Si las parejas heterosexuales exploraran otras alternativas más allá de la penetración para ampliar su repertorio sexual, y si el Gobierno cambiara su política de abstinencia por una de sexo seguro, en Puerto Rico serían menos las personas contagiadas con Sida.

A esa conclusión llegó el profesor David Pérez Jiménez, del Instituto de Psicología de la Universidad de Puerto Rico, al indicar que gran parte de la propagación del virus en la Isla –que en un periodo de 30 años ha afectado a unos 34,000 boricuas–, se ha detectado entre parejas heterosexuales.

Según el investigador, las últimas estadísticas provistas por el Departamento de Salud (junio) reflejan que el 76% de los contagiados son hombres y el 24 % mujeres. Sin embargo, la preocupación fuerte es que el 62% de las féminas con el virus lo contrajeron a través de contacto heterosexual. En el caso de los hombres, fue el 14%. Destacó, además, que el Caribe es la segunda región en el mundo en la que el virus se contagia a través de esta vía.

“Con estas cifras, lo único que podemos decir es que el uso de condones entre parejas heterosexuales es una de las medidas más efectivas para que se reduzca la transmisión de esta enfermedad”, expresó el experto, que fungió como conferenciante del trigésimo quinto Encuentro de la Academia Internacional de Investigación Sexual (IASR, por sus siglas en inglés), el cual se está llevando a cabo en San Juan.

Cosquillitas por aquí... deseo por allá

Y es que a juicio del psicólogo social comunitario, un método de intervención para la prevención de conductas sexuales de alto riesgo para la infección de VIH, en parejas heterosexuales, se puede llevar a cabo utilizando el modelo de Información, motivación y desarrollo de destrezas.

“Primero, hay que modificar actitudes inclinadas hacia un pensamiento de sexo más seguro. Luego, hay que motivar a esa pareja para que se involucren en actividades que les permita disfrutar del sexo más allá de la penetración vaginal y anal sin condón. Y, por último, el hombre y la mujer deben desarrollar destrezas que les den autoeficacia al practicarlas como, por ejemplo, saber qué tipo de condón comprar y cómo usarlo, y gozar de la masturbación mutua”, agregó el científico, que probó su teoría a través de un estudio que realizó con 26 parejas jóvenes.

Pérez Jiménez precisó que el resultado fue efectivo, pues “al final, todos estuvieron receptivos a utilizar el condón, sin importar los años que llevaban juntos o la confianza que hubiera entre ellos”, pues se percataron de que la satisfacción no variaba con el uso del profiláctico y más bien dependía del preámbulo al acto sexual. Sin embargo, no hubo la misma apertura hacia la recomendación de masturbación en conjunto, pues “los hombres, y también muchas mujeres, ven el sexo como un acto de meter y eyacular”.

“Cambiar ese esquema de que el sexo debe culminar con penetración no es fácil. Y es que hay un mal concepto de lo que es el placer... el placer es una construcción y se puede llegar a él a través de cosquillitas, caricias, tocar la orejita, y el descubrimiento de otras zonas erógenas. Eso también es sexo y es rico”, apuntó el experto.

Hipocresía oficial

El también profesor de la Facultad de Psicología de la Universidad Interamericana lamentó que el gobierno cargue con parte de la responsabilidad de que las personas practiquen sexo inseguro, en particular los jóvenes.

“La prevención es un producto que hay que mercadear. Pero Puerto Rico está lleno de políticos que quieren venderle al pueblo una pulcritud hipócrita que, tal vez, ninguno de ellos practica en su intimidad”, denunció, al criticar campañas de política pública como La otra cara del sexo, la cual promueve la abstinencia entre los jóvenes.