Luego de más de 20 años buscando a su padre, Christina y Cathy Wong completaron el que quizás haya sido el viaje más largo de sus vidas para encontrarlo.

No se trató de un encuentro feliz.

Su padre murió de cáncer el 24 de abril en el Hospital Universitario de Carolina y su cuerpo estuvo sin reclamar durante meses.

Primera Hora inició una complicada pesquisa sobre la identidad del individuo, quien nació en Malasia pero se crió en Singapur, luego vivió en Nueva York y de allí se trasladó a Puerto Rico.

Aquí, trabajó en una tienda de recordatorios en el Viejo San Juan, pero la edad hizo mella y lo despidieron.

Dar con un familiar involucró un esfuerzo internacional de agentes de la Interpol y detectives privados en tres países, quienes trabajaron el caso probono.

Resulta que Wong Hong Kong tenía un negocio de venta de muebles que, en 1979, se fue a la quiebra. Fue entonces cuando el hombre se mudó a Estados Unidos. De ahí, el contacto se fue perdiendo poco a poco.

En 1991, el padre le dejó la patria potestad de la hija menor a la madre. La última vez que Christina, Cathy y otro hermano -a quien no quisieron identificar- supieron de su padre fue en 1994. Luego, como una llama donde no hay oxígeno, la relación se extinguió.

En el 2005 Christina colocó -en vano- varios anuncios en periódicos de Estados Unidos diciendo que lo buscaban. Incluso, acudió a un tribunal para que lo declararan muerto, aunque la corte no se los concedió.

“Era una táctica a ver si así aparecía”, confesó Cathy.

No fue sino hasta que hace unas semanas recibieron la noticia de que su padre apareció, aunque ya había fallecido.

“Me tomo unos cuantos días asimilar la noticia”, dijo Christina en entrevista con Primera Hora. “Lo consulté con mis hermanos y finalmente hicimos los arreglos para venir a reclamar el cuerpo”, agregó.

“Tenemos una mezcla de sentimientos. Por un lado, estamos felices porque tenemos un proceso de cierre. Pero también estamos tristes... y hay mucha frustración porque aún tenemos muchas preguntas que nunca tendrán respuesta”, señaló en inglés.

Entre esas interrogantes, una de las primeras que salta a las mentes de ambas es por qué Hong Kong, a quien también se le conocía como Paul, eligió Puerto Rico para vivir.

“Es lo que quisiéramos saber”, dijeron a coro.

A su arribo a San Juan esta semana, Christina y Cathy tuvieron que ir al Instituto de Ciencias Forenses (ICF) a identificar el cuerpo de su padre, quien, a diferencia del hombre que dejaron de ver cuando era unas niñas, antes de morir tenía el pelo blanco y una barba muy larga.

La tarea en el ICF, además de la carga emocional, fue bien difícil porque no podían contestar preguntas sobre los medicamentos que tomó y los padecimientos de los años recientes.

Alba Serrano, la mujer que alojó a Hong Kong en su casa cuando éste perdió su trabajo en la tienda de souvenirs, tuvo que hablar con los investigadores forenses para darles esos detalles.

Luego de más de una hora el trámite con el ICF, todo quedó listo. En los próximos días cremarán el cuerpo para poder llevar las cenizas de vuelta al lugar de sus raíces.

Las hermanas agradecieron el apoyo y las gestiones del personal del ICF, de los detectives privados Fernando Fernández, Bob Rahn, de Nueva York, y Ponno Kalastree, de Singapur, así como a los agentes de la Interpol y de este diario que aportaron su granito para dar con ellas.

Luego tocó el turno de ir a conocer a Serrano.

Los abrazos, la sorpresa y las muestras de agradecimiento salieron espontáneas.

“¡Dios me escuchó!”, afirmó Serrano.

Juntas compartieron los pocos documentos que guardaba Hong Kong, y algunas fotos. Christina se reconoció en un retrato con 10 años y su uniforme de niña escucha.

“Ésta soy yo”, dijo tratando de recordar el momento en que le envió las imágenes por correo a su padre. Se emocionó también al ver que, a pesar de los años, el hombre también mantenía una tarjeta de felicitación por el día de los padres y su cumpleaños, que eran en una fecha cercana.

“Es muy extraño todo, no sé... muy difícil. No es fácil encontrar a una persona con tan poquitas pistas y... no saber sus razones”, reflexionó Christina tras pasar media hora a solas junto a su hermana y Serrano.

Los restos de Hong Kong serán cremados en la Isla y recibirán una bendición de un sacerdote católico, como las hermanas pidieron. Se espera que el viernes retornen a sus vidas.

Acuerdos colaborativos

A raíz de este caso, la Interpol y el Instituto de Ciencias Forenses descubrieron la necesidad de firmar un acuerdo colaborativo para deshacerse de trámites burocráticos que atrasan las gestiones de identificar un cadáver y buscar a sus familiares.

El acuerdo establecerá que por cada cuerpo que esté sin reclamar en el ICF, y con características o datos de que se trata de un extranjero, se le avisará de inmediato a la Interpol para activar los protocolos de búsqueda.

“En este caso logramos trabajar en equipo, pero en algunas cosas fue cuesta arriba... Ahora se va a establecer este acuerdo para beneficiar a otras futuras familias que tengan esta misma situación de tener un familiar desaparecido”, dijo Kevin Narváez, agente de la Interpol.

La portavoz del ICF, Patricia Vélez, expresó que el objetivo “es establecer un proceso más rápido, que no tengamos que hacer cartas pidiendo autorizaciones sino que sea un acuerdo que ya está hecho para intercambiar de inmediato la información”.