>El escándalo de abuso sexual contra menores en la Iglesia Católica y el encubrimiento en las esferas de poder  del clero llevan más de una década con resonancia internacional.

Tanta, que hasta Puerto Rico ha llegado. Tanta, que hasta el argentino  papa Francisco tuvo que pedir perdón y comprometerse a sancionar a esos hombres de Dios que bajo la sotana ocultan a un pedófilo. Tanta, que la Iglesia ha tenido que pagar millones de dólares en indemnizaciones.

“Me siento obligado a asumir personalmente todo el mal que algunos sacerdotes, bastante pocos en número, obviamente no comparable con el número de todos los sacerdotes, a pedir perdón personalmente por el daño que han causado por haber abusado sexualmente de niños”, dijo el Papa el mes pasado.

En marzo de 2010, su predecesor  Benedicto XVI también pidió disculpas a las víctimas de  abuso sexual, pero se quedó corto y únicamente incluyó a los que fueron abusados  por sacerdotes de la Iglesia Católica en Irlanda.

Y eso, que Benedicto estuvo salpicado directamente con el escándalo.

El periódico New York Times publicó, también en 2010, que la arquidiócesis alemana, dirigida por  Benedicto XVI cuando su nombre era Joseph Ratzinger, ignoró  las advertencias de que no se le debía permitir trabajar con niños a un sacerdote acusado de abusar sexualmente de menores. 

Además, el obispado de Ratisbona (Alemania) había señalado que se cometieron abusos sexuales en el ambiente del coro de jóvenes de la catedral de la ciudad en los años en los que el grupo era dirigido por Georg Ratzinger, hermano de Benedicto XVI.

El New York Times también dio a conocer que Ratzinger no respondió a más de 200 quejas de abuso sexual contra Lawrence Murphy, un cura que trabajó en una escuela católica para niños sordos en Wisconsin entre 1950 y 1974.

Aunque hay referencias de los 80 y 90, el que parecer ser el mayor escándalo de abuso sexual fue en el 2002 en Boston. Un periódico, el Boston Globe, publicó reportajes de actos de pedofilias perpetrados por cinco sacerdotes. Las historias activaron la memoria y la valentía de decenas de víctimas y empezaron a difundirse  abusos s en el nuevo y el viejo mundo.

El encubrimiento de la Iglesia parecía estar presente en la mayoría. De hecho, el cardenal Bernard Law fue acusado de encubrir a más de 200 curas pederastas y renunció como arzobispo de Boston.

El de Irlanda explotó unos años después, cuando una investigación del gobierno   reveló más de cien casos de abuso sexual contra  menores  por parte de miembros de la Iglesia Católica.  Unos 20  sacerdotes fueron implicados.

En Argentina, Chile y Colombia, entre otros países latinoamericanos, hay casos de curas pederastas que han terminado con reclusión carcelaria.

En Puerto Rico, el primer caso contra un cura pedófilo con fallo de culpabilidad ocurrió en 2006, cuando Aníbal Torres Ortiz fue encontrado culpable de tocar las partes íntimas de un menor de 14 años. 

 Por los actos pidió perdón el arzobispo de San Juan, Roberto González Nieves.