La pasada semana, luego de culminada la ceremonia de premiación del certamen de Miss Universo, Denise Quiñones presentó su renuncia como presidenta de la organización a nivel local.

Su salida ocurre luego de tres años exitosos donde nuestras representantes lograron pasar a semifinales y una de ellas, Madison Anderson, acarició la corona siendo nombrada primera finalista. Quiero aplaudir a Denise por múltiples razones. Primero, como dije en mi introducción, su gestión fue excelente, permitiendo una destacada representación de la Isla a nivel internacional. En segundo lugar, Denise demostró ser una persona agradecida con la institución que le permitió vivir -seguramente- el momento más emocionante de su vida. En sus años más productivos, puso todo su talento, tiempo y entusiasmo para echar hacia adelante a la institución que le permitió sus sueños.

Además de gratitud, hay que ser valiente para asumir una responsabilidad como esa en un país como el nuestro donde se critica sin encomendarse a nadie. El día del certamen llueven lo “misiólogos”, todo el mundo es experto en certámenes de belleza. Así que, además de compromiso y disposición, hay que tener el cuero duro para enfrentar las críticas.

Por último y no menos importante, me llamó la atención positivamente, el ver que, una vez cumplidos sus tres años, contrario a lo que se acostumbra en puestos directivos de todo tipo, incluyendo la política, optó por culminar su período para abrirle espacio a otras personas y emprender nuevos retos profesionales.

“La responsabilidad de dirigir la franquicia ha sido un reto increíble para mí, al mismo tiempo una gran oportunidad de aprendizaje y experiencia de vida. Me siento sumamente satisfecha y orgullosa tanto de mi trabajo como de la demostración de profesionalismo, entrega y compromiso de mi equipo. Por siempre me sentiré orgullosa de esta misión cumplida exitosamente”, fueron sus expresiones.

Su buen desempeño como directora y su juventud le habrían permitido seguir; sin embargo, ella optó por mirar hacia nuevos horizontes. Esto es algo poco común en las personas que asumen puestos de liderato en distintas esferas; lejos de planificar para servir por un tiempo y cerrar los ciclos, se aferran a los puestos como si fueran de ellos. Al final, esto siempre termina siendo contraproducente. Incluso, haciéndolo bien y teniendo éxito como Denise, lo saludable para las instituciones es el relevo. Que el conocimiento y las responsabilidades se compartan y el éxito de la institución no se haga dependiente de una sola persona.

Con su decisión de irse pudiendo quedarse, Denise demuestra mucha madurez y profesionalismo. Vaya mi aplauso para ella por una gestión bien realizada y mis mejores deseos en sus planes a futuros.