¡Qué clase de susto!

Así resume David Martínez Rivera lo que sintió luego de haber experimentado lo que el Centro Nacional de Meteorología confirmó ser un tornado.

A eso de las 2:00 de la tarde del jueves, Martínez Rivera, quien tiene a cargo los viveros de la empresa familiar Hidropónicos del Grito, ubicada en el sector Las Minas, en Lares, se llevó el susto de su vida mientras atendía las cosechas en uno de los umbráculos de la finca.

“Yo estaba bregando con las plantas de cilantrillo cuando escuché unas fuertes tronadas y vi que el cielo se puso bien oscuro. Cuando intento salir, veo este torbellino que viene hacia mí. No me dio tiempo de escapar y tuve que irme a una esquina. Quedé petrificado”, dijo Martínez, quien vio de primera mano cómo los fuertes vientos destruían todo lo que estaba a su paso.

“Esto yo lo había visto en películas pero jamás y nunca pensé que fuera a suceder”, dijo, mientras no salía de su asombro.

“Imagínate si eran fuerte los vientos que levantó varios tanques de agua que pesaban como 2,500 libras y los dejaba caer como si nada”, agregó.

Los daños en la estructura evidenciaban el paso de un fenómeno atmosférico de esta magnitud. Gran parte del techo, cuyo material es de plástico, fue desprendido. Las columnas del vivero, construidas con tubos rígidos de dos pulgadas de diámetro e incrustadas en sólidas bases de cemento, fueron arrancadas “de raíz”.

El Servicio Nacional de Meteorología, a través del coordinador de avisos, Ernesto Morales Hernández, pudo confirmar que, en efecto, fue un tornado.

“En el momento en que se este fenómeno se suscitó en la finca, nuestro radar Doppler mostraba rotaciones dentro de las nubes”, informó.

El funcionario indicó que, dejándose llevar por los daños causados, el tornado pudo haber traido consigo vientos de hasta 60 millas por horas, siendo clasificado como un tornado categoría cero, según la escala Fujita-Pearson.

Pese a que la clasificación indica daños leves, el fenómeno resultó ser más intenso debido a que estaba actuando dentro de las carpas que protegen al vivero.

Añadió que el fenómeno pudiera estar relacionado a una vaguada que está pasando por la Isla y advirtió que podría suceder nuevamente.

“Dado a que todavía estamos bajo los efectos de la vaguada, este suceso se podría repetir. De pasar, sería muy similar al que ya tuvimos”, aclaró.

Mientras, Alfredo Quiñones Santana, dueño de las fincas y propietario del vivero, y su esposa, Jocabel Brens Quiñones, daban gracias a Dios porque nadie salió herido, pero, a su vez, se preguntaban cómo van a poder reponerse de la destrucción que dejó el tornado.

“Según he estimado, me va a costar más de $40,000 poder reconstruir el vivero como estaba antes”, señaló Quiñones.

Explicó, también, que los cultivos que quedan en la parte donde ya no hay techo se perderán a causa de las lluvias.