Era un fiebrú de los carros de carrera y de los camiones. Por ello, y como homenaje póstumo, sus familiares decidieron realizarle un velatorio junto a sus mejores juguetes: dos autos que aseguran les conoció “todos los tornillos”.

Se trata de Elvis Antonio Pellot Vargas, quien falleció en New Jersey a los 59 años de edad a consecuencia de un ataque coronario, según informó uno de sus cinco hijos, Emmanuel Pellot. Más allá de cumplir su última voluntad, los familiares y amigos querían tener un detalle final. Es por eso que sus restos fueron trasladados a la Isla y en su velatorio en la Funeraria San Antonio de Isabela dos carros le hacen “una guardia de honor”: el Volky con el que siempre “mecaneó” y el Toyota 1006 de un amigo con el que también contribuyó.

“Él siempre nos hablaba que hubiesen muchos carros y camiones (durante su funeral) y ahora lo hacemos como un homenaje póstumo. Le fascinaba. Estoy seguro que estaría muy contento de que fuera así”, indicó uno de sus mejores amigos, Edgardo Montilla, quien viajó desde Florida para rendirle tributo a su acompañante de aventuras en las pistas de carreras.

“(De) esos dos carros, él se conocía todos los tornillos. De punta a punta. El azul (Toyota) él lo bregaba”, recordó su hijo Emmanuel.

Los restos del camionero estarán expuesto en la funeraria San Antonio hasta hoy a las 9:30 a.m. cuando lo trasladen al cementerio municipal Bejucos de Isabela. La singularidad de las exequias continuarán hasta allí cuando su féretro sea transportado en grúa junto al carro RX7 Turbo, uno de los modelos que mantuvo Pellot Vargas hasta que decide buscar nuevas oportunidades fuera de la Isla. 

Según adelantara Iván Rosario de la Funeraria San Antonio, el féretro se paseará por algunas de las áreas del barrio Arenales en Isabela que frecuentaba “el Chiquillo”, como le llamaban. A ellos se unirá un desfile de camiones y carros de carrera convocados por la familia y el dueño de Arecibo MotorSport, donde Pellot Vargas contribuyó con la construcción de la pista.

No es la primera vez que la funeraria complece a familiares y la última voluntad de sus clientes. Según Rosario ya han contabilizado algunos cinco a seis casos particulares donde se exponen a los fenecidos juntos a sus aficiones.

“No es común. El motivo es que quieren honrar la vida hasta el último momento aquí en la tierra”, sostuvo Rosario. 

En el caso de Pellot Vargas, ese gusto por los carros y la fiebre viene desde muy joven cuando solía ir junto a su amigo Montilla a disfrutar del drag racing o carreras de aceleración. Se iniciaron en la fiebre callejera, pero luego de conocer al dueño del Arecibo MotorSport incursionan en las carreras organizadas, ganándose varios premios, entre ellos el PanAmerican en 1998 en la categoría, para entonces, Pro Modified Compact en Atco, New Jersey.

“Comenzamos hace más de 30 años con esto de los carros con un team (equipo) que se llamaba Cheo Gómez Racing Team. Comenzamos con un carro de carreras que se llamaba Cocoroco. A partir de ese momento, entre los 70 y 80 hasta el 2010 seguimos participando en drag racing”, recordó Montilla.

“Nunca tuvo un no. Siempre estaba dispuesto, siempre iba a todas. No importaba quien fuera”, dijo.

Según Montilla corrían en las dos modalidades: octavo de milla y un cuarto de milla. Para ello pasaban los días practicando en las pistas de Añasco, Salinas, Caguas, después cambiaron a Carolina y la de Arecibo.

“Él era el de la buena vibra de la pista. Le llevaba alegría a las personas”, añadió su hijo Emmanuel.

“Después fue caminero toda su vida, el siempre trabajó para otras personas en equipo pesado”, indicó compungido Montilla.