7:00 a.m. del domingo, 6:00 p.m. de sábado en Puerto Rico

Nuestro segundo día inmerso en esta aventura, y cabe señalar que adaptarse al horario ha sido la hazaña más dura a la que nos hemos enfrentado en lo que va de viaje.

El amanecer en Japón es muy colorido, matizado por el sol mañanero del domingo el cual tuvimos la oportunidad de ver brillar primero que nadie.

Una calma atípica pero que acentúa el paisaje que podemos divisar a través de la ventana de nuestra habitación, ronda en las calles de la ciudad de Fujisawa. En Japón el sol sale mucho antes de lo  relativamente "normal" para nosotros; a las 5:00 a.m. ya estaba entraba por la ventana (bueeeeno).

Nos esperaba un desayuno a las 8:00 de la mañana en punto en un  concurrido restaurante de comida tradicional en  la ciudad.

Nuestros estómagos están adaptados al horario de nuestro Puerto Rico, por lo que desayunar a las 7:00 de la noche (hora de Puerto Rico) puede ser un reto.

Las personas que nos han recibido se han portado de maravilla.

En la cena de anoche observamos unos detalles que nos impactaron sobre el trato que se nos dio. Su educación, el respeto, la cortesía, los japoneses se esmeran en el trato y velan hasta el detalle más ínfimo para hacerte sentir bien, para añadirle más a lo que puede ser una descripción perfecta del paraíso.

En este país no es común dar propinas, me han comentado que puede parecerle un insulto, por lo que si genuinamente se quiere agradecer algún detalle, se hace con algún presente sencillo, lo genial es que valoran este presente de tal manera que no hace falta hablar japonés para poder entender el agradecimiento y la emoción, pues es tanta que sus rostros hablan por si solos.

Hoy nos espera nuestro primer concierto en el templo budista de Fujisawa, y tenemos muchas emociones encontradas sobre la presentación, por lo que planificamos ensayar en horas de la tarde, después de haber sido tratados tan bien, lo menos que pretendemos es darle la mejor calidad en cada interpretación de nuestras piezas.

8:00 a.m. Japón  (7 p.m. Puerto Rico)

Nos reunimos en el pequeño restaurante a las 8:00 de la mañana en punto, ni un minuto más ni un minuto menos.

No queríamos quedar mal, ya que los japoneses valoran la puntualidad y es un principio básico en su manera de relacionarse con los demás. Una tardanza de 5 minutos es suficiente para que se incomoden o se desesperen. Pienso que puede parecerles hasta insultante Debería ser difícil para un japonés lidiar con ese asunto en Puerto Rico.

Nos reunimos en el restaurante, con el monje budista de nombre Kurasawi San (San es señor, en español con el señor Kurasawi), caracterizado por su vestimenta de color marrón a la usanza tradicional, la cabeza rapada, una paz en su rostro increíble y su afán por hacernos sentir bien.

Durante el día había lluvias anunciadas, y la sorpresa de la mañana fue que nuestro amigo Kurasawi San, cargó con 13 paraguas diferentes para cada uno de nosotros.

Sobre la mesa de este restaurante había un huevo cocido en su cascarón, pan con mantequilla, ensalada con tomate, pepinillo y una taza de te. No estaba mal, después del festival de degustación que habíamos tenido anoche, en vez de jugo de naranja teníamos agua y te.

Sería interesante ver si existen personas con diabetes en este país, después de comer tan saludable. Hemos notado que las mujeres japonesas son algo tímidas, al lanzarles una "mirada de tuno" es decir,  una mirada coqueta que quema la piel, desarma a la mujer más combatiente y arranca una sonrisa hasta en la más orgullosa, bajan la cabeza y su rostro revela perfectamente la timidez y el nerviosismo de la ocasión. Por lo que decidí dejar de molestar a las meseras con las miradas de un boricua y los guiños de Don Juan que caracterizan un tuno.

Nuestros amigos nos enseñaron  dos frases en japonés las cuales estaremos repitiendo durante nuestra travesía, antes y después de cada comida, una Itadakimasu (buen provecho) y la otra es Gochisousama (qué comida deliciosa) También nos explicaron que la palabra envuelve algo espiritual, como de agradecimiento a Dios por la persona que preparó la comida. En otra crónica les explicaremos con más detalle.

9:00 a.m. de Japón 

Después de decir Gochisousama a las personas del restaurante y ver cómo sonreían, nos dimos a la tarea de comenzar las labores de reconocimiento en la ciudad de Fujisawa.

La tecnologia brota por cada esquina, en este país. Puedes ver un empleado de “delivery” de comida con su motorita pequeña, de estas que se pusieron de moda una vez en Puerto Rico, y atrás carga un horno para mantener la comida caliente.

Los celulares poseen una tecnología muy avanzada entre otras cosas que seguiremos añadiendo a la lista más adelante.

Por toda la ciudad apreciamos una arquitectura que envuelve lo tradicional con lo moderno en una relación "simbiótica".

La limpieza y el silencio reinan en estas calles. Durante nuestra labor de reconocimiento encontramos un lugar de más de tres pisos, éste era un centro de entretenimiento, realmente impresionante. Era una mezcla de salón de juegos estilo “time out” y un casino.

Más de tres pisos diferentes llenos de máquinas de juegos, un lugar extremadamente grande comparable con un centro comercial, el lugar concurrido por los jóvenes de la ciudad que demostraban habilidades excepcionales e impresionantes en cada juego.

Vimos juegos diferentes a los que estábamos impuestos a ver en un lugar como estos, caracterizados por imágenes tradicionales de la cultura japonesa.

Durante nuestra travesía, encontramos una tienda. Rápido pregunté a nuestro traductor cuál era su nombre: Daiku. Esta tienda se caracteriza porque toda la mercancía la venden a 100 yenes, aproximadamente un dólar. Podías encontrar lo inimaginable, solo por 100 yenes, cuadros, herramientas, cargadores para los teléfonos entre otras cosas, una tienda de dos pisos muy colorida y curiosa.

12:00 p.m.

Comenzamos nuestro camino hacia el templo budista de Shonandai en la ciudad de Fujisawa donde presentaríamos nuestro concierto. Llegamos a la 1:00 de la tarde hora local, para disfrutar de un almuerzo con los monjes y los organizadores de la actividad.

Quien piensa que comer sentados en el piso a la manera tradicional Japonesa  puede ser algo incomodo está equivocado. Se trata de todo lo contrario. Además de que le da un toque a la experiencia. En nuestro caso, bajo la mesa, hay una especie de fosa para poner los pies, sobre esta fosa descansa la mesa y queda al nivel perfecto para comer cómodamente.

1:00 p.m.

Comenzamos los ensayos previos a la presentación en el templo y los efectos del Jet Lag y el horario comienzan a hacer fiesta con nosotros. A pesar de este pequeño pero incomodo detalle, continuamos la labor.

Estábamos decididos a agradecerle tantas atenciones dando lo mejor de nosotros y haciendo una excelente interpretación de nuestra música, sabíamos que era la mejor manera de agradecerlo. Ensayamos por más de tres horas el repertorio que habíamos preparado. En nuestro repertorio incluimos temas del folklore, colombiano, peruano, uruguayo, cubano y obvio que Puerto Rico entre otros países latinoamericanos, perfectos para la ocasión.

6:00 p.m.

El escenario estaba listo y lleno de un público hermoso que ansiaba escuchar nuestra música. En el mismo habían japoneses y latinos radicados acá en los cuales podías ver una asimilación perfecta con la cultura japonesa, un público que en sus caras reflejaba el deseo y el desespero porque comenzáramos a tocar.

Comenzó la presentación y arrancamos con “Mi Jaragual”, perfecto para ir calentando la noche y la presentación ante un público que sonreía, cerraban los ojos y se movían al ritmo de nuestra música.

Estuvimos presentando nuestro espectáculo por espacio de dos horas, nos dimos a la tarea de explicar sobre cada uno de nuestros instrumentos.

Angelito Rosario (Pikijode) tuvo la osadía de realizar dicha labor. Primero hablábamos en español y el traductor, un joven de 16 años, repetía en japonés lo que decíamos. Lo gracioso era la reacción después de cada traducción. Cada vez que le mostrábamos nuestros instrumentos, el güiro, el cuatro, el bongó, la bandurria, una expresión de sorpresa colectiva (cuando te explican algo y lo entiendes que de pronto dices “aaaaaaahhhhhhhh” de manera peculiar) a coro era emitida por el público.

8:00 p.m. Japón  (7:00 a.m. Puerto Rico)

Después de dos horas de  función, terminamos el concierto y nos reunimos con los presentes para tomarnos fotos y compartir con ellos luego de la actividad.

Por lo visto, para ellos, esto era una experiencia de carácter espiritual, no en balde si la música es alimento para el alma.

La alegria que veíamos en sus rostros, la paz y el afecto que recibimos continúan afianzando nuestra sensación de satisfacción.

Varios hispanoparlantes se acercaron para agradecernos emocionados, el contacto que le hicimos tener con su música, y sus raíces.

Nuestro segundo día en Japón y ya podemos seguramente decir que ha valido la pena volar más de 19 horas, luchar contra un cambio de horario significativo, adaptarnos a una gastronomía diferente, usar baños distintos (en nuestra próxima crónica les cuento sobre otro tipo de inodoro peculiar de Japón) .

Mañana,  lunes, partimos para la ciudad de Kamakura, una antigua ciudad japonesa, a un centro turístico donde podremos apreciar los samuráis y otros aspectos tradicionales de la cultura japonesa.