Jorge González es uno de los cientos de trabajadores que se levantan de madrugada para recoger los desperdicios sólidos que se generan en las casas, aun cuando las condiciones en la calle podrían amenazar su salud ante el coronavirus.

Su temor se acrecienta, al saber que cuenta con un solo pulmón. El otro le fue extirpado por la aparición de un tumor hace seis años.

Asegura, sin embargo, que eso no le impide trabajar. Con sus debidos cuidados y las bendiciones de su esposa y sus tres hijos, González sale todos los días de su casa, en Bayamón, a la 1:00 a.m. para llegar a la base de la empresa ConWaste en Toa Baja. Desde allí, luego de implementar las rutinas de sanitización requeridas por la empresa, y verificar su camión, inicia la ruta hacia San Juan donde brinda el servicio de recogido de basura junto a sus otros dos compañeros.

“Nosotros vamos a Barrio Obrero, Caimito, Parcelas Falú, Condado y el Viejo San Juan”, dijo quien labora para la empresa hace 12 años.

En estas comunidades visita alrededor de 800 residencias en las dos rutas que realiza a diario.

Comparte que una vez se dio a conocer la existencia del COVID-19 en Isla, la rutina del trabajo y la familiar han cambiado.

“Estamos mucho más temprano en la calle, al mismo tiempo los procesos son diferentes. Ahora hay que estar lavándose las manos continuamente, poniéndose mascarillas, alejándose de las personas. Ahora no podemos tener mucho contacto con las personas, por eso es que estamos entrando mucho más temprano a la compañía para que no se nos acerquen mucho los residentes y no tengamos mucho contacto con ellos”, indicó.

Pero relata que los residentes todavía los esperan y hasta les reclaman por qué han alterado la rutina a la que los tenían acostumbrados al llegar más temprano. Cuenta que para muchos se han convertido en apoyo y hasta en vehículos de desahogo.

“Ahora casi todo el mundo está durmiendo, pero siempre hay uno que otro residente que sale a recibirnos y nosotros los tratamos, pero un poco más distantes. Una distancia para no estar en contacto. La gente con nosotros siempre ha sido agradecida y nos dicen que nos cuidemos, que nos protejamos… nos dan las gracias por siempre estar haciendo la dinámica del recogido de basura”, indicó.

Cuida de los suyos

Una vez concluida la jornada, González regresa a casa, pero ya no es lo mismo de hacen unas semanas. Ahora hay un protocolo para entrar al hogar y cuidar del coronavirus a los suyos.

Cuenta que al llegar evita tener contacto con los suyos hasta que se da el gran baño del día.

“Me quito los zapatos y los dejo afuera. Todo me lo quito afuera… entro en calzoncillos, entro al baño, me baño y cuando termino, ahí hago contacto con ellos”, relató.

“Además de eso, tengo que tener mucha precaución porque yo lo que tengo es un pulmón y me tengo que cuidar mucho más que los demás. Tenía un tumor en el pulmón, me extirparon el pulmón y tengo que tener muchas más precauciones que muchos de los que están aquí”, compartió.

Relató que hace seis años le hicieron el sorpresivo diagnóstico. “Eso pasó de momento, yo no me lo esperaba… fue un diagnóstico inesperado. Eso apareció de momento... yo estaba vomitando mucha sangre. Pero eso no me limita a hacer mi trabajo como tal. Siempre estoy disponible para todo”, puntualizó.

Para minimizar el riesgo al contagio, dice que la familia no está saliendo del hogar y que para cumplir con sus necesidades básicas, uno de sus integrantes es quien hace las diligencias tomando en cuenta todas las precauciones.

“Nos estamos manteniendo al margen de todo esto. No estamos saliendo de la casa, si salimos, sale uno solamente y manteniendo toda la precaución posible para cumplir las necesidades básicas que tenemos, pero con todas las precauciones para no contagiarnos con este virus”, sostuvo.

Al final del día, cuando ya toca recargar las baterías, González dice que lo mueve la satisfacción de servirle a otros y ser apoyo de su familia.