El desastre ocasionado por el huracán María (2017) en el sector Cielito de Comerío, en donde las familias tienen que subir decenas de escalones para acceder a sus hogares, se convirtió en el motor que impulsó a Susana Cabrera Rodríguez a sacar fuerzas para ayudar a los suyos.

La mujer de 45 años, que labora como encargada de Comedores Escolares, transformó la crisis en oportunidad, pues la vulnerabilidad en la que estaban sus vecinos, en su mayoría adultos mayores, no le dejó otra opción que encargarse del asunto.

Así nació la líder comunitaria que ha logrado la aprobación de varias iniciativas para el beneficio de personas de escasos recursos económicos y que, además, dirigió un proyecto para establecer una alianza con el ayuntamiento que pretende mejorar los caminos en el sector.

De acuerdo con la comerieña, estos proyectos se están trabajando por etapas con el propósito de estar en una mejor posición para enfrentar emergencias futuras, sobre todo, facilitando la entrada de ambulancias y otros vehículos de respuesta rápida.

La comunidad Cielito espera por la terminación de los trabajos que permitirán que tengan un estacionamiento cercano que facilite el acceso a sus residencias.
La comunidad Cielito espera por la terminación de los trabajos que permitirán que tengan un estacionamiento cercano que facilite el acceso a sus residencias. (Sandra Torres Guzmán)

“Llegar aquí no es fácil; hay un área que tiene 100 escalones. La otra tiene como 70 escalones y por allá hay como 120. Cuando María, había mucha casita en madera y quedamos como bloqueados. Los bomberos no tenían paso, tenían que sacar cinco o seis mangueras para poder suplirnos agua, porque el Municipio venía, pero había que buscar el agua abajo”, relató la madre de cuatro hijos.

“Entonces, decidí ser líder comunitaria, porque lo pasamos difícil por problemas del servicio de agua y luz. Las personas mayores no pueden subir ni un galón de agua para acá arriba, porque coges un galón de agua y cuando llegas arriba, sientes como si pesara 100 libras. Eso para una persona de 70 u 80 años… es fuerte”, confesó.

Para atajar los problemas de acceso, Susana dialogó con el gobierno municipal, el cual construyó un estacionamiento y una cancha.

“La primera (fase) fue demolición de estructuras dañadas por el huracán María. Hay personas que se fueron a Estados Unidos que nos dieron el permiso para demolerlas. Después, empezaron a abrir brechas para llevarse los escombros, y luego, es para las personas que viven en el medio”, contó.

“Nos falta la fase de limpieza, que era lo que nos hacía falta para tener el acceso.

El camino en tierra se va a pavimentar, se hará un estacionamiento y un muro de contención. Esto para que la gente suba, dejen el carro, bajen los alimentos y para mí, salimos beneficiados todos”, auguró.

Sin embargo, todavía falta por mejorar ya que deben demoler otras cuatro estructuras que se convirtieron en estorbos públicos, elevando los riesgos de salubridad para sus residentes. Además, las dificultades para vivir en el sector han ocasionado el despoblamiento de la zona.

“Este acceso no nos llega directo a nuestras casas, pero alivia todo, más de la mitad del camino. La meta es lograr el acceso para todo el mundo. Todavía falta la etapa más difícil, que es demoler y limpiar esa zona de cuatro casas abandonadas”, admitió.

Igualmente, señaló que en el sector residen unas 50 personas, en su mayoría son adultos mayores con diversas condiciones de salud.

“La comunidad queda elevada, es un cerro. Antes había muchas casitas cuando nosotros éramos adolescentes y se pasaba espectacular. Había problemas con los caminos, pero uno no tenía esa mentalidad de que cuando fuera pasando el tiempo, iban a venir cosas que nos iban a afectar como tal”, recordó.

“Pero poco a poco nos quedamos solitos… los que quedamos tenemos que luchar. La naturaleza es algo impredecible. No podemos esperar que nos coja con los brazos cruzados, hay mucha persona mayor que hay que ayudarla”, insistió al agradecer el respaldo de su esposo Luis Raúl Ofarril.

De otra parte, Susana resaltó la colaboración de otros vecinos que se unieron a ella para juntar fuerzas a favor de la comunidad.

“Aquí la gente siempre tiende a trabajar junta. No todos pensamos igual, pero cuando uno tiene una meta, se puede lograr. Hay gente en la comunidad que no tiene las mismas energías y nos necesitan grandemente. Tenemos que hacer la diferencia y entiendo que estoy haciendo la diferencia”, sostuvo.

Entretanto, reveló su intención de conseguir otros beneficios para mejorar la calidad de vida de sus vecinos.

“Pienso en tantas cosas para mi comunidad, desde cisternas y placas solares. Esto para cuando nos toque alguna emergencia, estemos mejor preparados. Pero tenemos que enfocarnos”, acotó.

“Es fuerte, algunas veces pienso quitarme porque es agotador. Lo más difícil es bregar con las personas, pero me siento súper orgullosa y cuando terminemos vamos a celebrarlo. Siempre hay piedras, pero estoy feliz.”, concluyó.