Sin fin pugna por perros y gatos en Cabo Rojo

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 17 años.
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El pleito incoado por una pareja de Nueva York que alega que se ven afectados en su casa veraniega de Cabo Rojo por 58 perros y 30 gatos que mantiene una vecina tomó un nuevo giro cuando el Tribunal Supremo ordenó al Tribunal de Primera Instancia que resuelva la controversia originada hace más de cuatro años.
El profesor universitario Juan Flores Berger y su esposa Miriam Jiménez Román aseguran que los malos olores del excremento de los animales, los ladridos y las moscas que se arremolinan en la casa de su vecina afectan el disfrute de su residencia veraniega en el exclusivo sector de Villa La Mela de ese pueblo.
La pareja acudió a la Junta de Calidad Ambiental y la Oficina de Salud Ambiental del Departamento de Salud en San Germán y, luego de "agotar" la gestión administrativa, radicaron en enero del 2004 un interdicto contra Lillibeth Colberg Ramírez, una trabajadora social y maestra retirada que no quiere entregar sus mascotas a un albergue porque teme que allí los "pongan a dormir".
El juez Ricardo Santana del Tribunal de Primera Instancia en Mayagüez ordenó en el 2005 que la demandada removiera los animales en 90 días, pero ésta apeló la deteminación y el Tribunal de Apelaciones revocó al magistrado.
La pareja con residencia en Nueva York acudió entronces al Tribunal Supremo, que el pasado 22 de mayo revocó al Tribunal Apelativo y devolvió el pleito al Tribunal de Primera Instancia para que buscara "un remedio que beneficie a ambas partes".
"Al igual que determinó el foro primario, es indudable que las condiciones actuales en las que Colberg mantiene 58 perros y 30 gatos son irrazonables", señala la determinación del Supremo del 22 de mayo.
"Sin embargo, debemos proveer un remedio que le permita mantener un número razonable de animales que no interfiera indebidamente con el derecho de los esposos Flores-Jiménez al cómodo disfrute de su propiedad", añade.
Los esposos Flores y Jiménez visitan su casa veraniega de cuatro a ocho veces al año.
El Tribunal Supremo califica como "muy drástica y excesiva la remoción de todos los animales", como había ordenado el Tribunal de Primera Instancia.
"No se tomó en consideración las gestiones que hizo Colberg Ramírez para solucionar el problema, su idea de construir un muro de 10 pies de alto que minimizar los ruidos", dijo el Tribunal Supremo.
Pero el juez Francisco Rebollo, en su opinión disidente, cuestionó cómo se determinará la cantidad apropiada de animales que la mujer podrá mantener en su casa y auguró un sin fin de procesos judiciales para resolver esa controversia.
"¿Cuál debe ser el número razonable de animales que podría permanecer en la casa de Colberg Ramírez para que no se consideren estorbo público", señala el juez Rebollo.
"Cómo se llegará a esa determinación", se pregunta. "Ese paso traerá vistas ’ad infinitum’ para determinar la cantidad (de animales) que puedan permanecer en la casa", añadió.