Miles de estructuras en las zonas históricas del sur permanecen en estado crítico a causa de líos por herencias, desempleo, migración, abandono y la ausencia de recursos que encaminen su reconstrucción. 

Sin contar aquellas que colapsaron total o parcialmente tras el embate ocasionado por el huracán María.

La información fue divulgada por el Fondo Nacional para la Preservación Histórica (NTHP, por sus siglas en inglés) que presenta los 11 lugares históricos más amenazados de Estados Unidos, incluyendo los territorios de Puerto Rico e Islas Vírgenes.

De acuerdo al inventario realizado por la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Puerto Rico y la organización Para La Naturaleza con el apoyo del NTHP, el Instituto de Cultura Puertorriqueña y la Oficina Estatal de Conservación Histórica, las zonas históricas más afectadas fueron Arroyo, Coamo, Guayama, Ponce y el Poblado Aguirre en Salinas.

“Los daños contabilizados resumen que 22 estructuras en zonas históricas colapsaron, 114 perdieron el techo o paredes totalmente, 153 estructuras perdieron parciamente el techo o paredes y 72 estructuras sufrieron daños menores. Sin embargo, cabe resaltar que solo el 10% de las estructuras evaluadas sufrió daños, lo que subraya la calidad de las técnicas constructivas de antaño”, expuso el NTHP en comunicado de prensa.

Para el arquitecto conservacionista del ICP, Jorge Ortiz Colón, “el problema ha sido el abandono de diversos recursos e incentivos que una vez Puerto Rico tuvo a la vanguardia de motivar a la gente a restaurar. Claro, que las áreas que se consideraban dignas de restauración no eran tantas y por mucho tiempo, lo único que se protegía efectivamente era el Viejo San Juan”.

“Pero en el momento que se decide expandir la conservación histórica a más de 10 sitios adicionales, se van retirando muchos de los incentivos más importantes que permitían y facilitaban a las personas el trabajo y esfuerzo que necesitaban para poder arreglar estas estructuras, muchas de las cuales se hacen con técnicas que ya no se hacen tan fáciles de conseguir”, explicó el funcionario del ICP.

Ortiz Colón manifestó que el deterioro de casas ubicadas en zonas históricas urbanas se debe en parte a líos de herencias, abandono e interés por vivir en lugares supuestamente más higiénicos y modernos.

“Creo que todo el mundo tiene responsabilidad en esto. Por una parte, los propietarios, los ocupantes, las autoridades gubernamentales podrían haber hecho un mejor esfuerzo, sabiendo que el trabajo de rescate del patrimonio histórico es ante todo una inversión y no un gasto”, sentenció.

“Eso en parte es consecuencia de que las agencias que tienen el manejo del presupuesto y la distribución de recursos del gobierno central, siempre han dejado prácticamente sin dinero a las entidades que pueden trabajar con el rescate del patrimonio. El Instituto hace lo que puede, pero sin los recursos suficientes, la pelea es cuesta arriba”, agregó.

Según el informe del NTHP, en Guayama se reportaron 122 edificaciones con daños mayores y 14 edificaciones colapsadas, mientras que en Arroyo una edificación sufrió daño menor, 14 experimentaron daños mayores y tres colapsaron. 

“Creo que en Guayama hubo un colapso mayor al que se menciona en el estudio, con casi 20 estructuras colapsadas completamente, más las que han tenido daños de techo. Allí la destrucción causada por el huracán María va a necesitar más tiempo para recuperarse”, señaló el arquitecto.

“En el sector número uno que tiene 1,017 estructuras, una de cada 50 casas tuvo colapso total o parcial. De las elegibles, más de la mitad sufrieron un daño identificable”, dijo Ortiz Colón, quien trabaja con la zona histórica de la Ciudad Bruja que cuenta con aproximadamente 2,385 estructuras.

Mientras que en el Poblado de Aguirre en Salinas, el deterioro está ligado a la crisis económica de la región que comenzó a intensificarse desde hace cuatro décadas.

“Esta es un área donde hubo un alto desempleo. Muchas de las personas que trabajaron aquí con el azúcar cuando esa actividad económica se terminó, pues no pudieron hacer transición y muchos de ellos optaron por emigrar o moverse a otros lugares tanto en Puerto Rico como en el exterior”, detalló.

Aunque el grado de abandono en lo que fue la Central Aguirre es más que evidente, la mayor parte de las casas están ocupadas. Sin embargo, parece un pueblo fantasma.

“En el caso de Aguirre ha sido bastante severo porque no se le ha dado mantenimiento efectivo a muchas de estas casas en unos 40 años, que muchas de ellas se le soltaron componentes importantes de la envoltura exterior de las casas”, expuso del lugar que tiene unos 25 edificios grandes y cerca de 300 casas.

Aún con la imposición de una Junta de Control Fiscal, el arquitecto conservacionista del ICP aseguró que se debe luchar para pedir la restauración de las estructuras en Aguirre y otras zonas afectadas.

“Lo importante es ver cómo se pueden restaurar las estructuras y tratar de salvar con fines de museo básicamente, los equipos de procesamiento de azúcar que han quedado. Lamentablemente, los molinos que son los más impresionantes, prácticamente han desaparecido”, exclamó.