Alarmante situación para nuestros adultos mayores
Solo hay 87 geriatras para atender un millón de personas en la Isla.

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Mientras se repite una y otra vez que Puerto Rico está envejeciendo a un ritmo acelerado, al punto que una tercera parte de su población ya supera los 60 años, ese grupo de más edad enfrenta al mismo tiempo la realidad de que hay apenas 87 especialistas médicos geriátricos disponibles para atender a unas 950,000 personas.
Asimismo, apenas hay dos programas acreditados de subespecialización en geriatría, ambos en la Escuela de Medicina del Recinto de Ciencias Médicas de la Universidad de Puerto Rico (UPR), que por limitación de fondos solamente tienen tres plazas de residentes al año, por lo que pueden producir un limitado número de especialistas geriátricos para atender a la creciente población de adultos mayores, suponiendo que luego de completar sus estudios opten por permanecer trabajando en la Isla.
Esas cifras se dieron a conocer durante la vista pública que celebró ayer la Comisión de Adultos Mayores y Bienestar Social de la Cámara de Representantes en torno al Proyecto del Senado 648, una medida que precisamente, como su título indica, busca “establecer la política pública de capacitación para profesionales de la salud en asuntos de envejecimiento y para la práctica profesional de la geriatría y la gerontología”, así como promover la formación de esos profesionales y expandir programas académicos e incentivar la educación continua en esas disciplinas.
La medida, de hecho, fue ampliamente respaldada por todos los deponentes, entre los que se incluyeron funcionarios y directivos del Departamento de Salud (DS), la organización AARP Puerto Rico, el Recinto de Ciencias Médicas de la UPR, la Universidad Central del Caribe, la Ponce Health Sciences University, y la organización Educadis.
No obstante, resaltaron de manera reiterada la necesidad de proveer el financiamiento adecuado para los programas de formación de especialistas, así como para crear incentivos y una remuneración adecuada para ellos, de manera que consideren a Puerto Rico como una alternativa para ejercer.
José Acarón, director estatal de AARP Puerto Rico, una organización sin fines de lucro que promueve el bienestar de las personas de más de 50 años, a preguntas del del presidente de la Comisión, el representante Ricardo “Chino” Ocasio Ramos, indicó que, ante esa escasez de especialistas geriátricos, el principal problema que está enfrentando la población de adultos mayores es que “no está siendo atendida como debe ser… por un médico geriatra que entiende las situaciones y las peculiaridades de las personas mayores”.
“Lo que estamos viendo es lo que estamos pasando en este momento, cada vez más está llegando gente a las salas de emergencia con condiciones mucho más precarias de salud, que no han sido atendidas o atendidos correctamente. Y eso tiene un costo bien alto tanto en (el plan de salud del gobierno) Vital como en las aseguradoras y otros”, enfatizó Acarón.
“Así que esto es una inversión que debe hacer el país para entonces aminorar los impactos que tienen los costos de salud en Puerto Rico en casos de emergencia o mal manejo o seguimiento de condiciones crónicas. Eso es primordial”.

El subsecretario interino de Salud, el Dr. Luis Olmedo, por su parte, aclaró que, a pesar del bajo número de geriatras eso no significa “que esa población de adultos mayores no esté atendida por la clase médica. Están los generalistas, los médicos de familia, los internistas, los fisiatras. O sea, la clase médica está al tanto y se está moviendo hacia eso, hacia atender esa población”.
“Pero sí, sabemos que tenemos que darle fortaleza a preparar más geriatras, más personal de la salud que esté dirigido a ese tipo de paciente”, admitió.
Diferencia entre especialistas
Una vez fuera de la vista, el subsecretario aclaró, para beneficio de la población, que la diferencia entre el geriatra y el gerontólogo, termino que también se mencionó reiteradamente en la vista, es que el primero es el médico especialista que trata los problemas médicos, diagnóstico y tratamiento de esas personas de avanzada edad, mientras que el gerontólogo es el especialista que “nos ayuda a nosotros y la población a que la persona esté estable en todo lo que es mental, físico e intelectual”.
“Los dos hacen falta, porque es un equipo. Aquí en la salud no se trabaja como ente solo. Es un grupo, y se unen para beneficio de esos pacientes”, añadió. “Usted como paciente tendría que tener un médico que le ayude a identificar los problemas médicos que tiene. Ese es el geriatra. Pero también tienen una enfermera… yo como médico receto que inyecten al paciente y la enfermera pone la inyección, y tiene el cuidado del paciente y me dice todo lo que está pasando con ese paciente en el momento que yo no estoy. Esa sería la especialista en gerontología”.
Erik Rivera, gerontólogo y director de la División de Salud Integral del DS, agregó que el gerontólogo “trabaja los aspectos más emocionales, sociales de la salud, que, en compañía con los geriatras, se implementa, lo ayuda en asuntos de cómo manejar su salud, como manejar las condiciones crónicas, la actividad física, combatir la soledad. El gerontólogo lo ayuda a educar en los aspectos de salud, físicos, emocionales y mentales, y puede ser cualquier persona con algún grado de maestría, que cojan un certificado o una maestría en gerontología, así que puede ser trabajador social, enfermero, sicólogo”.
Olmedo admitió que la cifra de 87 geriatras para una población que se acerca al millón de adultos mayores está muy por debajo de lo que podría considerarse adecuado.
Rivera agregó que, “según la Sociedad de Geriatría estamos hablando de que cada 700 adultos mayores sería necesario un geriatra”. Eso quiere decir que Puerto Rico “necesita muchos geriatras”, pues debería contar en estos momentos con más de 1,300 geriatras.
Por otro lado, Olmedo indicó que actualmente la edad promedio de los especialistas médicos es de 52 años, y se espera que para el 2030 amente.
“Eso es una problemática, a nivel mundial, no en Puerto Rico nada más. Pero nosotros estamos en Puerto Rico y queremos atajar lo que está en Puerto Rico, el problema que está pasando aquí. Y a eso a eso es que nos vamos a dedicar, a tratar de atraer médicos y abrir más plazas para poder tener más geriatras en Puerto Rico”, afirmó el doctor Olmedo.
Rivera agregó que ya el DS trabaja, y así se plasma en el plan de gobierno también, “en función de promover que podamos envejecer saludablemente. Porque no es tan solo un asunto físico, como lo trabaja el geriatra, sino estamos hablando de un asunto emocional social, comunitario, y ahí están todos los actores, trabajadores sociales, nutricionistas, arquitectos, ingenieros, todo va en función de promover un envejecimiento saludable en la población”.
En cuanto a la capacidad de producir más especialistas geriátricos en la Isla en estos momentos, la doctora Myrna Quiñones Feliciano, rectora del Recinto de Ciencias Médicas, indicó durante la vista que actualmente cuentan con financiamiento para dos residentes en el programa de geriatría en medicina interna y otro residente en el programa de geriatría en medicina de familia.
Explicó que cada residente en alguno de los dos programas de geriatría cuesta $54,000 al año. “Pero lo importante es que los compromisos con las agencias de acreditación es que la plaza debe tener fondos recurrentes por los años que dure el programa de geriatría. O sea, que no lo puedo hacer por un año, sino que, si son dos por años o tres debo tener, por los años que sea, los fondos necesarios”.
Sin embargo, agregó, el programa de geriatría interna tiene aprobadas tres plazas y el de geriatría en medicina de familia tiene aprobadas dos plazas, por lo que en estos momentos tienen dos vacantes por falta de financiamiento.
Además, ambos programas tienen también la capacidad para aceptar tres residentes, y cuatro residentes de investigación (tres para geriatría en medicina interna y uno en geriatría en medicina de familia) pero no cuentan con los fondos necesarios.
“Así que necesitaríamos $54,000 para atender las necesidades de las vacantes que tenemos en cada uno de los programas, que eso representaría $108,000. También tenemos vacantes o espacios disponibles para los residentes de investigación, que son cuatro, así que serían $216,000 para llenar las vacantes”, detalló.
De contar con esos fondos, esos residentes podrían comenzar en 2026, y para 2027 Puerto Rico podría contar con dos geriatras adicionales por año y otros cuatro médicos entrenados en investigación geriátrica.
Por otro lado, la doctora agregó que tienen la capacidad para solicitar a las agencias acreditadoras la expansión del número de residentes, añadiendo uno más en cada programa. Para eso, detalló, tendrían que reclutar un facultativo por residente. Eso supondría que necesitarían $108,000 por los residentes y $300,000 por los facultativos, y entonces Puerto rico podría contar con otros dos geriatras adicionales por año.
En resumen, para contar con una mayor cantidad de especialistas geriatras, con las capacidades actuales, tomando en cuenta que “hay vacantes que se pueden llenar de forma inmediata” y “plazas que podemos ampliar”, el impacto presupuestario sería de $732,000 anuales recurrentes, considerando la inclusión de dos residentes, cuatro investigadores residentes, así como la expansión de dos residentes y dos facultativos.
A preguntas del representante Pedro Julio “Pellé” Santigo, sobre cuál era el principal impedimento para atender adecuadamente la situación del crecimiento de la población de adultos mayores, y si era un problema “de chavos”, Acarón respondió que más que un asunto de dinero, el problema “es (falta de) voluntad y discrimen”.
“El edadismo existe en todas las áreas. En la fuerza laboral, en encuestas que hemos hecho aquí en Puerto Rico, el 83% de la gente mayor de 50 años dice que ha sentido discrimen por edad en el trabajo. Y estamos cada vez más viendo que la gente se va a mantener trabajando más allá de la edad del retiro, por tres razones: porque me quiero mantener productivo y contribuyendo; por razones de economía, financieras, porque el aumento del costo de vida, la inflación, etcétera, hace más impacto en esta población; y por la parte del seguro médico”, comentó Acarón.
Por eso, agregó, en el plan decenal del Departamento de Salud, y es algo que también promueve la Organización Mundial de la Salud, “la primera área es cambiar cómo pensamos sobre la edad” para “romper el edadismo y el autoedadismo”.
“Existe un discrimen enorme en contra de la población mayor, que existe también en los mismos servicios de salud. En esa encuesta que hicimos sobre discrimen en Puerto Rico, el 36% dijo que una de las principales industrias donde se discrimina contra la población mayor son los servicios de salud”, afirmó Acarón.
“Así es que son cosas que tenemos que trabajar a nivel de País, porque ya una tercera parte del País tiene 60 años o más. Pero lo que vemos es, el constructo social es que ya tú llegaste a cierta edad y ya tú no eres productivo, ya tú no aportas a la sociedad, ya tú eres un estorbo para muchas personas, para muchas áreas. Y eso es lo que tenemos que cambiar, porque muchas veces no se crean… y lo que voy a decir va a sonar bien fuerte, pero muchas veces no se crean los servicios a la población mayor, porque ya no deberían estar aquí”, insistió el líder de AARP Puerto Rico.