En la mayoría de las comunidades en Puerto Rico hay un roto en la carretera que, por el tiempo que lleva sin arreglarse, se ha hecho famoso. Lo llenan de asfalto y con el tiempo vuelve a aparecer una y otra vez. Los reclamos de los ciudadanos para que arreglen la carretera se han tornado cada vez más creativos.

Hay comunidades que le han celebrado cumpleaños, con bizcocho y todo, a sus rotos y otras que han sembrado plantas para llamar la atención sobre su existencia. A esta lista de reclamos creativos tenemos que añadir posiblemente al más llamativo de todos: el superhéroe “Pink Bubbles”.

Este superhéroe, del área oeste del país, oculta su identidad con un llamativo uniforme rosado que incluye un tutú y antifaz, que le permite colorear con aerosol los boquetes que encuentra en la carretera. En medio de la operación acostumbra gritar “al rescate”.

Cuenta el pintoresco personaje en entrevista con El Nuevo Día: “Mi intención era hacer una alerta de seguridad, que con la pintura se viera bien el boquete. Pero, cuando vi que hubo una reacción inmediata, las cosas cambiaron”.

Leyendo algunos comentarios en las redes sociales sobre el despliegue que el periódico le da al esfuerzo de este caballero, me doy cuenta que más de uno subestima el impacto que este tipo de gestión tiene en la sociedad. Este caballero tiene bien merecida su reseña, pues sin que nadie le pague ni recibir ningún beneficio está utilizando su tiempo y creatividad para resolver un problema que nos afecta a todos. Una buena intención, acompañada de civismo que está logrando buenos resultados. Al llamar la atención de la gente, de inmediato las autoridades gubernamentales, tanto estatales, municipales, se están moviendo a resolver el problema que “Pink Bubbles” identifica.

Estoy segura que este esfuerzo ha logrado más resultados que otros similares con presupuesto y personal pago, pero sin la pasión y deseo de ayudar que este voluntario presenta. Los ciudadanos que ponen de su tiempo y recursos para ayudar a los demás, sin esperar nada a cambio, merecen todo nuestro respeto y respaldo.

Esto parece un esfuerzo pequeño, pero tiene un valor enorme, pues además de impactar la calidad de vida de la gente sirve de referente para que otras personas se animan a sacar de su tiempo para ayudar a sus comunidades. Cuando se trata de ayudar a los demás no hay esfuerzo pequeño, todos son valiosos. Hay también un riesgo que se asume, pues como cuenta nuestro superhéroe no todos están contentos con su gestión, pues quienes se sienten señalados por sus reclamos, particularmente funcionarios de gobierno, le han hecho saber su incomodidad.

Me parece que esfuerzos como estos deben invitar a la reflexión sobre qué hacemos nosotros para aportar a nuestra comunidad, desde nuestras posibilidades. Cada cual debe hacer algo, aunque sea pequeño para mejorar la calidad de vida del lugar donde habita. Queremos una mejor sociedad, pero acostumbramos a dejar que sean otros quienes se encarguen de eso. Peor aún, a quienes dan un paso adelante los señalamos y minimizamos su trabajo. Vaya mi respeto para este caballero que no conozco y para todos los que sacan de su tiempo para hacer trabajo comunitario. La suma de todos esos esfuerzos puede lograr tantas o más cosas, que incluso los gobiernos.