Yauco. Decenas de familias han llegado al estadio municipal de la Ciudad del Café para refugiarse de los terremotos que afectan la zona sur.

En medio de tanta gente estaba el yaucano Erick Rivera, quien desde su sillón de ruedas observaba la gente a su alrededor, sin poder compartir un abrazo con los suyos, ya que vive solo en el residencial Santa Catalina. 

El hombre de 35 años narró las dificultades que enfrentó para desalojar el apartamento, pues, entre sismo y sismo, solo esperaba un momento de tranquilidad para moverse de la cama a la silla. 

“El primero fue bastante fuerte y tuvimos que desalojar rápido, todo el mundo se avisa, pero como es impreciso, a veces tenemos que desalojar hasta sin ropa algunas personas. Yo estaba ya en la silla de ruedas, pero en algunos (instantes) como eso se calma… pues yo, de mi cama al sillón de ruedas porque estaba moviéndose mucho”, confesó Rivera, el cual nació con hidrocefalia y espina bífida. 

“Lo peor, correr pa’ fuera y se me fue el mundo y me movía como se pueda y esperar a que pase. Fueron muchos (los minutos) en el transcurso que yo estuve ahí. Ahora mismo estoy solo, pero me encontré con un amigo mío”, expuso el yaucano mientras su mirada reflejaba incertidumbre.

Sin embargo, no pierde las esperanzas de que todo vuelva a la normalidad.

“Que todo salga bien, que se calme, que no suceda algo más allá de lo normal. Hasta ahora (estoy) bien, tranquilo”, agregó.

En una carpa cercana se encontraba Gerardo Rivera Ayala con su bebé de nueve meses.

Precisamente, Rivera desalojó el apartamento de Yauco Housing a donde reside junto a su esposa, procurando la seguridad de la niña. 

(teresa.canino@gfrmedia.com)
(teresa.canino@gfrmedia.com)

“Nos fuimos por la nena, no nos desalojaron, pero nos fuimos por la nena para estar en un sitio seguro porque ahí se meneaba todo… bueno, retumbaba todo y yo tenía que salir pa’ fuera esmandao porque si uno se quedaba paniqueao ahí, porque ahí se meneaban las ventanas, se caía todo”, resaltó Rivera de 30 años.

“Estamos aquí desde el martes y como veía las cosas así tan feas yo dije, yo me voy entonces. Nos quedamos hasta nuevo aviso”, apuntó al agregar que no es la primera vez que acuden a un refugio.

Allí también había familias con sus respectivas mascotas, al igual que Neidy Acosta Torres, un vecino del barrio Almácigo Alto, sector Crucero que llegó con su familia y dos perros.

Su casa no se dañó, pero es una estructura montada en sancos, lo que elevó su nivel de preocupación. 

“Es bien peligroso, ya le cogimos cosa y nos sentimos más seguros acá porque allá lo sentimos bien fuerte. Eso fue una cosa grande, me estaba levantando para trabajar y cuando estaba terminando en el baño siento los gritos porque no sentía nada y la casa vibraba. Nosotros temimos que se cayera la casa”, expresó Acosta Torres que labora con el Gobierno Municipal de Yauco.

Pero no todos los que estaban en el refugio yaucano eran de ese pueblo.

Al lugar llegó gente de Guánica.

“De mi casa salimos porque estábamos bien asustados allá, nos pusimos nerviosos, particularmente los hijos, yo dice ‘por ellos lo voy a hacer’ (desalojar) porque yo no sabía cómo era esto. Después de todo esto ha sido terrible”, manifestó doña Elisa una guaniqueña de 86 años.

Con un rostro afable y sonrisa a flor de piel, la anciana dijo que durante su juventud había escuchado algo del terremoto de 1918. Pero no se acordaba mucho al respecto.

“Aquí estamos todos como familia”, apuntó.