Los puertorriqueños van de un extremo al otro a la hora de dejar entrar a algún trabajador a dar servicios en su hogar en esta época del coronavirus.

El consenso al que llegaron varios profesionales que tienen que entrar a las casas a hacer reparaciones, limpiezas o prestar cualquier otro servicio es que la mayoría de los que les abren las puertas se resisten a usar mascarilla.

Miguel Martínez López, de Miguelito Exterminating, relató que ha tenido que ir a su guagua a buscar mascarillas para pedirle a los propietarios de las viviendas que se las pongan.

Usualmente, el 90% de los clientes no usan la mascarilla en su propiedad, aunque yo esté con mascarilla. Se sienten seguros en sus casas y entiendo que al ver que yo tengo mascarilla, yo me estoy protegiendo de mí y de ellos”, afirmó, por su parte, José Pastrana, cuya empresa Xtra Clean se dedica a limpieza de muebles, alfombras y desinfección del hogar vía “fogging”.

Aceptó que esta actitud “me da miedo. Pero, por eso les digo que me diga donde esté el mueble y nos den el espacio y todo el tiempo a más de seis pies (de distancia)”.

Sin embargo, aquellos a quienes les preocupa contagiarse por dejar entrar a un “intruso” imponen medidas tan estrictas como hacerles quitar los zapatos o rociarlos con vinagre. Así lo contaron a Primera Hora varios trabajadores a domicilio, al relatar los cambios que ha traído la pandemia desde marzo pasado.

Contrario a lo que pudiese pensarse, este trabajo a domicilio no ha mermado durante toda la emergencia salubrista. Solo la tasadora y el pintor de residencias entrevistados hablaron de una disminución en la solicitud de los servicios. Plomeros, electricistas, constructores y otros trabajadores afirmaron que se ha registrado un aumento en llamadas y contrataciones, lo cual lo asocian a las ayudas económicas que ha brindado el gobierno federal, principalmente por desempleo.

Miedo al contagio

Roberto López, quien se dedica a pintar residencias, comentó que lo más que ha cambiado de su trabajo es que antes llegaba a una casa con cuatro empleados para terminar su labor lo antes posible y ahora solo contrata a una persona. También comentó que los inquilinos los dejan solos durante el día para evitar el contagio.

“Son menos los que llamaban a uno que antes. Y si vas a la casa a pintar, te exigen que tengas las mascarillas y que te quites hasta los zapatos y uno tiene que hacerlo, imagínate”, soltó el hombre.

Expuso, además, que no tiene miedo de contagiarse cuando entra a estos hogares desconocidos.

“Cuando la pedrá está pa' ti, está pa' ti. Yo me cuido”, puntualizó.

José Pastrana, cuya empresa Xtra Clean se dedica a limpieza de muebles, alfombras y desinfección del hogar vía “fogging”, le pide a los clientes que le dejen solo en el área a trabajar.
José Pastrana, cuya empresa Xtra Clean se dedica a limpieza de muebles, alfombras y desinfección del hogar vía “fogging”, le pide a los clientes que le dejen solo en el área a trabajar. (Suministrada)

Por su parte, el electricista Antonio Solá, quien labora en el área metro, indicó que también anda con un solo ayudante y que tiene mascarillas, guantes y desinfectantes de manos para protegerse.

“Los clientes hasta te dan el ‘spray’ y te limpian los zapatos y todo para que entres a la casa”, expuso.

“Hay personas que me han echado vinagre para poder entrar a la casa, en un ‘spray’. Fue una señora mayor. Es que se asustan”, añadió.

Aceptó que lo más difícil de esta pandemia es ese contacto humano que tiene que hacer y la entrada a un hogar ajeno. Señaló que le da miedo. “Pero, hay que salir a trabajar, porque uno no puede quedarse en la casa”, dijo.

Para evitar el contagio, el electricista invierte entre $600 a $700 mensuales en equipo de protección contra el coronavirus. Sin embargo, señaló que no ha incrementado el costo de su servicio, pues ahora “ha subido el trabajo”.

“Hay mucha gente que está montando plantas, (aires) ‘inverter’ y todo eso”, explicó.

Por otro lado, Martínez López afirmó que en sus 12 años como exterminador esta ha sido la época más difícil para trabajar.

“Es un poco incómodo ir a las residencias, pero estamos bregando con eso”, dijo.

Comentó que hay muchos clientes que han optado por solo fumigar los alrededores de la vivienda y no dejar entrar nadie a su hogar. De hecho, manifestó que tiene una clienta envejeciente que hasta le da el dinero por una esquina de la ventana para evitar todo acercamiento.

“Los mismos residentes te echan alcohol en los zapatos antes de ponerte los ‘covers’, te cogen la fiebre (la temperatura). Tengo clientes que me cogen el récord de quién entró en la casa, a la hora que entré o salí, por si hay una contaminación en la residencia saber por dónde empezar a buscar”, señaló.

Dijo que no le molesta que le hagan estas exigencias. Afirmó que más le incomoda que no toman medidas ni se protejan ante su llegada, como le ha ocurrido.

“Esta es la seguridad de mi familia, porque uno puede llevar la enfermedad a la casa de uno”, explicó.

Dejan claro sus reglas

Asimismo, el contratista Eduardo Santiago, de EKS General Constractors, expuso que antes de llegar a un hogar les explica a sus clientes las reglas y los cuidados que tendrán los trabajadores que llevará.

Aceptó que en la construcción “es un poquito difícil trabajar a más de seis pies de distancia”. Sin embargo, toman todas las demás precauciones para evitar contagios, como el uso de mascarilla, lavado de mano continuo y rotulación de materiales por empleado.

Santiago expuso que le resulta “tremendo” llegar a los hogares y que la mayoría de las personas no tengan su mascarilla puesta. Dijo que por eso reclama mantener distancia.

Al igual que los otros trabajadores a domicilio, estableció que en muchos lugares les piden que se quiten los zapatos. De hecho, expuso que en una residencia les hicieron enchapar un baño en losetas descalzos.

“Uno siempre va con ese temor de contagiarse, porque uno no sabe dónde está. No hay nada que me certifique ni que ellos no tengan el virus ni que yo lo tengo. Esto es por fe”, indicó el contratista, quien ha estado “saturado” de trabajo durante toda la emergencia gracias al Programa de (PUA) Asistencia de Desempleo Pandémico.

Mientras, el plomero Félix Martínez, quien da servicios en la zona de Carolina y San Juan, destacó que lo más difícil de la pandemia ha sido tener que rechazar trabajos por falta de materiales. Indicó que este problema ya se ha resuelto, aunque sea haciendo largas filas en las ferreterías.

Explicó que la mayoría de las medidas de precaución ya las usaban antes, pues las mascarillas y guantes eran necesarias en ciertos tipos de trabajos. La diferencia es que ahora con la pandemia deben protegerse todo el tiempo.

Este plomero, quien tiene 20 años de experiencia, dijo que le resulta “incómodo” llegar a un hogar y que las personas no estén con sus mascarillas.

“Se las ponen por encima. Algunos no se las ponen bien”, expuso.

“Cuando se acercan a uno, uno tiene que decirle y es algo obvio y lógico que hay que ponérsela y crea incomodidad, porque tú fuiste al lugar y estás allí”, agregó.

En cambio, al hombre no le molestó que le hagan quitarse las botas. Recordó que ya ha tenido esta exigencia en dos ocasiones.

Entretanto, la tasadora Marilyn Quintana, quien visita hogares que estarán a la venta en el área norte y oeste de la Isla, ha puesto muchas medidas para evitar contagios. Por ejemplos, pide que los niños salgan de la vivienda cuando va a entrar y no visita cuartos en que haya personas encamadas. También cambió la cinta de medir por un láser para calcular los espacios de construcción de pared a pared y no toco nada en el hogar.

“Hasta la puerta de ‘screen’ les digo que, por favor, la abran para yo no tocarla”, expuso Quintana, quien aun así usa guantes y doble mascarilla en todo momento.

Manifestó que “al principio la gente no usaba muchos los servicios, porque dejar entrar una persona que obviamente tú piensas que ha estado entrando a una casa y a otra, no es fácil. El volumen bajó. Al principio fue de más del 50%. Ya está volviendo a la normalidad”.

Indicó que de un salario mensual de $4,000 a $5,000, comenzó a devengar alrededor de $2,500.

Pero, esta baja en trabajo no fue lo más difícil de la pandemia para Quintana. Señaló que es exponerse a un posible contagio.

“Es como volver a tener confianza. Esto es para ambas partes. Pero, hay que salir a trabajar”, señaló.

Ya cuando todos estos trabajadores han hecho sus funciones en sus hogares es cuando la empresa de Pastrana entra en acción con su desinfección vía “fogging”.

“Se está trabajando mucho, porque desinfecta. El producto llega a lugares donde usualmente uno no toca limpiando con un paño y el producto se queda trabajando de 15 a 30 días”, explicó el propietario de Xtra Clean.

Dijo que este trabajo lo hacen mayormente en casas en las que han contratado “plomeros o algo y nos han llamado” o donde se ha reportado algún contagio.