Celebré el Día de los Padres por adelantado. No estaba dispuesta a perderme ese compartir por nada del mundo, y como papi estaría fuera de Puerto Rico este próximo domingo, decidí -por mis pantalones- adelantar la fecha. Lo celebré y me lo disfruté de rabo a cabo. Me atrevo a decir que es de las mejores celebraciones que he tenido con mi padre.

Coordiné con mis hermanos para reunirnos en mi casa, preparé comida, picadera y puse a enfriar unas cervezas. Saqué la mesa de dominó y puse música de la que tanto él disfruta, que casualmente es la misma que me gusta. Sus tres canciones favoritas son Mi niña bonita, de Vicente Fernández, que dicho sea de paso la bailó conmigo en mi boda; El juramento, de Julio Jarramillo y la que siempre canta en los karaoke; y Regálame una noche, de Maelo Ruiz.

Mi papá es un vacilador, un hombre alegre que sabe cómo pasarla bien. Es el mejor anfitrión que existe, un “agradador” profesional que disfruta haciendo sentir bien a los demás. Me hacía falta estar con él, hablar de todo un poco, sin estrés ni protocolos. Recordar historias de mi crianza, de su rol de padre protector y de cómo ahora me toca a mí hacer lo mismo con mis cachorros.

Como parte de la celebración anticipada de su día, subí un pequeño vídeo en el que invitaba a mis seguidores a rendirle homenaje a sus padres. En una parte del vídeo utilicé la expresión de que “bastante nos aguantaron”. Muchos, utilizando de “pie forzado” esta expresión, comenzaron a escribir distintas cosas que sus padres les habían aguantado, relatando momentos difíciles de sus crianzas, donde sus padres se vieron obligados a sacar la cara. No fue distinto en mi caso.

Cuánto hoy agradecemos las veces que nos dijeron que no, evitándonos meternos en un problema. O cuando nos metíamos en algún problema, por no hacerles caso, y aún así llegaban al sitio para salvarnos el pellejo. En mi caso, recuerdo que mi papá, que es mecánico de toda la vida, me consiguió un carrito en una subasta y él lo reparó para que lo usara en la universidad. Me dio unas reglas y recomendaciones que no seguí, por lo que tuve que llamarlo un día luego de chocar con un palo de mangó. Allí llego papi con su grúa, pues también fue gruero, a salvarme el pellejo. Me reparó el carro, pero me dijo que lo dejaría sin “bumper” un tiempo, para que me recordara que tenía que hacer las cosas bien. Aquel Ford Escort atrasa’o se convirtió en la sensación de la universidad, pues los muchachos decían que se me veían los pies como a “Los Picapiedras”. Más adelante, luego de algunos meses, me puso el “bumper”, recordándome que tenía que cogerlo con calma en la carretera.

Papi me aguantó muchas, y sobre todo se fajó para proveer en mi casa y criarme. Me siento bien orgullosa de ser su hija, y estoy muy agradecida por todo lo que hizo por mí. Por eso adelanté la celebración de su día y el próximo domingo vuelvo a celebrarlo aunque no esté conmigo. Estaré con mi esposo y mi suegro, que igual se merecen el más grande de los homenajes por lo buenos padres que son.

El próximo domingo celebre con su padre y procure que nada le evite disfrutar ese ratito. Si hay algún problema o disgusto, resuélvanlo, que la vida se acaba y luego te reprocharás no haberla aprovechado al máximo. Dele cariño a su padre, trátelo como un rey, y si algo te incomoda en esta etapa de la relación, a lo mejor te toca ahora a ti pasar con ficha y perdonar, pues bastante que nos aguantaron.

¡Feliz Día de los Padres!