Arecibo. Sandra Asencio Rivera vive “prácticamente, en el patio” del vertedero de Arecibo, en el barrio Factor II.

En sus 53 años de vida siempre ha formado parte de la comunidad contigua a este centro de depósito de basura, que queda en la zona de la Reserva del Caño Tiburones. Pero, desde hace 23 años reside junto a su esposo y familia cerca de la entrada del vertedero y donde están ubicadas las chimeneas de quema del gas metano, en una casa de madera que lograron edificar en un terreno de herencia.

“Cuando yo me criaba, el vertedero no era tan alto y, pues, uno la pasaba bien. Pero, eso empezó a crecer después del huracán María (2017), que se ve esa montaña así tan alta. Siempre había pestes, siempre había moscas. Pero, era más llevadero, porque el polvo no era tanto. Ahora, si te fijas, todo el viento trae ese polvo para acá, que es terrible”, manifestó la mujer, al señalar las montañas cubiertas de tierra amarillenta.

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Para Asencio Rivera, ser vecina del vertedero es la causa de su deterioro de salud. Todo comenzó a los 18 años con un diagnóstico de asma. Hace una década tuvo que dejar de trabajar por una recaída que enfrentó al tornarse su asma en una “crónica” y hace cinco años vive conectada a una máquina de oxígeno. Por ello, resumió que residir al lado del vertedero “es enfermedad, contaminación. (Respira compungida) Es el stress de estar encerrada todo el tiempo. Es depresión. Yo tengo que estar encerrada. Yo no puedo estar afuera. Yo tengo que estar todo el tiempo en mi cuarto (con aire acondicionado). Hay veces que eso cansa y te afecta emocionalmente”.

“Cuando yo me criaba, el vertedero no era tan alto... Pero, eso empezó a crecer después del huracán María (2017)..."
“Cuando yo me criaba, el vertedero no era tan alto... Pero, eso empezó a crecer después del huracán María (2017)..." (Carlos Rivera Giusti)

“Es triste estar aquí. Es triste estar todo el tiempo sin poder hacer tus trabajos, tus cosas. Una persona que está acostumbrada a hacer todo y, de momento, no poder hacer nada, porque, si me muevo, me asfixio”, añadió.

Lo más perceptible de estar en el patio de Asencio Rivera es el mal olor, las mocas y la brisa empañada con el polvo que se levanta del material de cobertura amarillento que se usa en el vertedero.

Sin embargo, la mujer mostró cómo hasta un gran árbol que tiene en su patio llegó una bolsa de basura fugitiva. Esta situación no es rara. Comentó que las vacas de una ganadería cercana se enferman, porque se comen esas bolsas que vuelan hasta sus patios.

Asimismo, el olor sentido no se compara al descrito por Asencio Rivera.

Contó que, “de noche, la peste a gas es terrible, porque esto tiene unas conexiones de gas metano y de noche lo que apesta es a gas”.

Dijo que en múltiples ocasiones dejan “la basura sin tapar y apesta como si hubiera un muerto”.

Hace una década que Sandra tuvo que dejar de trabajar al  padecer asma crónica y estar conectada a una máquina de oxígeno.
Hace una década que Sandra tuvo que dejar de trabajar al padecer asma crónica y estar conectada a una máquina de oxígeno. (Carlos Rivera Giusti)

El horario de operación también es un problema para la comunidad. Aunque se supone que se limiten a laborar de 6:00 a.m. a 4:00 p.m., la vecina contó que desde las 2:00 a.m. está activo el transitar de camiones y los bocinazos para que les abran los portones.

Hemos llevado quejas, hemos hecho diferentes actividades, pero al municipio parece que no le importa. Acuérdate que esto es una base fundamental para entrar dinero al municipio. Es un negocio millonario... Y uno se queja y queda en oídos sordos. Van a cerrar y no lo cierran. He pensado marcharme, pero uno no cuenta con dinero apropiado para eso, con los fondos necesarios para comprar otra casa. Porque, aquí están invertidos todos los años de trabajo, todos los recursos que uno tuvo”, sentenció.

Una de las líderes comunitarias y portavoz del grupo Movimiento Ciudadano Pro Cierre del Vertedero de Arecibo, Lilliam Díaz Montalvo, denunció que en la zona hay presencia de gas metano activo en el aire.

También señaló que sufren del polvo fugitivo y malos olores. Criticó el que no todos los días tapan con material de cobertura la basura que se deposita, pese a ser mandatorio. Esta situación ocasiona el desarrollo de más moscas y vectores. Comentó que hay residencias cercanas que también tienen presencia de lixiviado en sus patios. Dijo que estas situaciones comprueban la presencia de estos contaminantes en las aguas del Caño Tiburones, que queda contiguo al vertedero.

Pero, más allá de la contaminación visible, identificó un problema de enfermedades respiratorias y cáncer en la piel en la comunidad. De hecho, Díaz Montalvo, quien ha vivido sus 37 años en la comunidad más cercana al vertedero, es sobreviviente de cáncer en la piel.

Comentó que el grupo intenta conseguir alguna universidad que realice un estudio de salud pública, ya que nunca se ha realizado, para poder contar con información veraz sobre el impacto que tiene el vertedero en la vida comunitaria.

Achacó a “la corrupción” el hecho de que el vertedero de Arecibo lleve desde el 2001 con orden de cierre y nada haya pasado en el 2023.

“Las leyes en este país no se hacen cumplir. Es lamentable que uno tenga que literalmente rogar y hacer que los derechos se respeten”, expresó.

Vivian Díaz Montalvo, líder ambientalista vecina del área, junto a Sandra Asencio.
Vivian Díaz Montalvo, líder ambientalista vecina del área, junto a Sandra Asencio. (Carlos Rivera Giusti)

Evalúan alternativas

Ante los señalamientos de la comunidad, el alcalde de Arecibo, Carlos “Tito” Ramírez, manifestó que “el personal de la administración municipal continúa trabajando y evaluando con las alternativas existentes para lograr el cierre del vertedero. Reitero mi compromiso con la comunidad en que el vertedero cerrará. Sin embargo, ese proceso tiene que estar enmarcado en los reglamentos y leyes aplicables”.

Pero, esta comunidad de Factor II no es la única que sufre a causa de un vertedero. Múltiples han sido las denuncias de muchas comunidades, como la de Peñuelas, en contra de la operación de estos sistemas.

Otra de las comunidades que también sufre por la presencia de vertedero lo es el barrio Contorno de Toa Alta. Pese a que el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales alegó que en el mismo ya no se recibe basura, una líder comunitaria, Ivette Calise Cintrón, cuya hermana lideró por 50 años la lucha en contra del vertedero hasta su fallecimiento, refutó el hecho.

Según explicó, desde el huracán Fiona se le autorizó al municipio a usar el vertedero como centro de trasbordo de los escombros. “Pero, cuando nosotros hemos caminado el vertedero y todo, hemos visto que sí, que hay basura. Especialmente, en horas de la mañana es que se está viendo eso (el movimiento de camiones). Tú ves también los escombros, pero cuando nosotros mismo hemos caminado buscando un caballo y cosas así, vemos las bolsas de basura, las cosas sin tapar. No es como antes, pero se ve el movimiento de camiones y la basura”, denunció.

Del mismo modo, Calise Cintrón indicó que vivir cerca del vertedero es no tener calidad de vida, debido a “las pestes cuando se pone bien caliente o húmedo. El martirio no se ha terminado para los que vivimos aquí. No se han terminado los camiones, el ruido de los movimientos… No tienen 500 troces como antes. Pero, ahora, los que llegan, vienen con basura y la acomodan ahí desde las 7:00 a.m. Puede que haya días que paren por alguna cosa que vaya a haber en la Alcaldía, pero vuelven al otro día y lo mismo: los ruidos, las moscas. Tú ves el movimiento allá arriba, me entiendes”.