durante el periodo de gestación y post parto. Actualmente, se estima que hay unas 22 parteras activas alrededor de la isla.

“Somos legales, pero no lo somos. Hay órdenes administrativas que nos permiten inscribir niños y tener acceso a consultoría con ciertos médicos, pero el gobierno nos ha ignorado. Hemos presentado cuatro proyectos de ley, pero nada ha ocurrido. No hemos despertado. Hay que descolonizar la partería y democratizarla. En Puerto Rico se subestima la profesión y eso es una desgracia, sobre todo cuando se habla que los nacimientos están en crisis en la isla. Necesitamos cambios drásticos”, expresó al poner en contraparte el ejemplo de lugares como Canadá, o algunos estados de Estados Unidos, donde las parteras están licenciadas y son parte integral del proceso de embarazo junto a médicos obstetras.

“Por ejemplo, en Estados Unidos hay más de ocho estados que les pagan a las doulas profesionales (asistentes en manejo de dolor de las parturientas) para que sean parte del proceso... hay planes médicos que cubren el servicio de parteras”, puntualizó al explicar que entre los proyectos legislativos fracasados se incluye uno que propulsaba el desarrollo de centros de parto en los que se estableciera una colaboración entre parteras y obstetras.

Por su parte, la partera y nutricionista Diana Soler recordó la relevancia que tuvieron las comadronas durante las emergencias suscitadas en la isla, particularmente durante la pandemia, cuando llegó a recibir hasta 20 llamadas por día de mujeres que estaban desesperadas ante el miedo que lideraba a la población a inicios de la crisis de salud.

“No querían dar a luz en el hospital... llegué a coger a mujeres con 38 semanas de gestación y eso es algo que nosotras no hacemos, pero nos aseguramos que eran mujeres saludables y lo hicimos porque sentí que necesitaban ayuda”, destacó quien lleva 13 años en la profesión en la que ha ayudado a más de 700 mujeres que han decidido parir a sus hijos fuera de un hospital.

De hecho, en la emergencia de los terremotos en el suroeste de la isla, muchas de las parteras asistieron a las embarazadas, algunas en avanzado estado de gestación que dormían a la intemperie.

“Aunque no haya una ley que nos reconozca, somos necesarias para la salud pública en Puerto Rico y lo hemos demostrado durante las emergencias. Sin embargo, el gobierno prefiere no sacarnos provecho ni apoyarnos, como sí ocurre en otras jurisdicciones de Estados Unidos. Aquí la mayor dificultad está en la rama médica, porque la mayoría (de los doctores) están en contra de nosotras, aun cuando nuestras estadísticas son excepcionales. No hay motivos para el rechazo. Además, el mejor lugar para parir es donde la mujer se sienta segura y debe respetarse esa decisión”, acotó la partera al explicar que las parteras se han modernizado y participan del proceso de gestación y alumbramiento con equipos sofisticados

Recordó que en la isla las mujeres deben recibir por ley tratamiento prenatal con obstetras y esta dinámica no se pierde, aun cuando las embarazadas decidan tener a sus criaturas en el hogar. En cambio, son pocos los obstetras que apoyan la decisión, lo que obliga a algunas gestantes a no decirle nada a sus médicos. Yo, en lo personal, colaboro mucho con el obstetra Jesús Vélez. Ambos estamos en comunicación sobre la salud de esa embarazada y si en el momento de parto vemos que algo no se ve bien vamos a movernos a un hospital con la seguridad de que tiene un médico que la va a atender”, subrayó.