Casi cuatro de cada 10 familias en Puerto Rico viven bajo el nivel de pobreza, un problema que suele afectar de manera particular a los residentes en las comunidades más desventajadas.

Y esa situación se refleja todavía más cuando se añaden factores como: un nivel de escolaridad bajo; la raza, en particular de quienes se identifican como personas negras o afrodescendientes; si hay menores en la familia; si es madre soltera con menores de 18 años o si vive más distante de los centros urbanos.

Un grupo que, en particular, parece padecer mayores dificultades es el de las personas de edad avanzada, según refleja el estudio “Las Comunidades Hablan”, que fue presentado este miércoles por la organización sin fines de lucro dedicada a la transformación social Centros Sor Isolina Ferré.

El abarcador estudio, que realizó la entidad Estudios Técnicos, muestra “el perfil, los desafíos y las oportunidades” de poblaciones vulnerables a las que ofrecen servicios los Centros Sor Isolina Ferré (CSIF) las comunidades de La Playa y El Tuque en Ponce; Jobos, en Guayama; La Central, en Canóvanas; y Caimito, en San Juan.

En el estudio, según las respuestas de las personas encuestadas en las comunidades, señalaron por un margen bastante amplio (62.8%) a los adultos mayores y los mayores de 60 años como las personas más afectadas por las necesidades que padecen las comunidades.

De igual forma, con un 65.5%, señalaron los servicios de salud en el hogar para adultos mayores como aquellos que podrían tener impacto en el bienestar de las familias y que deben fortalecerse.

Otra parte del estudio evaluó la situación de las familias con niños y niñas en los programas Head Start de San Juan y Ponce, y las cifras muestran que alrededor de la mitad son hogares compuestos por una madre o un padre soltero; en 7.6% de los hogares en Ponce y 3.3% en San Juan la persona jefa de familia es una abuela o un abuelo; en alrededor de 1 de cada cuatro hogares, la persona jefa del hogar está desempleada; la media de nivel educativo de la persona jefa de hogar es un diploma de escuela superior; y el ingreso promedio anual de esas familias es de $9,996 en Ponce y $7,500 en San Juan.

Además, muchas de esas familias tienen menores que padecen alguna condición de salud o impedimento, y no todos están recibiendo tratamiento. En San Juan, 16.5% de los hogares tenían algún niño o niña con esa situación, y 91.3% recibía tratamiento; en Ponce, 18.2% de las familias tenía un menor con problemas de salud o impedimento, y 84.6% recibía tratamiento. Las principales condiciones de salud que afectan a los menores son asma, trastornos del habla, dermatitis, autismo, alergias, entre otras.

Por su parte, varios líderes comunitarios estuvieron presentes durante la presentación del estudio y tuvieron la oportunidad de hablar de los anhelos para sus comunidades, así como dar a conocer algunas propuestas para mejorar la calidad de vida.

“Nosotros anhelamos armonía”, afirmó Joselo Correa, de la comunidad de Caimito, recordando que, por las pasadas dos décadas esa comunidad “ha enfrentado varios desafíos en cuestión de seguridad pública”.

“El anhelo es la armonía, la colaboración, el junte de voluntades de las organizaciones que trabajan en pro de la comunidad… que podamos trabajar en conjunto, en paz y con mucha esperanza”, agregó Correa.

Ramón Figueroa, veterano líder de la Playa de Ponce, señaló que su comunidad enfrenta situaciones de limpieza, estorbos públicos, inundaciones y pobre respuesta de agencias del gobierno. “Pero en lo que coincidimos todos, y es mi anhelo, y me alegra haber escuchado aquí que hablaron del problema de las comunidades de adultos. Y me sentí identificado, porque mi anhelo es precisamente trabajar las situaciones de la comunidad de las personas adultas mayores”.

En tanto, Magda Jiménez Monge, lideresa del barrio Cambalache de Canóvanas, ansía “que vivamos en un espacio seguro, con buena iluminación, con todos los servicios de infraestructura que son necesarios. Pero además de eso, necesitamos esos servicios sociales. Necesitamos crear una red de ayuda y asistencia a los miembros de la comunidad para ayudar a las personas adultas mayores y a los niños, respetando su privacidad y no quitándole la responsabilidad a los familiares responsables de ellos”.

Jiménez destacó también la necesidad de contar con “energía que nos ayude, porque en muchas de nuestras comunidades hay personas mayores que no pueden buscar la gasolina o manejar unas plantas de energía”.

“También necesitamos servicios de amas de llaves”, agregó la líder comunitaria de Canóvanas, proponiendo que se trabajen “enlaces con las universidades del país, para que entonces se lleven los servicios a las comunidades, por ejemplo, amas de llaves, trabajadores sociales, ayuda sicológica”.

José Cordero, de la comunidad Barrancas, en Guayama, coincidió con las opiniones de los otros líderes comunitarios, pero aseguró que “mi anhelo como tal, debido a lo que está pasando con los terremotos, los huracanes, lo que hemos vivido en estos pasados años, es una comunidad resiliente y que ante la adversidad pueda ponerse de pie de inmediato y comenzar a trabajar y no esperar por las ayudas”.

El encuentro, además de tener la participación de líderes comunitarios, también contó con intercesores de CSIF, líderes del sector industrial y empresarial, de la academia y de organizaciones sin fines de lucro, que comparten el fin común de impulsar un mejor bienestar para las comunidades. La actividad sirvió además para marcar el inicio del festejo del 55 Aniversario de los Centros Sor Isolina Ferré, que celebra la obra y legado de Sor Isolina, la labor de los colaboradores que hacen posible el servicio y, de igual forma, refleja el agradecimiento a los líderes comunitario que abren los espacios en sus comunidades.

En ese sentido, Luis Alberto Ferré Rangel, presidente de la Junta de Directores de los Centros Sor Isolina Ferré, afirmó que comenzaban la celebración del 55 aniversario de la fundación, “como Sor Isolina hubiese querido, dándole paso a la voz de nuestras comunidades”.

Resaltó que, si bien por los pasados años las comunidades han mostrado una mayor resiliencia y capacidad de respuesta, también ha crecido la necesidad y se ponen a prueba los recursos disponibles. Afirmó que los datos del estudio dan a conocer al país “que se han agudizado las necesidades físicas, mentales y emocionales de nuestra niñez y adultos mayores particularmente”, y “persiste la brecha de inequidad y pobreza”.

Haciéndose eco del llamado de líderes comunitarios, Ferré Rangel exhortó al gobierno, el tercer sector y la empresa privada a aunar esfuerzos y “diseñar estrategias de trabajo sostenibles con todo el liderato comunitario para apalancarnos en los activos de esa comunidad y brindarle la oportunidad de un desarrollo digno”.

Además de la urgente situación en torno a los adultos mayores, algunos de los hallazgos más relevantes del estudio son:

En estas comunidades que experimentan mayores niveles de vulnerabilidad:

  • Más de la mitad de sus residentes (52.2%) son mujeres.
  • Casi un tercio (31.3%) son personas de más de 65 años.
  • Más de la tercera parte (36.6%) son personas que tienen alguna condición o problema de salud.
  • Más de la quinta parte (21.5%) son madres o padres solteros.
  • En uno de cada cinco hogares (20.8%) son cuidadores de un adulto mayor, o de un adulto o un niño con impedimentos.
  • El ingreso anual promedio de los hogares es de $19,980.

Al preguntar sobre la situación en cuanto a la calidad de vida en comparación con los pasados cinco años, en promedio entre las cinco comunidades:

  • 43.5% dijo que estaba peor
  • 38% dijo estar igual
  • 15.5% indicó estar mejor
  • 3% no indicó o no sabía

Al preguntarle de manera general, los residentes encuestados perciben como los problemas que necesita mayor atención en su comunidad:

  • La criminalidad (25.3%)
  • El estado de las carreteras (22.8%)
  • Los servicios de salud (15.8%)
  • Los servicios educativos (14.5%)
  • El alto costo de vida (13.3%)
  • La calidad de vida de los envejecientes (11.5%).

Al preguntar de manera más específica, señalan como principales necesidades:

  • La asistencia en el hogar para adultos mayores (49.5%)
  • Falta de actividades sociales y creativas (45.8%).
  • Violencia y criminalidad (38%)
  • Falta de organización y liderato comunitario (28.3%)
  • Acceso a servicios de salud de calidad (25.3%).

Señalaron como las poblaciones más afectadas por esas necesidades a:

  • Adultos mayores y mayores de 60 años (62.8%)
  • Jóvenes de 12 a 18 años (46%)
  • Niños de 5 a 11 años (39%).