Carlos M. Taffanelly Pacheco, a quien llamaban “Pikachú”, logró su deseo después de muerto. Un artista le retocó los tatuajes que demarcaban su rostro y le tiñeron el pelo de verde brillante como él quería que lo vieran en su última morada.

Era un amante del arte de tatuar. Él también tatuaba y tenía todo su cuerpo lleno de tatuajes.

“Así era Pikachú, espontáneo y extrovertido. Era especial”, dijo una de sus amigas luego de ver el cadáver que estuvo expuesto ayer en la funeraria Almodóvar-Montilla, en Río Piedras. En la noche lo cremarían.

Nadie lloraba. Sus amigos y allegados sonreían y admiraban el trabajo artístico cuando lo veían en el féretro, adornado con una fotografía y con tres peluches amarillos del personaje animado “Pikachú”, el que también lucía en una camiseta amarilla y en uno de sus tatuajes en los brazos. En su rostro inerte se destacaban los tatuajes frescos que marcaban sus cejas con círculos negros y bajaban desde las sienes por el mentón hasta la barbilla. También acentuaban su bigote y en la chiva, resaltaban otros dibujos en forma de llamas. Llevaba perforaciones (piercing). En el cartílago nasal tenía un arete (bull ring) y en el labio inferior otro en forma de hacha.

Carlos tenía 38 años y el pasado 27 de noviembre murió de un derrame cerebral. Era hipertenso y diabético, pero su muerte fue inesperada. Trabajaba como gerente en un Pub.

El funerario Edwin Almodóvar Montilla y el artista Ángel Flores Santiago, conocido como “Colo Red Planet”, relataron a Primera Hora que le sugirieron el tatuaje “post mórtem” a la viuda, Glorian Pagán.

El artista dijo que aunque es el primero en hacerlo en Puerto Rico, tatuar a los muertos es algo que se hacía hace miles de años.

¿Cómo fue esa experiencia?

Me sentí bien honrado, fue un honor que la viuda me permitiera a mí tatuarlo, fue una experiencia gratificante, muy retante mental y físicamente porque el cuerpo está rígido, frío, no responde de la misma manera. Hubo que experimentar con unas tintas para que los químicos que se utilizan en el embalsamamiento no fueran a afectar la tinta. La piel no tiene elasticidad. Es mucho más difícil.

Ángel explicó que el trabajo se hizo en la madrugada del viernes en el laboratorio de la funeraria. Tomó tres horas. Dijo que todos los materiales que se usaron eran nuevos.

“Fue un proceso fuerte, pero pude sentir el aura de él. Sentí que el tipo se estaba sonriendo. No te puedo negar que al principio sentí un poco de nervios, pero inmediatamente empecé a marcarlo, sentí que eso era lo que el quería y era como si estuviera alentándome, como si me dijera: ‘Estás haciendo lo correcto’”, narró el artista dermatológico con licencia.

“ El último deseo de él era que se le arreglaran los tatuajes que tenía en su cara, que estaban bastante desmerecidos. Yo no sé quién se los hizo, pero también tenían errores. Se retocó todo. Se fue con un tatuaje como si acabara de hacérselo, con todos los colores”, dijo.

Detalló que el tatuaje tiene negro en los círculos y debajo del labio inferior, unas llamas en rojo y anaranjado.

“Cuando lo vi, su cara se me hizo familiar. Desde el cielo tiene que estar sonriendo”, sostuvo Flores Santiago, quien dijo que toda la vida ha hecho “arte”.

“Yo soy un tipo bien espiritual. Lejos de la morbosidad de que la persona pasó a mejor vida, me sentí lleno de satisfacción espiritualmente y te confieso que hubo nervios hasta el momento en que yo le toqué la piel. Pero, inmediatamente que yo toqué la piel con la aguja, hubo un cambio total, como si estuviéramos en el shot, era como si él estuviera vivo. Le dije a Edwin (el funerario): no lo puedo creer que yo casi veo a este tipo vivo. Yo podía sentir que él estaba feliz. Fue algo bien extraño”, narró el artista.

“Mientras estuvo el proceso de tatuaje, yo me sentía como que estábamos en una comunicación, como que él me estaba contando a mí: ‘Me hicieron esto, no me gustó cómo se veía, cómo me quedaron estas líneas de los labios’. Era como si él me estuviera diciendo: ‘Arréglame los círculos, tira otro puntito más para acá’”, sostuvo.

¿Lo volverías a hacer?

Claro, sin pensarlo. Cumplirle la voluntad a una persona que pasó a mejor vida es una sensación que es incomparable. Fue bien fuerte y puedo estar seguro que no cualquiera lo va a hacer. Hay que estar espiritualmente bien preparado. En la cuestión física de lo que es tatuaje, la persona tiene que saber cómo va a diluir la tinta y con qué, pero eso obviamente no lo voy a difundir. Hay varios secretos.

El director de la funeraria dijo que es un trabajo serio. “Fue una alquimia lo que se trabajó”, sostuvo.

“Después de esto no va haber nada más impresionante que yo pueda hacer en el arte de tatuar”, aseguró el tatuador.

“Fue una experiencia maravillosa. En mis 21 años que llevo trabajando en la profesión de director funerario, sentí unas vibraciones positivas y fueron compartidas. Cuando la viuda vio el trabajo que se hizo, el rostro de ella y el aura fue mejor que cualquier paga en dinero”, dijo Almodóvar, quien indicó que en su funeraria ha hecho otros velorios exóticos. “Habíamos tenido otros velatorios exóticos, pero éste es el primer tatuado post mórtem”, sostuvo.

“ Yo soy amante al arte del tatuaje y, cuando me entero que el difunto está tatuado, me comunico con el artista y le dije: ‘Qué tu crees si le proponemos a la familia el retoque’”, explicó Almodóvar. Señaló que cuando se lo comunicó a la viuda, la idea le gustó. “ Ella me dijo que eso era lo que él quería, que se le terminara el tatuaje de su rostro, que no es común en Puerto Rico”, añadió.

Tanto el artista como el funerario aseguraron que se tatuarían también después de muertos. No precisaron el costo del trabajo.

“Estamos en discusión. No hay un precio fijo, pero vale. Está bien fuerte tatuar a alguien muerto. Hay que pagarlo”, mencionó el artista, quien ha hecho trabajos desde $50 hasta $5,000.

La viuda, Glorian Pagán, indicó que accedió a tatuar al difunto porque en vida él lo iba a hacer. “Era lo que quería. Me siento tranquila y feliz haciendo algo que él quería”, sostuvo Pagán, quien dijo que su esposo “era todo un personaje”. Glorian tiene 15 tatuajes, 14 de los cuales se los hizo su esposo Carlos.