Sexo de 24 quilates

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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“Escoltas” a la orden.
El negocio de escoltas sexuales en Puerto Rico es una de las actividades económicas más lucrativas a la vez que discretas, pero PRIMERA HORA recibió ayer testimonio de que no sólo los empresarios y turistas que nos visitan buscan esos servicios, sino que figuras de la política y de los negocios también las solicitan.
Esta modalidad de prostitución opera bajo un manto de legalidad y aceptabilidad que facilita que personas de alto nivel económico, o de una importante posición en la sociedad, la practiquen sin medir las consecuencias, como le ocurrió al renunciante gobernador de Nueva York, Eliot Spitzer.
El servicio de “escoltas” es un negocio restringido y estructurado, en el que las trabajadoras del sexo sólo atienden a los clientes si están hospedados en un hotel. Si el cliente es conocido y requiere otro tipo de servicio, como acompañarlo en un viaje, o fuera del área metropolitana, también se le concede, aunque cuesta más dinero.
También hay servicio a domicilio en urbanizaciones y condominios exclusivos.
A las escoltas las administra una “madama” que es la que establece el contacto con los clientes y es la que las refiere y fija el precio a cobrar.
Hay chicas para todos los gustos y exigencias: rubias, trigueñas, altas, bajitas, boricuas o hasta suecas. Pueden ser cultas, bilingües e intelectuales.
“Lisa” es una madama que una vez fue modelo y por varios años se dedicó a la prostitución, hasta que decidió montar su propio negocio.
Estudió su bachillerato en la Universidad de Puerto Rico (UPR), pero un buen día quedó desempleada.
“En medio de esa situación, me encuentro con esta señora en un hotel en el Condado y me dice: ‘Qué bonita tú eres. Mira, ¿quieres trabajar conmigo? Yo hago esto y esto’”, relata.
Tras observar la operación y darse cuenta de que las jóvenes no eran lo suficientemente elegantes y educadas para satisfacer a cierto tipo de cliente VIP, “Lisa” decidió montar su propia empresa.
Se fue frente a la Residencia de Señoritas de la UPR, en Río Piedras, y reclutó a dos jóvenes universitarias que vivían en el interior de la Isla. Un amigo, fotógrafo comercial, le consiguió unas modelos.
Dispuestas y con clase
“Escogí las mujeres más bellas y educadas, de mejor presencia y mayor disponibilidad, 24 horas, siete días a la semana. No pueden tener niños, ni esposo, ni tatuaje y tienen que hablar dos idiomas, porque el grueso de los clientes son turistas”, relató.
“No se sirve en moteles. El cliente tiene que suplir la habitación de un hotel. Tampoco en residencias. Como único, tiene que ser una residencia o un condominio VIP”, explica.
Mencionó el nombre de un empresario súper conocido como ejemplo de alguien que la llama y le dice: “Te voy a pagar $1,000 y vienes a este condominio”.
Explicó que toman muchas precauciones porque no quiere “trucos”.
En ese punto de la conversación telefónica, “Lisa” se desahogó y sacó todo su coraje contra unos políticos “del área sur” a los que mencionó por nombres y apellidos, que dijo la tienen “harta ya”.
“Acostumbran a venir al hotel Marriott, en el Condado. Y a veces de madrugada, a las 2:00 o 3:00 de la mañana, llaman y nos dicen que ‘queremos una mujer así y asao’'. Cuando llegas, son unos viejos borrachos. Se hacen los locos y dicen que no saben quién nos llamó”, dijo furiosa.
“Piden dos mujeres y le dicen: ‘Quítate la ropa y te damos 50 pesos’. Esto no es el Black Angus. No sé por qué hablan del gobernador de Nueva York, si esto está peor”, sostiene.
Identificó a un ex legislador y un ex jefe de agencia a los que acompañó en una ocasión.
Recientemente, hubo un empresario que llamó para decir que quería una muchacha “para conversar”.
Al cuestionársele a “Lisa” por qué ejercen la prostitución si son mujeres finas y educadas, contestó: “¿En qué trabajo te ganas $250, $300 o $400 la hora?”.
“Esta semana voy con un empresario de Mayagüez, de unos 80 años, y es el hombre más solitario del mundo. Paga $2,000 por la compañía y viene en un avión y me recoge en el aeropuerto”, contó.
“Lola”, otra proxeneta que opera su propio negocio, le explicó a PRIMERA HORA que la llama “todo tipo de hombre”.
“Han llamado clientes de alto nivel. Son upscale. Tengo escoltas suecas, puertorriqueñas y una italiana. Solamente vamos a hoteles”, agregó.
“Algunos de los clientes me dan sus nombres verdaderos y otros, nombres falsos. A veces me dicen ‘soy Fulano de tal’ y yo lo reconozco y le digo: ‘Hola, ¿cómo está?’”.
La mayoría son VIP, señala, y las escoltas cobran de $200 para arriba.
“Tengo una muchacha sueca que cobra $1,000 la hora. Es alta. Es como si vieras una modelo en la revista Vogue”, describe la madama.