Trae cola situación con los perros

Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 15 años.
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Walgreens no es la única. Wal-Mart tuvo que llegar a un acuerdo extrajudicial con una mujer que se sintió humillada al no dejarla entrar a una de sus tiendas por estar acompañada por su perro de servicio.
Alma Febus Vega, de 49 años, ha atravesado por varias cirugías de la espina dorsal luego que en 1994, cuando tenía 33 años, un perro la atacara en Nueva Jersey y su espalda cayera sobre un candado que la dejó inmóvil.
“Yo era activa, hacía ejercicio. No pude tener hijos. Me dio una depresión terrible. Hasta que tuve mis perros de servicio”, relató la residente de Arecibo.
Narró que el 24 de mayo de 2008, llegó a Wal-Mart de Plaza del Norte, en Hatillo, junto con su perro de asistencia Barbie.
Según la carta de acción civil extrajudicial sometida en agosto de 2008 por su abogada Wilma Isiarí López Mora, el encargado de seguridad la detuvo “de forma hostil y le prohibió el ingreso a la tienda con el can”. Ella le aclaró que era incapacitada y que requería de la compañía del perro, pero él le ripostó que “se ve bien”, que no parecía incapacitada y le quitaron su perro para dejarlo afuera.
Contrario a Maritza Burgos, quien demandó a Walgreens por echarla de la tienda con su perro de asistencia Thunder, a Febus no la botaron, pero la escoltaron dentro de la tienda tanto el personal de seguridad como la asistente de gerente mientras hacía sus compras.
“Veía que estaban velándome como si fuera alguien que iba a robar. Cojo un detergente, me lo quitaron de la mano y empezaron a decir que abrieran una caja registradora para mí, para que la gente no coja miedo. Me acompañaron hasta afuera”, recordó Febus, quien dijo que se sintió humillada y tomó acción porque se le violaron sus derechos como incapacitada.
“Lo que quería era mandar un mensaje, no dinero. Era para que se educaran y cambiaran la política de la compañía, que no fuera sólo perros guías, sino perros de servicio también”, aclaró Febus sobre por qué tomó la decisión de hacer una reclamación fuera de corte.
Cuando Febus fue atacada por el perro de un vecino, el que la ayudó fue su perro Nikko Von Rottie, abuelo de Barbie.
“Fue el que me ayudó a entender el valor y cómo el amor de un perro puede cambiar la vida de uno a algo tan positivo. Desde el momento en que no pude caminar, él utilizó su cuerpo para ayudar a levantarme. Y por él, hoy estoy aquí. Y ahora tengo a Barbie y Dark von Storm como mis perros de servicio”, manifestó Febus sobre sus perros rottweilers.
Febus urgió que debe existir en Puerto Rico un registro de canes de asistencia, algo que no se ha hecho.