Vieques. En una capilla pequeña de las Funerarias Esquilín en Vieques están expuestos los restos de un hombre que se convirtió en un símbolo. A los lados del féretro, arreglos florales decoran el espacio. Una gran bandera de Puerto Rico cuelga de la pared a la izquierda; a la derecha, la bandera de Vieques.

Robert Lawrence Rabin Siegal, mejor conocido como Bob Rabin, falleció el 28 de marzo de un cáncer que padeció por 10 años. Tenía 68 años de los que dedicó casi 40 a luchar por los derechos de los viequenses.

Rabin es reconocido como uno de los líderes más prolíficos en la lucha por la salida de la Marina de los Estados Unidos. Sus contribuciones a la preservación histórica de la isla municipio, la educación y el activismo en general cimentan su legado como uno de los contribuidores más importantes a su cultura.

De pie, mirando al féretro en el que yace quien fue su esposo, Nilda Medina no puede contener el llanto cada vez que entra alguien a ofrecer el pésame.

“Pensé que estaba lista, pero no lo estoy”, dice mientras un grupo de personas llora con ella y le ofrecen consuelo.

“Uno no puede controlarlo, el dolor de una pérdida así es algo no se puede describir”.

Nilda se aleja del ataúd y toma asiento en una silla de la parte trasera del lugar. La capilla aun está vacía, el barco de las 10:00 a.m. en el que venía la mayor parte de los invitados se retrasó. Por casi el mismo tiempo que lleva en Vieques compartió su vida con Bob. Oriunda de Vega Alta, llegó a la Isla Nena a sus veintitantos con una sed de cambio y lucha.

Medina destacó que para Rabin, Vieques siempre fue primero: su compromiso con la cultura, con su comunidad, con sus jóvenes y sus niños.
Medina destacó que para Rabin, Vieques siempre fue primero: su compromiso con la cultura, con su comunidad, con sus jóvenes y sus niños. (David Villafane/Staff)

“Vine aquí a trabajar como maestra de ciencia, pero vine también con mi encomienda de integrarme a la lucha por la paz de Vieques”, dice con la voz ya calmada.

Fue en esos espacios precisamente donde lo conoció. Fue algo así como amor a primera lucha. Por cuatro décadas mantuvieron una relación amorosa que se formalizó en matrimonio el 31 de diciembre de 2021. Nilda sabe lo absurdo que suena, pero explica que nunca lo entendieron necesario para ser felices. Solo al final, sabiendo que ya el estado de salud de Bob no presentaba mejoría, decidieron casarse.

Reconoce, sin embargo, que su amor nunca fue exclusivo. Con una carcajada que le ilumina todas las facciones del rostro dice que su esposo tuvo dos grandes amores en su vida.

“Yo diría que primero Vieques y luego yo. Ese compromiso fue primario para él. La cuestión de la cultura, la cuestión del rescate de los documentos históricos, el compartir esa historia con la comunidad, con los jóvenes, con los niños y sentir orgullo por lo que decía”.

También reflexiona sobre el aspecto generacional de el activismo en Vieques y sobre cómo nunca terminan.

“Las luchas de Vieques no se acaban y entiendo que no se acaban porque nosotros tenemos un gobierno dirigido por mediocres. No tienen la valentía de resolver los problemas de la comunidad y se conforman con paliativos que muchas veces, en vez de hacer bien, hacen mal a la comunidad”, expresa con tono firme.

Nilda quisiera que Bob fuera recordado como un símbolo. “Es una bandera, así lo debemos ver todos. Una bandera que te pone alerta de que la patria hay que amarla. Pero también la patria requiere sacrificios y no podríamos y no debemos vivir para nosotros adquirir u obtener de la patria beneficios, sino debemos vivir para que la patria tenga el cuidado y el amor que merece”.

Así también lo quieren recordar sus compañeros en espacios de trabajo y lucha. El barco al fin llegó. Decenas de personas abarrotan la capilla. Carlos Ruiz Cortés, director ejecutivo del Intituto de Cultura Puertorriqueña brinda un breve mensaje a los presentes, al igual que un representante del alcalde del municipio, José Corcino Acevedo, quien no pudo estar presente por razones que no fueron explicadas.

Myrna Pagán, otra de las figuras más prolifícas del activismo viequense y persona a la que Bob consideraba una mentora, se sienta en espera para hablar.

Tiene 86 años y dice que su espirítu sigue teniendo la misma fuerza para luchar que en sus años de juventud. Sobre Bob, expresa que su entrega a lo que hizo trasciende al plano físico.

“Su pueblo está de luto ahora, pero también celebrando tanto que él hizo y que gozó aquí en Vieques. Era una muy graciosa persona, al igual que muy apasionado y totalmente entregado a su pueblo. En estos momentos que estamos aquí, celebrando en memoria una vida noble, bien vivida, lo miro y parece puertorriqueño, es puertorriqueño. Así lo mantendremos”.

Cuando le toca su turno, Myrna expresa unas palabras breves e invita a sus compueblanos y a los que han llegado de otras partes a cantar el himno de Vieques. Los presentes cantan con pasión enorme. El orgullo viequense es un fenómeno indescriptiblemente resiliente. Personas lloran al cantar.

“Un día en que mi canción se hizo oleaje. / Un día en que reposé en la blanca arena. / Le di mi corazón y mi coraje, / al pueblo y al sentir de la Isla nena. / Hay una Isla Nena en lontananza”.

Al finalizar, la capilla rompe en aplausos fuertes y ruidosos, como asegurándose que Bob Rabin los pueda escuchar al otro lado. Una voz en el fondo grita, “¡que viva Bob Rabin!”. Los aplausos parecen nunca querer acabar.