Un año de pandemia entre dos gobernanzas
Wanda Vázquez y Pedro Pierluisi analizan sus ejecuciones como mandatarios para atender la emergencia de salud más grande en Puerto Rico en las últimas décadas
Nota de archivo: esta historia fue publicada hace más de 4 años.
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A ella le correspondió tomar medidas inmediatas para intentar controlar la propagación de una enfermedad de la que se sabía muy poco y que afectaba a los países de todo el mundo. Él tiene la encomienda de buscar mecanismos que atiendan las secuelas de la crisis provocada por la emergencia y que lleven a una recuperación económica y al retorno gradual de las actividades gubernamentales, comerciales y sociales.
Ella es la exgobernadora Wanda Vázquez Garced y él es el gobernador Pedro Pierluisi. Ambos, en distintas fases, han tenido que liderar las estrategias para alivianar los efectos que la tragedia salubrista del COVID-19 ha tenido sobre Puerto Rico.
A un año de la declaración de la pandemia del novel coronavirus, Primera Hora procuró expresiones de ambos líderes políticos, quienes evaluaron sus ejecutorias: Vázquez Garced desde la posición de la figura gubernamental que enfrentó la crisis inicial y Pierluisi como esa contraparte que cogió el batón para dar continuidad a los esfuerzos de recuperación.
Al final, ambos coinciden en un pensamiento: el principio del fin está cerca.
Desde la comodidad de su hogar, Vázquez Garced habló con este diario vía Zoom. Por más de 30 minutos estuvo repasando los pormenores que la llevaron a enfrentar el reto más grande que tuvo durante los 514 días que estuvo administrando al País.
Decretar un cierre total en la isla, como medida cautelar para desacelerar los contagios del virus fue su primera decisión trascendental luego que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarara una pandemia del COVID-19.
Para ese entonces, Puerto Rico apenas lidiaba con las terribles secuelas que dejaron los terremotos en el suroeste.
Según destacó, hubo dos momentos de gran incertidumbre que la llevaron a tomar medidas drásticas en cuanto a restricciones impuestas en las órdenes ejecutivas.
La primera fue cuando anunció el primer “lockdown” que entró en vigor el 15 de marzo y en el que se ordenó a casi toda la población -con pocas excepciones que incluían a profesionales de la salud y personal que trabaja en garajes y farmacias, entre otros- a permanecer en sus hogares desde las 9:00 p.m. hasta las 5:00 a.m. Sólo se permitían salidas para servicios esenciales. Tres días antes había firmado unas órdenes ejecutivas declarando un estado de emergencias y activó a la Guardia Nacional para dar apoyo al Departamento de Salud.
“Fue una situación bien compleja. Era una emergencia sobre otra. Estábamos manejando la emergencia de los terremotos. Pero siempre me mantuve pendiente a lo que ocurría en el resto del mundo. Veía lo que pasaba en Francia, Italia, Nueva York... le tuve mucho temor desde un principio porque en estas situaciones de salud pública la particularidad es que se pueden transmitir (las enfermedades) rápidamente y ese era mi temor”, expresó.
Recordó que para entonces se llevó a cabo el Festival de la Salsa al que asistió un médico panameño que había enfermado de COVID-19 y que, luego, murió en su país.
“Me estremeció esa noticia porque yo digo: ‘ya nos llegó el COVID a Puerto Rico’. Y por eso aquellas medidas que se tomaron de poner en cuarentena a las personas que estaban ocho filas hacia el frente o seis hacia atrás”, narró.
Pasaron pocos días y surgieron los casos de la pareja de turistas italianos que llegó a bordo de un crucero. Ambos buscaban auxilio clínico pues la mujer -que posteriormente falleció- presentaba síntomas compatibles con el virus. Los dos arrojaron positivos a pruebas diagnósticas de la enfermedad. Simultáneamente, se atendía en el oeste a otro turista que estaba muy enfermo.
“Cuando veo que para el 13 de marzo ya tengo cinco casos positivos de COVID dije: ‘no, voy a cerrar porque no sé lo que hay afuera o cuánto esto pueda estar regado allá afuera”, explicó al agregar que quedó traumatizada con las imágenes que se veían de jurisdicciones como Nueva York, donde el sistema de salud colapsó y “hubo que enterrar gente en fosas comunes”.
Sostuvo que se convenció de que hacía lo correcto cuando días después -luego de conformar el Task Force Médico- un grupo de científicos la reunió en la terraza de La Fortaleza y le informaron sobre unas proyecciones fatídicas que ocurrirían si no se mantenía control de la epidemia.
“Recuerdo el momento exacto. Estábamos en una terraza y los doctores me trajeron esas proyecciones fatales, que después supimos, de que Puerto Rico iba dirigido a 300 mil contagios y unas 30,000 muertes. Yo me quedé... para mí eso fue como un balde de agua fría. Yo dije: ‘no puede ser, Puerto Rico no puede pasar por esto. Tantos puertorriqueños muertos por el COVID . Esto no puede ser’. Ahí fue que dije que el ‘lockdown’ iba a continuar. Y que íbamos a ir abriendo poco a poco dependiendo cómo respondiera el público porque la conciencia ciudadana era muy importante para poder obtener los números que obtuvimos después”, explicó quien en varias instancias comparó la tasa de contagios y muertes de Puerto Rico con otras jurisdicciones en las que el escenario fue peor.
Reconoció el escollo por la dilación en la llegada de pruebas diagnósticas y el procesamiento de análisis a nivel local. En un principio, las pruebas del Departamento de Salud se enviaban a los Centros para el Control y Prevención de Enfermedades (CDC), en Atlanta. En medio de esa situación en la que todos los gobiernos abogaban por adquirir más pruebas, surgió el famoso escándalo por la compra de un millón de pruebas rápidas -que nunca llegaron a la isla- por $38 millones a la empresa Apex General Contractors, cuyo abogado era Juan Maldonado, un exfuncionario del gobierno de Ricardo Rosselló. El asunto fue investigado en la Cámara de Representantes y provocó la salida del exsecretario de Salud, Rafael Rodríguez y otros funcionarios de la agencia.
“Era bien difícil y sentía impotencia porque no era que Puerto Rico tuviera la limitación, es que la limitación la tenía el mundo entero. Estados Unidos que era la nación que preparaba las pruebas, no las tenía para sus ciudadanos”, acotó.
Tras la avalancha de líos llegó a dirigir el Departamento de Salud, Lorenzo González, a quien la exgobernadora elogió en múltiples ocasiones durante la entrevista.
Sin embargo, lo cierto es que luego de cuatro meses de “control” de la epidemia, el gobierno consideró las aperturas tomando en cuenta la debacle económica que avanzaba con el pasar de las semanas. En ese entonces, además del Task Force Médico se llevó a las mesas de negociación figuras del sector económico y privado. La idea, según la exgobernadora, era buscar “un balance” entre las partes.
De hecho, Vázquez Garced señala que lo único que cambiaría de su ejecutoria durante el manejo de la pandemia es que hubiera optado por hacer públicas las reuniones tras bastidores que sostuvo con asesores de ambos sectores antes de implementar cada una de las 14 órdenes ejecutivas que emitió desde que decretó un cierre en marzo.
“Me hubiera gustado que el pueblo y los medios vieran esas discusiones que se tenían y cómo se llegaba a consensos... se cogía un poquito del lado económico y la gran mayoría (de las recomendaciones) de los médicos. Mi único interés siempre fue controlar los contagios y las muertes”, aseveró.
Precisamente, cuando se percibió un pico de casos entre noviembre y diciembre fue que llegó el segundo momento de tensión durante la emergencia.
Y es que para el mes de noviembre se registraron la mayor cantidad de casos confirmados una cifra que se elevó a 20,268 contagios. El panorama no lucía favorecedor y la comunidad científica advertía que un colapso del sistema de salud podría surgir si los contagios continuaban al ritmo acelerado que se percibió ese penúltimo mes del año, cuando se acercaban las fechas festivas. De hecho, los días 14 y 30 de noviembre han sido al momento los que más muertes se han registrado con 21 decesos cada día.
“Me preocupó muchísimo ese mes de noviembre, donde venían días feriados como Thanksgiving. Vimos que la gente bajó un poco la guardia. Entonces se tuvieron que tomar medidas para que esos contagios bajaran y se evitara un brote grande para enero. Y vimos como los casos y las muertes bajaron dramáticamente. Además, el sistema de salud de Puerto Rico, con todos sus defectos y virtudes, nunca colapsó”, manifestó quien dijo que no se acostaba a dormir hasta ver el informe de casos y de fallecimientos que le llegaba desde Salud todas las noches.
Insistió en que gracias a su gestión y la de su equipo de trabajo pudo pasar el batón gubernamental al gobernador Pedro Pierluisi con la crisis bajo control.
“Tenía la preocupación de que cuando entrara el gobernador hubiera un brote porque no era fácil entrar y trabajar con una situación como esta... nosotros habíamos cogido la situación más fuerte, sin esperanza de que hubiera vacuna, pero afortunadamente cuando él llega ya estaba todo bastante controlado, había una vacuna aprobada y Puerto Rico ya había iniciado ese proceso de vacunar a los primeros grupos”, expresó.
Ahora, desde las gradas, dice estar pendiente a la trayectoria del virus y a las acciones del gobierno.
Acogió como buena la postura de Pierluisi de reabrir las escuelas de manera gradual para iniciar clases presenciales.
El pase de batón a Pierluisi
Y, precisamente, desde que el gobernador Pierluisi asumió las riendas del gobierno en enero estableció que afrontaría la pandemia de forma multisectorial y que daría prioridad a la educación pública.
“He sido muy claro de que regresar a la educación presencial de forma gradual y paulatina es indispensable para cumplir con nuestros niños y niñas. Aun así, hemos sido muy precavidos condicionando el comienzo de clases presenciales a números de contagios descendientes, al cumplimiento de estrictos protocolos de salud y garantizando la vacunación del personal de escuelas por todo Puerto Rico para prevenir aún más la posibilidad de contagios del COVID-19”, manifestó por escrito a este diario el mandatario.
Reconoció que su enfoque de abrir escuelas, tanto públicas como privadas, trajo desacuerdos entre aquellos que tienen temor. Sin embargo, reiteró que retornar a las aulas es una “obligación moral” que hay que atender con premura.
Enfatizó que todas las decisiones pertinentes a las aperturas son consultadas con el asesoramiento de una Coalición Científica. Al mismo tiempo, aseguró que mantiene una estrecha comunicación con todos los sectores de la empresa privada.
“A base de toda la información, he sido prudente y conservador, siempre salvaguardando la salud del pueblo mientras buscamos el balance de mitigar los daños a nuestra economía”, subrayó.
Mencionó, por ejemplo, que estableció como política pública aumentar significativamente el acceso a pruebas diagnósticas de COVID por todo Puerto Rico. De hecho, al cierre de esta edición el número de pruebas moleculares y de antígenos habían sobrepasado más de 2 millones de muestras.
“El secretario de Salud, Carlos Mellado, ha estado sumamente activo y ha llevado a cabo los llamados Coviveos, los que nos ayudan a tener un retrato más claro de cualquier brote y a identificar casos, para aislarlos y proveerles tratamiento”, acotó.
De otra parte, puntualizó la importancia de la vacunación, y defendió el hecho de que los maestros hayan sido vacunados antes que los adultos mayores de 65 años en adelante. Aun así reiteró que la mayoría de las dosis están destinadas a la población adulta, que son los más vulnerables a enfermarse y morir de coronavirus.
“Ciertamente, dado que es una iniciativa novel (vacunación) con una logística de distribución sumamente complicada, el proceso no ha sido perfecto, pero el secretario de Salud ha sido un gran líder, estableciendo prioridades y trabajando junto a la Guardia Nacional para vacunar al personal médico, nuestros primeros respondedores, el personal educativo y la población de 65 años o más”, puntualizó al mencionar también la iniciativa de VacuTour, la cual busca llegar a diversas áreas para realizar esfuerzos masivos de vacunación.
Precisó, además, que la posibilidad de que lleguen más dosis a la Isla es parte de las promesas que ha hecho el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y esto permitiría cumplir con la expectativa de que para el final de verano se haya logrado la inmunidad de rebaño.
De otra parte, dijo que ha dado instrucciones para que se identifiquen fondos para ofrecer un incentivo a los pequeños negocios.
“Nuestra economía se ha visto seriamente afectada y era necesario que pudiéramos ayudar a esos comerciantes que quizás no aplicaban para otros incentivos. En mi gobierno, la agilidad en cuanto a los desembolsos para ayudar a los pequeños y medianos comerciantes, así como al pueblo es una prioridad”, expresó.
Por último, envío el siguiente mensaje a los puertorriqueños: “La pandemia nos llegó sin estar preparados, no solamente en Puerto Rico, sino en el mundo entero. Mientras nos encerrábamos hace un año, la naturaleza se iba recuperando del paso acelerado de la humanidad y, a la misma vez, un sinnúmero de científicos alrededor del mundo juntaban sus mentes brillantes para buscar una vacuna que nos devolviera a la normalidad y en ese paso, precisamente, nos encontramos. Tomará todavía un poco más de tiempo para dejar las mascarillas y podernos abrazar como solíamos hacerlo antes, pero que nadie tenga dudas de que volveremos a vivirlo”.